Albert Caraco, el hombre que quer¨ªa odiar a su madre
La biograf¨ªa de Albert Caraco (Estambul, 1919-Par¨ªs, 1971) comparte avatares con la del resto de jud¨ªos europeos del siglo XX. La aplicaci¨®n masiva de una f¨®rmula criminal da paso al exilio, la inseguridad, la reafirmaci¨®n de un car¨¢cter por grado o por fuerza y, de no integrar el nuevo Estado de Israel, residencia definitiva en una de las grandes capitales, Par¨ªs, en este caso. El autor de Post Mortem abunda, como muchos intelectuales de su generaci¨®n, en la distancia ante cualquier realidad, incluida la realidad misma de vivir, y tambi¨¦n en un fatalismo irremediable, superlativo. A una valoraci¨®n general de su obra, ayuda el hecho de que comunicase a un editor la intenci¨®n de quitarse la vida en cuanto muriesen "la Se?ora Madre y el Se?or Padre" y cumpliera su palabra el d¨ªa siguiente de fallecer este ¨²ltimo. Tal circunstancia a?ade una aureola al personaje "Albert Caraco". Y eso no deber¨ªa suceder, porque este libro posee en s¨ª mismo un relieve excepcional que Justo Navarro ha trasladado de modo magn¨ªfico a nuestra lengua.
POST MORTEM
Albert Caraco
Traducci¨®n y pr¨®logo
de Justo Navarro
S¨ªgueme. Salamanca, 2006
127 p¨¢ginas. 14 euros
Post Mortem, reeditada en Francia como La Se?ora Madre ha muerto, ahonda precisamente en eso: los efectos que la muerte de la madre causa en el yo m¨¢s ¨ªntimo del autor. Si entendemos el adjetivo ¨ªntimo por lo que puede llegar a expresar y no por la cursiler¨ªa egomaniaca que generalmente se?ala, en las m¨ªnimas, pero suficientes, p¨¢ginas del libro encontramos un sutil recorrido por el espectro literario del autor, por su colorido filos¨®fico: una precisa y exacta gama que, de la mano del estoicismo y los libros sapienciales del Antiguo Testamento, nos lleva por la muerte, la ausencia y la asunci¨®n de una gracia muy peculiar, muy calma, terriblemente desesperada.
La Se?ora Madre tiene un c¨¢ncer de laringe, la Se?ora Madre muere, se recuerda a la Se?ora Madre, se evita un duelo vulgar por la Se?ora Madre, se intenta proyectar en el tiempo la esencia de un ser humano, a quien un cuerpo inerme representa de mala manera en sus ¨²ltimos d¨ªas. Se alcanza la propuesta en fragmentos tan elocuentes, hondos y excepcionales como ¨¦ste: "(Al Se?or Padre) lo lastima el menor de los recuerdos, los meses finales le ocultan los a?os, la m¨¢scara de la muerte ofusca las luces de una vida cien veces m¨¢s larga, entre dos irrealidades elige la peor y toma la desgracia por la verdad suprema. ?Me atrever¨¦ a decirle que se enga?a? ?Qu¨¦ prueban las semanas oscuras? S¨®lo dan prueba de s¨ª mismas y no testimonian ni contra lo que antecedi¨® ni contra el sue?o que las seguir¨¢ eternamente".
Post Mortem no es un lamento
dando vueltas en torno a s¨ª mismo: hay evoluci¨®n, una trama. En el arranque, Caraco semeja un representante m¨¢s de lo funesto sublime, o se halla contagiado, por decirlo a lo Borges, de malhumor epigram¨¢tico; se expresa la falta de amor por la madre, las consecuencias que en el autor, un cuarent¨®n, ha tenido su influencia, su omnipresencia, la "castraci¨®n" a la que ha sido sometido. El resto del libro se dedica a contradecir esas primeras aseveraciones, dando un paso m¨¢s all¨¢ de la crueldad o el resentimiento. As¨ª, mientras se dedican fragmentos a los m¨¦dicos, a la construcci¨®n del Tiempo o a la belleza de Par¨ªs en armon¨ªa con la belleza de la Se?ora Madre, el autor nos muestra l¨²cida y voluntariamente la evidencia de su inmadurez radical, mientras la posible trama vira hacia una presencia de ¨¢nimo muy peculiar. En ese trayecto, las fases son parte de la misma simulaci¨®n y el autor lo sabe. Esa simulaci¨®n, s¨®lo se vuelve revelaci¨®n y verdad en la ¨²ltima p¨¢gina, autor y Se?ora Madre m¨¢s all¨¢ de la vida y de la muerte.
En Caraco no hay Dios, ni dioses, s¨®lo un valor, la nobleza de esp¨ªritu. La exigencia de esa nobleza de esp¨ªritu con la que Caraco se esfuerza por mirar el mundo, el lugar donde ha de encontrar razones para vivir, le lleva a un recogimiento innegociable, irreversible. As¨ª vemos c¨®mo ese valor se convierte en un dios mucho m¨¢s cruel y justiciero que cualquier otro. ?De qu¨¦ modo nombrar esa voluntad de sentirse aislado, herido y tan s¨®lo sereno en esa actitud? ?Error vital? ?Anhedonia? ?Existencialismo radical? ?Espiritualidad combustible? Da lo mismo. Post Mortem es un libro muy hermoso.
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