V¨ªctimas por igual
Ha sido un acierto cambiar la inicial denominaci¨®n de "Ley de la memoria hist¨®rica", pretenciosa por lo que ten¨ªa de intromisi¨®n en el campo de los historiadores. La nueva es m¨¢s ajustada a la realidad y conceptualmente comprensible, aunque por desgracia bastante m¨¢s prolija: "Ley de reconocimiento y extensi¨®n de los derechos a las v¨ªctimas de la guerra civil y de la dictadura". Establecer con precisi¨®n el objeto de la ley, cuyo proyecto remiti¨® ayer el Consejo de Ministros al Parlamento, no s¨®lo facilitar¨¢ el debate, sino hasta un posible consenso. Y ello a pesar de que el PP se apresurara a explicitar su rechazo e Izquierda Unida y otros grupos su decepci¨®n, especialmente por no anular de oficio los consejos de guerra del franquismo y dejarlo a opci¨®n de las v¨ªctimas, si bien con el expreso apoyo de la Administraci¨®n.
La ley no plantea un debate sobre la naturaleza del franquismo. Eso queda para los historiadores. Adem¨¢s, los espa?oles disponen de medios para saber lo que fue aquel r¨¦gimen, para una buena parte de ellos cruel y despiadado, que fusil¨®, depur¨®, despoj¨® y excluy¨® socialmente a cientos de miles de compatriotas. Otros tienen una visi¨®n m¨¢s complaciente. Pero esa diferencia de opini¨®n no deber¨ªa existir sobre el tratamiento de las v¨ªctimas. Y m¨¢s en concreto sobre el derecho de las v¨ªctimas del franquismo -las causadas por este r¨¦gimen durante la Guerra Civil y a partir del 1 de abril de 1939- a que se las trate como lo fueron mucho antes las v¨ªctimas causadas en el bando republicano. Salvo que se piense que unas, las del bando vencedor, son de una calidad moral y humana superior a las del vencido. Pero no puede ser que existan en la Espa?a de hoy fuerzas pol¨ªticas o sociales capaces de hacer esos distingos.
Ninguna de las medidas de la ley merece el reproche de que reabre viejas heridas. M¨¢s bien ayudan a cicatrizarlas. ?O no lo es facilitar la recuperaci¨®n de restos de desaparecidos en fosas comunes para darles enterramiento, recomendar a los ayuntamientos que aligeren sus callejeros de nombres llamativos de la represi¨®n franquista o dar un uso a los monumentos m¨¢s emblem¨¢ticos del franquismo, como el Valle de los Ca¨ªdos, que sirva para consolidar la convivencia y no para fomentar la divisi¨®n del pasado? La ley desecha la anulaci¨®n de oficio de los consejos de guerra franquistas. El argumento de la cosa juzgada es endeble cuando se ha producido una ruptura jur¨ªdica -la Constituci¨®n de 1978- que supuso el enterramiento no s¨®lo pol¨ªtico, sino legal, del franquismo. Pero, sin duda, habr¨¢ otros argumentos que el Gobierno tendr¨¢ que explicar para no abolir unos consejos de guerra que actuaron como ¨®rganos de represi¨®n pol¨ªtica al servicio del r¨¦gimen y llevaron a la muerte y a la c¨¢rcel a miles de combatientes del Ej¨¦rcito vencido y dirigentes de la Rep¨²blica por el s¨®lo hecho de haberla defendido.
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