Las leyes clave de la 'petropol¨ªtica'
Los l¨ªderes de los pa¨ªses productores no lanzar¨ªan sus desaf¨ªos sin el crudo por las nubes
Cuando o¨ª al presidente de Ir¨¢n, Mahmud Ahmadineyad, declarar que el Holocausto era un "mito", no pude evitar preguntarme: "Me gustar¨ªa saber si el presidente de Ir¨¢n hablar¨ªa de esta forma si el precio actual del petr¨®leo fuera 20 d¨®lares el barril, y no 70 d¨®lares".
Cuando o¨ª al presidente de Venezuela, Hugo Ch¨¢vez, decir al primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, que se fuera "derecho al infierno", y asegurar a sus partidarios que la Zona de Libre Comercio de las Am¨¦ricas auspiciada por Estados Unidos pod¨ªa "irse al infierno" tambi¨¦n, no pude evitar decirme: "Me gustar¨ªa saber si el presidente de Venezuela dir¨ªa estas cosas si el precio actual del petr¨®leo fuera 20 d¨®lares el barril, y no 70 d¨®lares, y si su pa¨ªs tuviera que dar poder a sus empresarios, en vez de limitarse a perforar pozos".
Son Estados 'petrolistas' los que dependen del crudo para sus exportaciones o su PIB y poseen unas instituciones d¨¦biles o unos Gobiernos claramente autoritarios
Los Gobiernos de estos pa¨ªses utilizan los ingresos para aliviar presiones sociales, pero, al no tener que cobrar impuestos, no necesitan atender los deseos de la gente, dice el polit¨®logo Michael Ross
Es totalmente posible relacionar las subidas y bajadas del precio del crudo con los avances y retrocesos en la marcha de la libertad en los pa¨ªses 'petrolistas'
Reflexionar sobre c¨®mo modificar los h¨¢bitos de consumo de energ¨ªa para reducir el precio del petr¨®leo se ha convertido en un imperativo que afecta a la seguridad nacional
Mientras segu¨ªa los acontecimientos del golfo P¨¦rsico durante los ¨²ltimos a?os, me di cuenta de que el primer Estado del Golfo que celebr¨® unas elecciones libres y limpias, en las que las mujeres pod¨ªan presentarse y votar, y el primer Estado del Golfo que emprendi¨® una transformaci¨®n radical de sus leyes laborales, para que su poblaci¨®n pudiera ocupar m¨¢s puestos de trabajo y as¨ª depender menos de la mano de obra importada, fue Bahrein. Bahrein, casualmente, es el Estado de la zona del Golfo en el que antes est¨¢ previsto que se agote el petr¨®leo. De modo que no pude evitar preguntarme: "?Ser¨¢ todo eso una coincidencia?".
Cuanto m¨¢s reflexionaba sobre estas cuestiones, m¨¢s evidente me parec¨ªa que ten¨ªa que existir una correlaci¨®n -una correlaci¨®n literal, que pod¨ªa medirse y convertirse en gr¨¢fico- entre el precio del crudo y el ritmo, el alcance y la sostenibilidad de las libertades pol¨ªticas y las reformas econ¨®micas en determinados pa¨ªses.
Soy el primero en reconocer que ¨¦ste no es ning¨²n experimento cient¨ªfico de laboratorio, porque el ascenso y la ca¨ªda de la libertad pol¨ªtica y econ¨®mica en una sociedad nunca puede ser perfectamente cuantificable o intercambiable. Pero s¨ª creo que sirve de algo tratar de mostrar esta correlaci¨®n absolutamente real entre el precio del petr¨®leo y el ritmo de la libertad, aun con todas sus imperfecciones.
La Primera Ley de la Petropol¨ªtica dice lo siguiente: el precio del petr¨®leo y el avance de las libertades van siempre en direcciones opuestas en los Estados petrolistas. Seg¨²n esa primera ley, cuanto m¨¢s sube el precio mundial medio del crudo, m¨¢s se deterioran la libertad de expresi¨®n, la libertad de prensa, las elecciones libres y limpias, la independencia del sistema judicial, el imperio de la ley y los partidos pol¨ªticos. Y estas tendencias negativas se ven reforzadas por el hecho de que, cuanto m¨¢s sube el precio, menos sensibles son los dirigentes petrolistas a lo que el mundo piensa o dice de ellos.
Llamo Estados petrolistas a aquellos que dependen de la producci¨®n de crudo para la mayor parte de sus exportaciones o su producto interior bruto y, al mismo tiempo, poseen unas instituciones d¨¦biles o unos Gobiernos claramente autoritarios. Los principales Estados petrolistas, seg¨²n mi definici¨®n, ser¨ªan Azerbaiy¨¢n, Angola, Chad, Egipto, Guinea Ecuatorial, Ir¨¢n, Kazajist¨¢n, Nigeria, Rusia, Arabia Saud¨ª, Sud¨¢n, Uzbekist¨¢n y Venezuela.
La enfermedad holandesa
Por supuesto, hace mucho tiempo que los economistas profesionales han se?alado las negativas consecuencias econ¨®micas y pol¨ªticas que tiene para un pa¨ªs el hecho de poseer una abundancia de recursos naturales. Se trata de un fen¨®meno que algunos han llamado "la enfermedad holandesa" y otros "la maldici¨®n de los recursos". El nombre de enfermedad holandesa se refiere al proceso de desindustrializaci¨®n que puede ocurrir como consecuencia de una riqueza repentina en recursos naturales. El t¨¦rmino se acu?¨® en los Pa¨ªses Bajos en los a?os sesenta, despu¨¦s de que se descubrieran en dicho pa¨ªs enormes dep¨®sitos de gas natural.
Lo que ocurre en pa¨ªses aquejados de la enfermedad holandesa es que el valor de su divisa aumenta, gracias a la entrada inesperada de dinero procedente del petr¨®leo, el oro, el gas, los diamantes o alg¨²n otro recurso natural reci¨¦n descubierto. Eso hace que las exportaciones de productos manufacturados dejen de ser competitivas y abarata las importaciones. Los ciudadanos, bien provistos de efectivo, empiezan a importar como locos, el sector industrial nacional queda borrado del mapa, y ya est¨¢, la desindustrializaci¨®n.
Adem¨¢s de estas teor¨ªas generales, algunos polit¨®logos han estudiado de qu¨¦ manera la abundancia de petr¨®leo, en especial, puede invertir o erosionar las tendencias democratizadoras. Uno de los an¨¢lisis m¨¢s incisivos que he visto es el del polit¨®logo de la UCLA, Michael L. Ross. Mediante un an¨¢lisis estad¨ªstico de 113 pa¨ªses entre 1971 y 1997, Ross lleg¨® a la conclusi¨®n de que "la dependencia de un Estado de las exportaciones de crudo o minerales tiende a hacer que sea menos democr¨¢tico; otros tipos de exportaciones primarias no tienen ese efecto, y este fen¨®meno no ocurre s¨®lo en la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, Oriente Pr¨®ximo o el ?frica subsahariana; ni tampoco se limita a pa¨ªses peque?os".
En primer lugar, alega Ross, est¨¢ el "efecto fiscal". Los Gobiernos que viven del petr¨®leo suelen utilizar sus ingresos para "aliviar presiones sociales que, en caso contrario, podr¨ªan desembocar en una exigencia de m¨¢s responsabilidad" a las autoridades o m¨¢s representaci¨®n en el Gobierno. Los reg¨ªmenes que se apoyan en el petr¨®leo y no tienen que cobrar impuestos a su poblaci¨®n para sobrevivir, tampoco necesitan escuchar a la gente ni tener en cuenta sus deseos.
El segundo mecanismo, dice Ross, es el "efecto gasto". La riqueza del petr¨®leo produce un aumento del gasto clientelar, que, a su vez, debilita las presiones en favor de la democratizaci¨®n. El tercer mecanismo que cita es el "efecto de formaci¨®n de grupos". Cuando los ingresos del petr¨®leo proporcionan una gran entrada de dinero a un Estado autoritario, el Gobierno puede usar esa riqueza inesperada para impedir que se formen grupos sociales independientes, los m¨¢s propensos a exigir derechos pol¨ªticos. Adem¨¢s, afirma, una sobreabundancia de ingresos del petr¨®leo puede crear un "efecto represivo", porque permite a los Gobiernos gastar de forma desmesurada en polic¨ªa, seguridad interior y servicios de informaci¨®n susceptibles de ser utilizados para asfixiar los movimientos democr¨¢ticos.
Por ¨²ltimo, Ross ve la presencia de un "efecto en la modernizaci¨®n". Una entrada masiva de riqueza del petr¨®leo puede disminuir las presiones sociales para que haya m¨¢s especializaci¨®n profesional, m¨¢s desarrollo urbano y m¨¢s posibilidades de ense?anza superior, unas tendencias que suelen acompa?ar a un desarrollo econ¨®mico m¨¢s amplio y producir una poblaci¨®n m¨¢s culta, m¨¢s capaz de organizarse, negociar y comunicar, y dotada de centros propios de poder econ¨®mico.
Lo que pretendo decir al postular la Primera Ley de la Petropol¨ªtica es no s¨®lo que la dependencia excesiva del crudo puede ser una maldici¨®n en general, sino que es totalmente posible relacionar las subidas y bajadas del precio del petr¨®leo con los avances y retrocesos en la marcha de la libertad en los pa¨ªses petrolistas.
?Un eje del petr¨®leo?
Desde el 11-S, los precios del petr¨®leo han pasado estructuralmente de oscilar entre 20 y 40 d¨®lares a sobrepasar los 70. En parte, este fen¨®meno se debe a una sensaci¨®n general de inseguridad en los mercados mundiales de crudo debido a la violencia en Irak, Nigeria, Indonesia y Sud¨¢n; pero, sobre todo, parece ser consecuencia de lo que yo llamo el aplanamiento del mundo y la r¨¢pida entrada en el mercado mundial de 3.000 millones de consumidores nuevos de China, Brasil, India y el antiguo imperio sovi¨¦tico, que sue?an con tener una casa, un coche, un microondas y un frigor¨ªfico. Sin alg¨²n avance espectacular en materia de conservaci¨®n en Occidente, o el descubrimiento de una alternativa a los combustibles f¨®siles, es de prever que, en un futuro inmediato, nos mantendremos en en torno a los 70 d¨®lares, o m¨¢s.
Desde el punto de vista pol¨ªtico, eso significar¨¢ que, seguramente, todo un grupo de Estados petrolistas -con instituciones d¨¦biles o Gobiernos claramente autoritarios- experimentar¨¢ un deterioro de las libertades y un aumento de la corrupci¨®n y los comportamientos autocr¨¢ticos y antidemocr¨¢ticos.
Pensemos en el drama que se desarrolla actualmente en Nigeria. Nigeria tiene un mandato limitado para sus presidentes, dos periodos de cuatro a?os. El presidente Olusegun Obasanjo lleg¨® al poder en 1999, despu¨¦s de un periodo de gobierno militar, y en 2003 fue reelegido en una votaci¨®n popular. Al sustituir a los generales en 1999, Obasanjo se convirti¨® en noticia porque emprendi¨® una investigaci¨®n sobre las violaciones de los derechos humanos cometidas por el ej¨¦rcito nigeriano, puso en libertad a los presos pol¨ªticos e incluso llev¨® a cabo un verdadero intento de eliminar la corrupci¨®n. En aquella ¨¦poca, el petr¨®leo costaba aproximadamente 25 d¨®lares el barril.
Hoy, con el petr¨®leo a m¨¢s de 70 d¨®lares el barril, Obasanjo trata de convencer al Parlamento nigeriano para que apruebe una enmienda constitucional que le permita permanecer un tercer mandato. Un dirigente de la oposici¨®n en la C¨¢mara de Representantes, Wunmi Bewaji, ha afirmado que se ofrecieron a los legisladores sobornos de un mill¨®n de d¨®lares a cambio de votar a favor de prolongar el mandato de Obasanjo.
En los Estados petrolistas es frecuente que no s¨®lo toda la pol¨ªtica gire en torno a qui¨¦n controla el grifo, sino que la poblaci¨®n acabe teniendo una versi¨®n distorsionada de lo que es el desarrollo. Si son pobres y los dirigentes son ricos, no es porque su pa¨ªs no haya fomentado la educaci¨®n, la innovaci¨®n, el imperio de la ley y el esp¨ªritu empresarial. Es porque alguien que no son ellos se queda con el dinero del petr¨®leo. Y entonces empiezan a pensar que, para hacerse ricos, lo ¨²nico que tienen que hacer es parar a los que est¨¢n robando el petr¨®leo de su pa¨ªs.
Con todos los respetos para Ronald Reagan, no creo que fuera ¨¦l quien acab¨® con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Es evidente que hubo muchos factores, pero el derrumbe de los precios mundiales del crudo a finales de los ochenta y principios de los noventa fue un factor clave, sin duda.
El abaratamiento del petr¨®leo ayud¨® seguramente a que el Gobierno del poscomunista Bor¨ªs Yeltsin se abriera m¨¢s al mundo exterior y se mostrara m¨¢s receptivo a las estructuras que exig¨ªan los inversores internacionales.
No hay m¨¢s que ver la diferente actuaci¨®n del presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, cuando el precio del petr¨®leo oscilaba entre 20 y 40 d¨®lares, y ahora, que se encuentra en torno a los 70 d¨®lares. Despu¨¦s de su primer encuentro, en 2001, el presidente Bush dijo que hab¨ªa contemplado el "alma" de Putin y hab¨ªa visto a un hombre en el que pod¨ªa confiar.
Si Bush contemplara el alma de Putin hoy, lo que ver¨ªa ser¨ªa muy negro, tan negro como el petr¨®leo. Ver¨ªa que Putin ha utilizado sus ganancias del petr¨®leo para devorar (nacionalizar) la enorme compa?¨ªa petrol¨ªfera rusa, Gazprom, diversos peri¨®dicos y emisoras y todo tipo de empresas e instituciones que antes eran independientes.
Aunque no podemos influir en el suministro de petr¨®leo en ning¨²n pa¨ªs, s¨ª podemos influir en el precio mundial si alteramos las cantidades y los tipos de energ¨ªa que consumimos. Cuando digo podemos me refiero a Estados Unidos, que consume alrededor del 25% de la energ¨ªa mundial, y tambi¨¦n a los pa¨ªses importadores de petr¨®leo en general.
Reflexionar sobre c¨®mo modificar nuestros h¨¢bitos de consumo de energ¨ªa para reducir el precio del petr¨®leo ha dejado de ser simplemente un hobby para ecologistas bienintencionados. Se ha convertido en un imperativo que afecta a la seguridad nacional.
Por consiguiente, cualquier estrategia por parte de Estados Unidos para promover la democracia que no incluya un proyecto cre¨ªble y sostenible de b¨²squeda de alternativas al petr¨®leo y abaratamiento del precio del crudo carece totalmente de sentido y est¨¢ condenada al fracaso. Hoy, independientemente de qu¨¦ posici¨®n ocupe cada uno en el espectro de la pol¨ªtica exterior, todo el mundo debe pensar como un geo-verde.
No es posible ser un aut¨¦ntico realista de la pol¨ªtica exterior ni un idealista que promueva eficazmente la democracia sin ser, al mismo tiempo, un ecologista comprometido en materia de energ¨ªa.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
Bibliograf¨ªa imprescindible
PARA UN EXAMEN detallado de la relaci¨®n entre la riqueza del petr¨®leo y los sistemas pol¨ªticos atrofiados, v¨¦ase el art¨ªculo de Michael L. Ross Does Oil Hinder Democracy? (World Politics, abril de 2001). Sustaining Development in Mineral Economies: The Resource Curse Thesis (Routledge, 1993), de Richard M. Auty, explica por qu¨¦ muchos pa¨ªses que poseen recursos naturales no tienen el desarrollo apropiado. Jeffrey D. Sachs y Andrew M. Warner desarrollan esta tesis en Natural Resource Abundance and Economic Growth (Oficina Nacional de Investigaciones Econ¨®micas de EEUU, 1995).
El polit¨®logo Javier Corrales muestra de qu¨¦ forma los elevados precios actuales del petr¨®leo refuerzan a los autoritarios contempor¨¢neos en Hugo Boss (Foreign Policy, enero/febrero 2006).
Mois¨¦s Na¨ªm, en Globoquiz: Guess the Leader (Newsweek International, 1 de diciembre de 2004) destaca las semejanzas, por el petr¨®leo, entre Hugo Ch¨¢vez y Vladimir Putin, y en Russia's Oily Future (Foreign Policy, enero/febrero 2004) analiza el giro de Mosc¨² hacia la pol¨ªtica petroestatal.
Thomas L. Friedman reflexiona sobre las consecuencias para la econom¨ªa mundial -y el mercado energ¨¦tico- del ascenso de India y China en La Tierra es plana: breve historia del mundo globalizado del siglo XXI. (MR Ediciones, 2006).
El libro de Daniel Yergin The Prize: The Epic Quest for Oil, Money and Power (Simon & Schuster, 1991), que obtuvo un Pulitzer, es la historia m¨¢s completa de las conexiones entre el petr¨®leo y las econom¨ªas modernas.
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