Operaci¨®n Hollywood
No levantan un palmo del suelo y ans¨ªan ser famosos. Cientos de ni?os acuden a Los ?ngeles cada temporada en busca de ese sue?o. ?sta es la historia de c¨®mo algunos padres estadounidenses invierten a?os y fortunas en convertir a sus hijos en rutilantes estrellas de cine
Jaysha Patel, de nueve a?os, coloca una silla frente a otros actores en una insulsa sala de conferencias. Las madres, sentadas en la parte de atr¨¢s, parecen ausentes: una teje, otra pone sellos a una pila de postales con la foto de su hijo. Mientras tanto, Trisha Simmons, la guapa profesora, ofrece a sus alumnos un par de consejos: "Las inspiraciones cortas os ayudar¨¢n a llorar, y tambi¨¦n el endurecer la garganta". Simmons est¨¢ resplandeciente con una chaqueta de color morado chill¨®n con capucha y un cintur¨®n de diamantes falsos, circulando entre los alumnos que tiene a su cargo, algunos de tan s¨®lo cinco a?os. "S¨¢cate el dedo de la nariz", reprende a uno, y luego se detiene para mirar a un chico. "?Qu¨¦ tienes en los labios?", pregunta. "Rosquillas con az¨²car", reconoce.
El taller, Llorar cuando te den la se?al, tiene lugar en Oakwood Toluen Hills, un enorme complejo de apartamentos de alquiler temporal de Los ?ngeles (Estados Unidos) que ofrece sus servicios a familias que anhelan intensamente una carrera en Hollywood. Adem¨¢s de alojamiento, Oakwood imparte el Programa para Ni?os Actores, que atrae al lugar a profesionales del sector, como Simmons, y ha convertido el lugar en una codiciada residencia para ni?os aspirantes a actores. Simmons y otros ense?an t¨¦cnicas especializadas y vendibles: "Si eres un ni?o y sabes llorar, tienes una larga carrera por delante, mucho trabajo", afirma Simmons, una actriz profesional cuyo curr¨ªculo incluye papeles en series de ¨¦xito como Mujeres desesperadas y Will y Grace.
Esa ma?ana de domingo, Jaysha se siente bastante confiada: el d¨ªa anterior hab¨ªa logrado llorar por s¨ª sola, aunque requiri¨® cierta preparaci¨®n. Primero trat¨® de imaginarse a su padre muerto; luego, a su madre. "Prob¨® con el perro", dice su padre, Jay, "pero no funcion¨®. Ten¨ªamos que ser nosotros dos". Jaysha fingi¨® que sus padres hab¨ªan sido apu?alados.
Simmons se arrodilla frente a la ni?a y le pide que cuente una historia triste. Sentada en su silla, Jaysha hace un moh¨ªn y comienza: quer¨ªa un cachorro, pero su padre le dijo que no. Compraron un perro. Su padre, que es propietario de una licorer¨ªa, lo bautiz¨® Smirnoff [como el vodka]. "Pero se hac¨ªa pip¨ª en la alfombra y le mord¨ªa los dedos del pie a mi madre", contin¨²a Jaysha, pegando la barbilla al pecho para mayor efecto. Su padre vendi¨® a Smirnoff porque era demasiado dif¨ªcil de educar.
"?C¨®mo te sentiste?", pregunta Simmons en voz baja. "Mal", balbucea entre dientes. Los ni?os la observan en silencio y a ella se le llenan los ojos de l¨¢grimas. La profesora aplaude, los ni?os tambi¨¦n. Jaysha lo alarga un momento, y luego levanta la cabeza y sonr¨ªe.
"?Qu¨¦ logro tan incre¨ªble!", dice Simmons sonriendo. "?Sin mentol, ni colirio, ni cebolla! Al natural. Ha sido precioso". Las l¨¢grimas aut¨¦nticas siempre son las mejores, aconseja la profesora, pero a veces las audiciones requieren ayuda. Si, por ejemplo, optan por utilizar un pa?uelo con cebolla troceada, Simmons recuerda a sus estudiantes que no lo tiren despu¨¦s en la sala de audiciones.
Mientras Jaysha escucha a sus compa?eros narrar historias tristes sobre ardillas atropelladas en la carretera y padres ausentes, Jay espera en el concurrido vest¨ªbulo del North Clubhouse de Oakwood, el centro de actividad del programa. Ni?os vestidos a la moda hablan por tel¨¦fonos m¨®viles; otros leen en los sof¨¢s de una sala de espera, frente a la recepci¨®n, donde el cualificado personal ofrece a los hu¨¦spedes servicios similares a los de un hotel. El gimnasio, que dispone de entrenadores personales, tiene vistas a unos senderos ajardinados que conducen a una piscina y a las pistas de tenis.
Cada a?o, entre mediados de enero y mayo, cuando se realizan pruebas de reparto para unos cien episodios piloto de series de televisi¨®n, una cuarta parte de las 1.151 viviendas amuebladas de Oakwood est¨¢n ocupadas por familias de ni?os actores. "Hogar de los famosos, y de los casi famosos", reza un cartel junto a la entrada principal. Situado cerca de Burbank, el centro est¨¢ pr¨®ximo a la mayor¨ªa de los grandes estudios de Hollywood. Oakwood est¨¢ especializado en novatos. En el complejo hay conferencias sobre el sector del espect¨¢culo; contactos con gente como Simmons, que imparte clases suplementarias para enrolar a nuevos alumnos, o una feria para ni?os actores que ofrece cintas para aprender dicci¨®n, fotograf¨ªa y presentaci¨®n de retratos o DVD con estrategias de mercadotecnia. El alquiler m¨ªnimo de un estudio con campa plegable en Oakwood es de 1.600 euros.
Algunas fuentes del sector atribuyen la oleada de novatos a los programas de televisi¨®n rodados entre bastidores, pel¨ªculas biogr¨¢ficas sobre estrellas, noticiarios de las celebridades y revistas de entretenimiento para adolescentes, que dan a los que van por libre una sensaci¨®n de confianza respecto a c¨®mo funciona el mundo del espect¨¢culo. "Con American idol e Internet, todo el mundo cree entender lo que est¨¢ ocurriendo", dice la representante Jillian Neal. "Antes exist¨ªa una divisi¨®n mucho mayor entre el mundo real y Hollywood". El promocionado Programa de Ni?os Actores de Oakwood alimenta la idea de que existe una f¨®rmula para alcanzar el estrellato.
Muy pocos padres de los que conoc¨ª durante las cuatro semanas que viv¨ª en Oakwood parec¨ªan motivados por el dinero que pod¨ªan ganar sus hijos (los inusuales 80.000 euros por un anuncio emitido en todo el pa¨ªs o, si un ni?o consigue un papel en un programa piloto, entre 4.000 y 40.000 euros, en funci¨®n de la importancia del papel, si se emite por antena o por cable). Pero muchos de ellos, al igual que los padres demasiado ansiosos que est¨¢n decididos a que su hijo acceda a una universidad de la Ivy League [las facultades m¨¢s prestigiosas de Estados Unidos], parecen creer que las interminables clases y sesiones garantizar¨¢n el ¨¦xito de sus peque?os.
Anne Henry, cofundadora de la Biz Parentz Foundation, un grupo sin ¨¢nimo de lucro que ofrece informaci¨®n a las familias de ni?os actores, se?ala que el creciente n¨²mero de familias que desarraigan su vida para ir a Los ?ngeles es reflejo de la presi¨®n social. "Los padres creen que deben a sus hijos la oportunidad de perseguir su sue?o". Y para muchos de ellos, eso implica dedicarse a convertir sus aspiraciones en una carrera en la cima de Hollywood.
Las madres suelen predominar entre quienes van con sus hijos a Oakwood. Jay Patel, un padre de 36 a?os, es la excepci¨®n; pero, al igual que sus compa?eras, no ten¨ªa ni idea de que pudiera resultar tan duro. Su hija, Jaysha, era especial; destacaba en cada oportunidad que le daban en el vecindario de su ciudad natal, Bradenton (Florida): bailes tradicionales indios, f¨²tbol, nataci¨®n o k¨¢rate. El problema es que le encantaba todo. Jay quer¨ªa que la ni?a se centrara en s¨®lo una cosa para que pudiera iniciar el ascenso profesional mientras fuera joven. Jay, un inmigrante de Zambia, hab¨ªa abandonado los estudios, y cuando su prometedora carrera de cr¨ªquet no se materializ¨®, acab¨® regentando una licorer¨ªa con su esposa. Creyente convencido de la educaci¨®n planificada, pag¨® cerca de 7.000 euros por una matr¨ªcula de por vida para Jaysha en la John Robert Powers, una escuela de modelos que situ¨® a Jaysha en el circuito regional y m¨¢s tarde en el nacional. Padre e hija han viajado a California en dos ocasiones -por un coste superior a 8.000 euros- para asistir a convenciones de artistas, incluida la reuni¨®n de la International Modeling and Talent Association (IMTA), una de las m¨¢s importantes del pa¨ªs.
Alentados por las escuelas locales de artistas, ni?os de todas partes asisten -y pagan cuantiosas matr¨ªculas- para participar en talleres profesionales de la IMTA. Jay se qued¨® estupefacto ante la cantidad de ni?os dotados, pero considera que Jaysha, al ser india, juega con ventaja. En la IMTA, la ni?a particip¨® en talleres de moda, interpretaci¨®n, concursos de ba?adores y mon¨®logos. Le gust¨® todo, excepto la moda, porque hay que estar muy delgada. "Yo tengo que comer", afirma. Jay regres¨® a su casa con algunas tarjetas de visita de representantes que opinaban que Jaysha promet¨ªa.
La gente con la que habl¨® le recomend¨® que se trasladara a Los ?ngeles para la temporada de programas pilotos. Poco despu¨¦s, Jay comunic¨® a su esposa que quer¨ªa venderlo todo y marcharse. "Desde el 11-S he cambiado", dice. "Tienes que vivir". Su esposa le respondi¨® que estaba loco, pero al final accedi¨® a que ¨¦l y Jaysha se fueran a Hollywood seis meses, y ella se quedar¨ªa en casa y se ocupar¨ªa de la tienda.
Los agentes y representantes con los que habl¨¦ dicen preferir a familias sin limitaciones econ¨®micas, as¨ª como el compromiso de un progenitor de tomarse la carrera del ni?o como un trabajo a tiempo completo. Las buenas madres de actores deben ser simp¨¢ticas y profesionales, y, a pesar del tr¨¢fico de Los ?ngeles, conseguir que el artista siempre llegue a tiempo.
Si la carrera del ni?o empieza a coger impulso, la familia debe trasladarse a Los ?ngeles. Es preferible un hijo ¨²nico, ya que el actor no echa de menos a sus hermanos y la madre no se siente abrumada.
Rhondelle Liberato, una ex agente inmobiliaria de 49 a?os originaria de Galveston (Tejas), y su hija Liana, de 10, forman una buena pareja para quienes buscan nuevos clientes. Y el a?o pasado, durante su primera temporada de pilotos, Liana tuvo el golpe de suerte que todo el mundo advierte a los novatos que no se espere: la ni?a rubia de ojos azules particip¨® en su primera audici¨®n. Al final de la temporada hab¨ªa logrado cuatro trabajos importantes en series de televisi¨®n, incluidos Cold case y CSI Miami. Liana tiene instinto para interpretar y un rostro que adquiere resonancia en pantalla. "Es muy tranquila por naturaleza, y la tranquilidad es una baza para el cine", se?ala Simmons, que le da clases privadas. Y luego est¨¢ la confianza de Liana: durante unas pruebas para un episodio piloto interpretando a la hija de Jane Leeve, fruto de un donante de esperma, imit¨® ingeniosamente a Leeve -sin gui¨®n- e hizo que director y productores se rieran.
Rhondelle recuerda que, cuando estaba embarazada de Liana, iba al cine y ve¨ªa sesiones continuas. Siempre ha sentido curiosidad por los rodajes cinematogr¨¢ficos y la vida de las estrellas. Cuando Liana, a sus tres a?os, empez¨® a participar en musicales de la comunidad -una pasi¨®n que comparte con su padre, George-, Rhondelle qued¨® maravillada ante el aplomo sobre el escenario de la ni?a y quer¨ªa que conservara ese descaro. "A m¨ª me intimida el ver a ni?os actores", comenta Rhondelle. "?C¨®mo lo hacen? Yo no soy as¨ª, pero no quer¨ªa reprimirla ni tener que arrepentirme de nada".
Despu¨¦s de que Liana completara su trabajo profesional en 26 funciones de Galveston, the musical cuando ten¨ªa siete a?os, sus padres la apuntaron a un campamento local de actores. Cuando la ni?a ten¨ªa nueve, ella y Rhondelle viv¨ªan en Oakwood. Ya que se lanzaron, quiere que su hija lo d¨¦ todo. "No he venido aqu¨ª para estar mano sobre mano", afirma Rhondelle. El estilo de Liana es m¨¢s reposado: su competitividad aflora s¨®lo en las audiciones; si est¨¢ estresada se lo guarda para ella. "Mi madre quiere que trabaje muy duro", dice. "A veces no me apetece hacer nada. Quiero leer el gui¨®n una o dos veces, pero ella pretende que lo repase cinco o seis".
Poco despu¨¦s de este prometedor comienzo el a?o pasado, su padre, que tuvo que someterse a una operaci¨®n de c¨¢ncer de pr¨®stata, descubri¨® que necesitar¨ªa radioterapia, y Rhondelle y Liana regresaron a Galveston.
Una vez finalizado el tratamiento, la representante de la ni?a, Laura Walsh (que tambi¨¦n lleva a Jaysha), las anim¨® a regresar, y as¨ª lo hicieron.
A pesar de los incansables esfuerzos de Rhondelle, ha sido dif¨ªcil recobrar el impulso inicial. Liana todav¨ªa se presenta a pruebas, pero a¨²n no ha conseguido trabajo. Entretanto, Rhondelle estaba gastando una peque?a fortuna en las sesiones particulares con Simmons.
Adem¨¢s de las clases, Simmons anima a los padres a esforzarse para que sus hijos destaquen. La profesora sugiri¨® que Liana participara en una de sus estratagemas publicitarias: entregar cestas de obsequio a los directores de las pruebas de selecci¨®n de los estudios. Todas incluyen fotograf¨ªas y el curr¨ªculo del estudiante que participa y de la propia Simmons. "Si las llevara yo dir¨ªan: de acuerdo, d¨¦jela ah¨ª", afirma. "Pero si lo hace una preciosa rubita con los ojos azules?".
El d¨ªa de San Valent¨ªn, Liana estaba sentada en el asiento trasero del coche de su madre firmando tarjetas para las entregas de cestas. "?'De Liana'?", pregunt¨® la ni?a. "?Qu¨¦ tal 'Con cari?o'?", propuso su madre. Rhondelle dice que le gustar¨ªa que la carrera de su hija hubiera superado la fase de tener que hacer cosas como repartir cestas de obsequios. Pero se ha enterado de que Jaysha participar¨¢ en una prueba para Haversham Hall, una nueva serie de Disney, gracias a uno de estos regalos.
Rhondelle est¨¢ cansada; ha pasado la noche despierta, preocupada y hablando con su marido. Lo que m¨¢s la inquieta es presionar demasiado a Liana para la audici¨®n de Magic, pero si la ni?a se hace con el papel de protagonista, ella cree que las cosas arrancar¨¢n y la presi¨®n no ser¨¢ tan intensa. "No cabe duda de que Liana desea el papel, pero quiero que d¨¦ un poco m¨¢s".
Cuando deja la primera cesta en un estudio, la secretaria de recepci¨®n sonr¨ªe a Liana. Sin duda ya ha visto a otras monadas con cestas. No obstante, el director de casting sale y la acepta un tanto inc¨®modo. En la siguiente parada, la secretaria indica a la ni?a que coloque la cesta sobre la mesa de la directora de pruebas, al lado de las otras, incluidas algunas que todav¨ªa est¨¢n sin abrir y que dicen: "?Feliz 2006!".
De vuelta al coche, Rhondelle se desespera al enterarse de lo de las otras cestas. "?La has visto a ella, o a su secretaria?", pregunta. Luego acuden a una enorme y ruidosa sala de audiciones llena de gente: montones de beb¨¦s emperifollados con pantalones de peto y vestiditos de La casa de la pradera, muchos ni?os peque?os pelirrojos y rubias con coletas. Los padres seleccionan retratos.
Liana vio por primera vez a Hannah en el gimnasio de Oakwood. Hannah, una chiquilla de 13 a?os, sali¨® despedida de una cinta para correr despu¨¦s de aumentar demasiado la velocidad. Pero Liana la hubiera visto de todos modos: es delicada, menuda e intensa.
Result¨® que Hannah tambi¨¦n era actriz. Madres e hijas, que viv¨ªan en el mismo edificio, se hicieron amigas. Las mujeres tienen mucho en com¨²n: el padre de Hannah tambi¨¦n super¨® un c¨¢ncer. Ambos dirigen su propio negocio: el padre de Liana es agente inmobiliario, mientras que el de Hannah tiene una empresa de programas inform¨¢ticos. Los dos las visitan a menudo. Ambas madres abandonaron una vida muy acomodada y han sido criticadas por permitir que sus hijas realicen ciertos trabajos: Nova, por dejar que Hannah interprete a la hija de un drogadicto en una serie televisiva, y Rhondelle, por consentir que Liana aceptara un papel en el que la madre del personaje utilizaba su fotograf¨ªa en Internet para atraer a hombres.
Aunque la carrera de Hannah est¨¢ m¨¢s avanzada que la de Liana -Hannah tiene tres largometrajes en su haber-, las dos se presentan a pruebas de forma habitual, y ambas familias, cuando est¨¢n juntas, se sienten bien gracias al nivel compartido de ¨¦xito.
Los ni?os de Oakwood no son ni mucho menos tan competitivos como los adultos, pero cuanto m¨¢s importantes son los papeles, m¨¢s mengua la cantera, lo cual deja muy claro qui¨¦n es el rival. (Cada vez que Hannah regresaba para una segunda o una tercera prueba, o para realizar una audici¨®n ante los productores, se encontraba habitualmente con las mismas seis chicas). Es bueno para la relaci¨®n el que tengan estilos diferentes y no compitan a menudo por los papeles: Liana es rubia, atl¨¦tica y juvenil; Hannah es morena, seria y madura.
Pero ambas ni?as se ofenden cuando los adultos dan por hecho que el actuar est¨¢ echando a perder su infancia. "Interpretar es mi pasi¨®n, y creo que eso es ser una ni?a", dice Liana. "Lo mismo digo", a?ade Hannah.
Una noche de febrero, Hannah estaba durmiendo en casa de Liana. Ellas evaluaban los nuevos retratos de Liana como si estuvieran eligiendo al chico m¨¢s guapo de una revista para adolescentes. Luego se pusieron a jugar al escondite. Despu¨¦s, Hannah mont¨® con autoridad una cama de almohadas en el suelo. "Mira esto", dijo, mientras se pon¨ªa recta y se dejaba caer de espaldas. "Es una acrobacia que tuve que hacer en Doll graveyard", un filme de terror de bajo presupuesto. En una escena, Hannah ten¨ªa que caer de espaldas en su tumba, que hab¨ªa sido ablandada con un colch¨®n. "Pero desde fuera parec¨ªa polvo", explicaba.
La madre de Hannah, Nova, una ex actriz de 48 a?os nacida en Los ?ngeles, cree que su hija, a la que siempre le ha encantado actuar, est¨¢ hecha para la profesi¨®n en la que ella no se centr¨®. "Se necesita una visi¨®n de t¨²nel", dice Nova, que a los seis a?os ya ten¨ªa agente. "Hannah tiene m¨¢s talento y confianza". Nova interpret¨® en televisi¨®n a la t¨ªpica chica estadounidense sana, y su hija prefiere papeles dram¨¢ticos en pel¨ªculas serias. "Para Nova todo es luz y sol", dice Jillian Neal, representante de Hannah y una de las viejas amigas actrices de Nova. "A Hannah la atrae el lado oscuro".
Cuando Hannah ten¨ªa 10 a?os le dijo a su madre: "Quiero tener las oportunidades que t¨² tuviste". Aunque Nova quer¨ªa apoyarla en todo aquello que pudiera, le preocupaba que las presiones de Hollywood acentuaran la tendencia de la ni?a a estresarse con facilidad. Hannah siempre ha sido un manojo de nervios; de peque?a ten¨ªa problemas para dormir. "Para ser una ni?a con todos estos privilegios, sufre mucho dolor emocional", afirma la madre.
Pero, para Hannah, el actuar tambi¨¦n era una forma de expresarse. "De todos modos, Hannah nunca encaj¨®", se?ala Nova. En la escuela no fue una ni?a popular. La coh¨ªbe ser tan diminuta, pero en Hollywood eso es un punto a su favor. (Hannah puede interpretar a personajes m¨¢s j¨®venes). En 2005 fueron a Oakwood con la intenci¨®n de quedarse s¨®lo ocho semanas. Ya ha pasado m¨¢s de un a?o. Para Hannah, la jornada comienza viendo Live with Regis and Kelly [un show de televisi¨®n de gran audiencia], ya sea en la cama o en su sof¨¢ blanco de piel. Despu¨¦s, ella y su madre estudian en casa. Una noche por semana, Nova elige una pel¨ªcula para analizar su direcci¨®n o sus interpretaciones: Luna de papel, Mi vida como un perro o Un retazo azul. Les gusta jugar al Scene It, un juego de preguntas y respuestas sobre cine. Se r¨ªen mucho. Hannah, una ni?a muy minuciosa, crea complejos collages de moda y famosos. Intenta aprender tanto como puede de todo el mundo que se encuentra en el plat¨®: una vez le pidi¨® a un productor que le explicara c¨®mo funcionaba un presupuesto.
A Hannah le gusta salir con Liana, pero puede resultarle agotador. A Liana le encanta correr por Oakwood. Un d¨ªa, Hannah lleg¨® a casa y dijo, asombrada: "?Me ha hecho trepar por un ¨¢rbol!". Nova dice que espera que las ganas de jugar de Liana relajen a su hija. Cuando las ansiedades de Hannah la abruman, cosa que ocurre a menudo, su madre dice: "Necesitamos una dosis de Liana".
Aidan Mitchell, otro amigo de Hannah, comparte su obsesiva intensidad. Aidan, que tiene 12 a?os, se vio condenado al ostracismo por las cualidades que le resultan tan ¨²tiles en Hollywood: su belleza f¨ªsica casi tierna y su voluntad de correr grandes riesgos emocionales. Al hablar con su madre, Connie, queda claro que su infancia fue extremadamente infeliz. Padece trastorno de desarrollo de la coordinaci¨®n, lo cual le convirti¨® en objeto de burlas y acoso antes de que su familia abandonara Irlanda y se estableciera en Estados Unidos cuando ¨¦l ten¨ªa tres a?os. Pero Aidan encajaba bien entre actores adultos. Cuando ten¨ªa 10 a?os se mudaron a San Diego, y las clases le resultaban decepcionantes. "No estaban muy bien", dice. "Los ni?os iban all¨ª a divertirse. No estaban para aprender nada". Su madre, que quer¨ªa que los productores de cine le conociesen, le llev¨® a Los ?ngeles durante una semana de clases intensivas de preparaci¨®n para los programas piloto, y Aidan tuvo una buena acogida. Recientemente pas¨® a formar parte del reparto de uno de estos programas, Low life, en el que interpreta al hijo de Minnie Driver y Eddie Izard. Ha trabajado en dos pel¨ªculas y empezar¨¢ a rodar una tercera, Rodeo, en la que encarna a un ni?o que sufre abusos f¨ªsicos de su padrastro.
A Connie le resulta f¨¢cil gestionar los negocios de su hijo en Hollywood en comparaci¨®n con los desaf¨ªos de su vida anterior. "En Irlanda me pasaba la vida d¨¢ndome cabezazos contra el sistema educativo y m¨¦dico", comenta. "Ahora puedo invertir el tiempo en cosas positivas para ¨¦l". Connie est¨¢ agradecida de que su peque?o por fin abrigue esperanzas. "Aqu¨ª se celebra su forma de ser", dice.
En el caso de Jaysha, las audiciones han ido llegando poco a poco. Se las toma con calma, como parece hacer con todo lo dem¨¢s: ensaya, lo intenta, fracasa y sigue adelante. Va a ver pel¨ªculas de Bollywood con su padre y toma helados en el Olive Garden, un local con solera.
Sin embargo, Jay parece destrozado. Ha empezado a sufrir migra?as. Ha ganado peso. Est¨¢ bebiendo demasiado. Su mujer, a la que conoci¨® a trav¨¦s de un matrimonio ama?ado, se ha vuelto mucho m¨¢s independiente, y cuando le visita no parece ansiosa de retomar su papel tradicional. El viejo desaf¨ªo de dominar el negocio del espect¨¢culo se ha vuelto tedioso. Jay tambi¨¦n percibe el comportamiento de los padres que le rodean, el desesperado soborno de sus hijos para acceder a audiciones y las airadas cr¨ªticas hacia los profesores. "Los padres est¨¢n dispuestos a gastarse el dinero", afirma Jay, "pero quieren resultados".
Desde el principio, Jay decidi¨® no vivir en Oakwood y enviar a Jaysha a una escuela cat¨®lica convencional para intentar conservar cierto parecido con una infancia normal. Pero, aun as¨ª, la lleva a todas las clases que se ofrecen: un curso de cinco semanas con un director de casting (310 euros), ocho sesiones sobre lecturas sin preparaci¨®n previa (290 euros) y un intensivo de seis horas sobre el mismo tema (120 euros). La segunda vez, las clases de lectura improvisada las daba Joey Paul Jensen, que se encarga de la selecci¨®n de actores para la productora Disney. A Jay le gusta Jensen porque es seria, y espera que tenga en cuenta a Jaysha para un futuro papel.
Pero, seg¨²n Jensen, los ni?os tienen pocas probabilidades. Para un papel menor o secundario en un episodio piloto, Jensen puede probar tranquilamente a 500 o 600. Cada uno de los cuales dispone de entre dos y cinco minutos. "Pones un anuncio para un casting diciendo que necesitas un ni?o pelirrojo de siete a?os con un ojo azul y otro marr¨®n, y al cabo de 10 minutos hay cientos de ni?os en la sala de espera", afirma Marc Warren, colega de Jensen y guionista de la serie televisiva de Disney Raven.
No obstante, Jensen coincide con Jay, el padre de Jaysha: es el momento del look ¨¦tnico. Y aunque la ni?a es india, puede convertirse en hispana, y siempre hay escasez de ni?as latinas de 10 a 12 a?os.
Jay ha gastado hasta la fecha 40.000 euros y no parece que vaya a parar. "Cuando veo que a los directores realmente les gusta Jaysha, pienso que puedo aguantar". (De hecho, a finales de mayo consigui¨® su primer papel importante en una pel¨ªcula titulada Quest of alchemy, en la que interpreta a una ni?a de madre india y padre estadounidense). Jay se est¨¢ planteando la idea de mudarse a Los ?ngeles. Aunque quiz¨¢ Hollywood est¨¦ destrozando su salud y su seguridad econ¨®mica, es consciente de una cosa: ha alterado profundamente su idea de ser padre. Antes sol¨ªa preocuparse s¨®lo de s¨ª mismo, se pasaba el tiempo jugando al golf y y¨¦ndose de juerga con los amigos. Ahora toda su atenci¨®n se centra en Jaysha, que se est¨¢ volviendo m¨¢s independiente, e incluso m¨¢s tranquila.
Una noche, a mitad de la sesi¨®n de grabaci¨®n de programas piloto, Liana y Hannah se tiraron a la piscina del North Club de Oakwood despu¨¦s de remojarse en el jacuzzi. Los focos de la piscina hac¨ªan que el agua brillara bajo las palmeras. Las ni?as hac¨ªan el pino y carreras de nataci¨®n. Liana interpret¨® su imitaci¨®n de Tibur¨®n. Hannah fingi¨® ahogarse, tan convincentemente que daba miedo. Liana cuenta que se qued¨® paralizada cuando le dijeron que realizara las pruebas para Haversham Hall sin ayuda. "?Sabes lo divertido de llorar cuando te lo piden?", pregunta. "Piensas en algo y luego te echas a llorar".
A las nueve y media de la noche se presenta en la piscina el padre de Hannah, un hombre atl¨¦tico con una toalla en cada una de sus fuertes manos. "Ya es la hora". "No", dice Hannah, sumergi¨¦ndose. "Ya es la hora", repite cuando la ni?a sale a la superficie. "?Pap¨¢!", suplica Hannah mientras sale de la piscina, "?podemos quedarnos juntas?, ?puedo ir a casa de Liana?". Su padre la envolvi¨® en la toalla, y Hannah correteaba junto a ¨¦l por el camino mientras Liana caminaba detr¨¢s. "Ya la ver¨¢s ma?ana", le replica Robin.
Robin y las ni?as se detienen frente a la casa de Liana, donde Hannah hab¨ªa dejado la ropa. Las chicas tardan una eternidad en cambiarse, y la conversaci¨®n de Rhondelle y Robin vuelve a las preguntas que formulan todos los padres de ni?os actores: ?cu¨¢nto tiempo aguantas?, ?sigues alquilando una casa en Oakwood?, ?compras un piso? De hecho, Hannah y Liana finalmente tuvieron una buena primavera: aunque Liana no consigui¨® actuar en Magic, en el mes de mayo acab¨® haci¨¦ndose con el papel protagonista en una pel¨ªcula, en la que interpreta a una chica galesa; Hannah encarnar¨ªa a la hija de un terrorista saud¨ª en una serie de televisi¨®n, Criminal minds. Pero todo lo que no sea un ¨¦xito espectacular implica que la pregunta surgir¨¢ una y otra vez.
Hannah sale disparada del dormitorio. Robin la agarra por debajo del brazo, se dirige de nuevo hacia la puerta y la abre con la mano que le queda libre. Como una gran dama, lanza besos de despedida y se inclina elegantemente para decir adi¨®s.
La puerta se cierra de un golpe. Rhondelle le dice a Liana que se prepare para acostarse. "?Puedo levantarme tarde?", pregunta.
Cuando Rhondelle se pone a corregir los deberes de las clases particulares de su hija, se enfada en voz alta. Liana se hab¨ªa tirado en el sof¨¢ con el ba?ador mojado y se hab¨ªa echado una colcha sobre las rodillas. Puso al corriente a Rhondelle sobre las ¨²ltimas noticias de Hannah: estaba en las rondas finales para un papel en una pel¨ªcula con Nicole Kidman. Como siempre, Rhondelle ten¨ªa numerosas preguntas: sobre esa audici¨®n y sobre si Hannah hab¨ªa recibido noticias del director de casting de Urgencias, que solamente hace pruebas a unas cuantas ni?as cada vez. Pero a estas alturas, Liana ya sabe c¨®mo tranquilizar a su madre y animarse a s¨ª misma sin hablar mal de su amiga. Mes¨¢ndose los mechones de su pelo rubio, le explica: "Quer¨ªan a alguien que no se pareciera a Nicole Kidman, as¨ª que no pod¨ªa ser yo".
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