Parla ya tiene su oasis
1.700 personas estrenan la primera piscina municipal de agua salada en Espa?a
Las calles de Madrid no van a dar al mar, pero el sur de la regi¨®n ha encontrado su primera l¨ªnea de playa. La llaman la "playa de Parla" y ayer, a las diez de la ma?ana, fue invadida por cientos de ba?istas. Tres piscinas de agua salada, 26.000 metros cuadrados de c¨¦sped y arena, duchas y un vertiginoso tobog¨¢n forman la orilla del mar de Parla.
"Un oasis de sol y playa", seg¨²n Conchi, una jubilada que ayer accedi¨® gratis al recinto con sus amigas Lourdes y Mercedes (los mayores de 65 a?os y los minusv¨¢lidos entran gratis, los ni?os pagan 2,90 euros y los adultos, 5,80). Conchi y otras 1.700 personas decidieron estrenar la nueva piscina de Parla (91.024 personas), situada en la avenida de las Am¨¦ricas.
"No es Benidorm, pero al menos no nos preocupamos por las medusas", dice un vecino
El olor a arena, a sal y a coco de loci¨®n bronceadora inundaba los 35.000 metros cuadrados que ocupa el complejo. "Parla tiene el mar con el que so?aban sus vecinos", afirm¨® el viernes el alcalde, el socialista Tom¨¢s G¨®mez. Ayer, la "playa" dise?ada por el arquitecto Manuel Canalda fue para aquellos que no han hecho las maletas. "Ahora tenemos la costa de Parla", observa Iv¨¢n, un joven de 17 a?os que combatir¨¢ el tedio de estudiar las tres asignaturas que le quedan para septiembre a base de toalla, libro y chapuz¨®n.
El recinto, en el que se han invertido cinco millones de euros, servir¨¢, pretende ser modelo para otros municipios. "Se trata de luchar contra el calor con f¨®rmulas no da?inas para los ojos, la piel y el cabello", explic¨® el concejal de Deportes, Mariano S¨¢nchez.
Los 3.500 metros cuadrados de piscinas obtienen de forma natural el cloro de las 20 toneladas de sal que han sido mezcladas con el agua por electr¨®lisis. "Pues s¨ª que sabe a sal", constatan Jos¨¦ Carlos y Adri¨¢n, dos chicos de Villaverde que probaron el agua nada m¨¢s zambullirse en la piscina de recreo, la m¨¢s grande de las tres. "Y no pican los ojos", afirma Adri¨¢n.
Una pareja de padres j¨®venes observan con sosiego desde sus toallas c¨®mo su hija de cuatro a?os, Mar¨ªa, se moja t¨ªmidamente un pie. La ni?a termina por confiarse y sumergirse en la piscina para ni?os. "Esto no es Benidorm", dice su padre Emilio, "pero por lo menos aqu¨ª no nos preocupamos ni por las medusas, ni por las mareas, ni por la brea".
Sombrillas, sillas, toallas, botes de crema y neveras llenas de latas de cerveza, refrescos y agua. "No se puede comer en el c¨¦sped, s¨®lo en la arena y en la cafeter¨ªa", dice, algo molesta, Raquel, una vecina de 33 a?os. "Falta m¨¢s arena", se queja, "porque aqu¨ª en el c¨¦sped no te dejan plantar la sombrilla". Carlos, de 23 a?os, Cathy y Caroline, de 19, se tumban despreocupados sobre la arena. "La sombrilla es gratis, s¨®lo hay que dejar el DNI en la entrada para que te la den, pero me da a m¨ª que la gente no se ha enterado", cuenta Iv¨¢n mientras mira al paraje, libre de sombrillas, que se abre a su alrededor.
El sol cae, sin misericordia, sobre los ba?istas a mediod¨ªa. En la cafeter¨ªa, donde s¨ª hay toldos, s¨®lo unas 15 personas se protegen de los rayos. "Aqu¨ª descansamos de los ni?os", dicen Ram¨®n y Mar¨ªa, de M¨®stoles. Mientras, los peque?os hacen cola para deslizarse por el tobog¨¢n. La piscina cerrar¨¢, como todas las municipales, en septiembre. Pero el spa urbano, con jacuzzis, saunas y un programa terap¨¦utico, abrir¨¢ sus puertas en octubre. Hasta entonces, a¨²n hay mucho tiempo para disfrutar de los chapuzones.
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