La lucha de las ideas
Virginia Y¨¢?ez revive la batalla de su familia contra el franquismo en un libro editado por CC OO
Hay dos palabras que han marcado la vida de Virginia Y¨¢?ez (Melilla, 1928), casada un activista comunista: el coraje y la valent¨ªa. Jos¨¦ P¨¦rez Norte, su esposo, empleado del Banco de Espa?a, se hab¨ªa afiliado en 1965 al Partido Comunista y, dos a?os despu¨¦s, fue detenido por la Guardia Civil junto a dos compa?eros con el coche repleto de octavillas. Su detenci¨®n imprimi¨® un giro radical a su familia. Virginia Y¨¢?ez, convertida en mujer de un preso pol¨ªtico, se arm¨® de valor para sacar adelante a sus seis hijos. Su historia se recoge en el libro Miradas de mujer, editado por CC OO para conmemorar los 75 a?os del sufragio femenino.
El d¨ªa de la detenci¨®n, Y¨¢?ez pas¨® la noche quemando papeles, octavillas y peri¨®dicos, para hacer desaparecer cualquier documento que lo delatara. "?l me hab¨ªa dicho que si sobrepasara la hora de llegada que lo destruyera todo. Al d¨ªa siguiente, cuando lleg¨® la Guardia Civil, s¨®lo encontr¨® la multicopista", rememora. Entonces la familia resid¨ªa en Sevilla. La casa de Virginia vivi¨® entre 1965 y 1967 momentos de fren¨¦tica actividad del Partido Comunista.
La vivienda pas¨® a ser un lugar clandestino, de reuni¨®n de los camaradas. All¨ª se imprim¨ªan las p¨¢ginas de dos peri¨®dicos Mundo Obrero y Democracia, desde donde los comunistas emplazaban a los obreros a plantear sus reivindicaciones y a unirse. "Hab¨ªa que poner la m¨²sica muy alta para evitar que se oyera el ruido de la m¨¢quina. A mi marido le gustaba mucho los cantos gregorianos que pon¨ªamos por todo lo alto", recuerda. "Los ni?os estaban avisados. Si alguien se acercaba a la cancela, mi marido miraba a trav¨¦s de la persiana para ver si era un desconocido".
Tras nueve meses encarcelado, Jos¨¦ P¨¦rez Norte fue condenado por el Tribunal de Orden P¨²blico a cinco a?os de prisi¨®n. Ingres¨® en la c¨¢rcel de Soria que albergaba ¨²nicamente a presos pol¨ªticos y de ETA. Fueron a?os dif¨ªciles para Virginia Y¨¢?ez. El m¨¢s peque?o de sus hijos ten¨ªa s¨®lo nueve meses. A su esposo lo hab¨ªan suspendido de empleo y sueldo. A¨²n as¨ª, Virginia Y¨¢?ez no padeci¨® grandes dificultades como otras familias porque recibi¨® apoyo de la suya y de los empleados del banco, que depositaban todos los meses una cantidad de dinero en solidaridad con su compa?ero preso. Virginia contact¨® con otras mujeres que estaban en su situaci¨®n. "Ve¨ªamos injusto que a nuestros maridos lo mantuvieran encerrados por el mero hecho de pensar de una determinada manera. Ellos no hab¨ªan cometido ning¨²n crimen". De esa etapa recuerda la uni¨®n entre los familiares de los presos.
Jos¨¦ P¨¦rez Norte sali¨® de la c¨¢rcel antes de cumplir su condena porque Franco concedi¨® una amnist¨ªa. El banco lo readmiti¨® pero lo destin¨® a Lugo. En 1975 la familia se instal¨® en Huelva. Compraron una casa en la calle Alfonso XIII, donde se constituy¨® la primera sede de CCOO. "De la puerta hasta el sal¨®n era la sede del sindicato y desde el sal¨®n hacia adelante la del partido", relata. "Muchas noches repaso los momentos vividos aquellos a?os. Ha habido situaciones alegres y otras tristes, pero hemos luchado con br¨ªo para conseguir una meta: la democracia de la que gozamos hoy".
El despacho de la casa de Virginia Y¨¢?ez, que aquellos a?os fue testigo de tanta actividad, parece albergar cierto movimiento, como si acabaran de redactar las ¨²ltimas octavillas. Sobre la mesa, una fotograf¨ªa de Santiago Carrillo firmada por ¨¦l y otra de Dolores Ib¨¢rruri. "En mi casa no he conocido una mala pistola. Como dec¨ªa Carrillo los comunistas disparan con ideas, no con armas".
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