'Potemkin', ba?ado por el pop
Los Pet Shop Boys triunfan en La Granja con su banda sonora para la pel¨ªcula de Eisentstein
Cuando Sergu¨¦i Eisenstein dirigi¨®, en 1925, la aclamada pel¨ªcula El acorazado Potemkin, en el cine estaba pr¨¢cticamente casi todo por inventar. De la m¨²sica, en 2006, no puede decirse lo mismo: muchas cosas ya est¨¢n inventadas. Acaso sea ¨¦sta una reflexi¨®n a plantearse antes de ver ese pelicul¨®n cl¨¢sico, con la banda sonora ideada 80 a?os despu¨¦s por el d¨²o brit¨¢nico Pet Shop Boys acompa?ados por la Dresdner Sinfoniker, una orquesta de cuerda compuesta por 26 virtuosos instrumentistas y dirigidos por Torsten Rasch.
Desde el principio la propuesta sonaba m¨¢s que interesante: el d¨²o pasa por ser abanderado de las vanguardias musicales electr¨®nicas desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, y la pel¨ªcula se ha tratado siempre como la m¨¢s innovadora de su ¨¦poca. Cine de vanguardia imitado, y copiado, durante casi un siglo. Reflejo de una ¨¦poca de revueltas, de sue?os de libertad, que narra el caso real del amotinamiento de la tripulaci¨®n del acorazado. El marco elegido acentuaba la fascinaci¨®n previa: Los hermosos y versallescos jardines del palacio de la Granja de San Ildefonso, uno de los s¨ªmbolos de las monarqu¨ªas del siglo XVIII.
As¨ª que m¨¢s de veinte mil personas se desplazaron la noche del s¨¢bado hasta la tranquila localidad segoviana para ver la ¨²nica representaci¨®n que de ese espect¨¢culo iba a hacerse en Espa?a, dos a?os despu¨¦s de haberse estrenado en la londinense plaza de Trafalgar y haber pasado luego por la plaza Roja de Mosc¨². Una peculiar velada de cine de verano al aire libre, sin pago de entradas, con los Pet Shop Boys en directo y una enorme pantalla que proyectaba entera, y en muy buen estado, esa joya del cine mudo.
El acorazado Potemkin marca un hito en la historia del cine: por mucho que se aprecie a los Pet Shop Boys, no se le puede adjudicar a su m¨²sica ese calificativo, aunque s¨ª pueda entrar en los anales del pop art. Lo de menos, en cualquier caso, es andarse con comparaciones. Cine y m¨²sica son cosas distintas. Cuando ambas artes se unen bien, el espect¨¢culo es formidable. Se comprob¨® en La Granja: El Potemkin volvi¨® a navegar.
Las famosas escenas de la cinta de Eisenstein, tan emocionantes como cuando el pelot¨®n de ejecuci¨®n se niega al fusilamiento de compa?eros, o tan tr¨¢gicas como la del carrito del ni?o cayendo por una escalera del Puerto de Odessa, elevan su impacto gracias a los Pet Shop Boys. La pel¨ªcula se cuenta sola, y si ni apenas necesita que se traduzcan los insertos de texto t¨ªpicos del cine mudo, pues basta un gesto, una mirada, una mueca, un pu?o apretado o una sonrisa para entender lo que el director pretende, menos requerir¨ªa de un acompa?amiento musical.
De ah¨ª el m¨¦rito de lo que aporta Pet Shop Boys: la pel¨ªcula recobra grandeza. Y dramatismo. No es que alguna vez los perdiera, pero es que relegada a los circuitos del cine de culto, parec¨ªa s¨®lo para eruditos e intelectuales. Pet Shop Boys ayudan a verla con los ojos de 2006. A devolverla al lado popular que en su origen tuvo. Dicen que Eisenstein dijo una vez que le gustar¨ªa que su pel¨ªcula tuviera una banda sonora nueva cada d¨¦cada. Si hubiera estado la otra noche en La Granja, posiblemente habr¨ªa aplaudido la que proponen para la primera del siglo XXI.
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