Los silencios y las voces
A punto de producirse mi cese como Alto Comisionado de apoyo a las V¨ªctimas del Terrorismo estos meses de verano, me parece buen momento para transmitir experiencias, sentimientos y razones con ocasi¨®n de estos casi dos a?os en el cargo.
En mi primera apreciaci¨®n debo reconocer mi error al aceptar y asumir las funciones cuando me lo propuso el se?or presidente del Gobierno. Cre¨ª que era una obligaci¨®n moral y que contar¨ªa con el apoyo de todos para cumplir lo mejor posible. Mis relaciones con todos los grupos parlamentarios eran positivas, sobre todo con el PP. En mi acceso a la Presidencia del Congreso de los Diputados tuve 339 votos, entre ellos la totalidad del PP de Manuel Fraga. M¨¢s tarde, a petici¨®n del Presidente Aznar, colabor¨¦ con el Centro de Estudios Constitucionales, dirigido entonces por la profesora Carmen Iglesias, en un equipo de profesores universitarios para estudiar la Constituci¨®n en relaci¨®n con las posiciones de los nacionalistas vascos. El presidente debi¨® de quedar satisfecho del encargo porque nos invit¨® a almorzar con ¨¦l en Moncloa. Al tiempo, los sucesivos ministros de Educaci¨®n, Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, atendieron mis peticiones para abrir una l¨ªnea de apoyo econ¨®mico para construir Colegios Mayores. Esas ayudas colaboraron a disminuir el esfuerzo de la Universidad Carlos III de Madrid en Legan¨¦s -Colegio Mayor Fernando Abril Martorell- y en Colmenarejo -Colegio Mayor Antonio Machado-. Tambi¨¦n durante el Gobierno del PP el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, impuls¨® y complet¨® el servicio de escolta que me acompa?aba. Asimismo, me pidieron, de acuerdo el PSOE y el PP, que me incorporase al patronato de la Fundaci¨®n Miguel ?ngel Blanco, donde fui bien recibido por todos. Podr¨ªa seguir con m¨¢s ejemplos de mi relaci¨®n con la oposici¨®n al Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero. Quiz¨¢s eso y el car¨¢cter de apoyo humanitario y de ayuda a las v¨ªctimas del terrorismo me llev¨® al error enorme de pensar que estaba en un puesto concordia.
No sab¨ªa de lo que eran capaces algunos cuando se toca algo que creen de su propiedad
Sin embargo, nada m¨¢s llegar me encontr¨¦ con la hostilidad de los populares y de alg¨²n dirigente de asociaci¨®n de v¨ªctimas pr¨®ximo al PP. Me acusaron de dividir a las v¨ªctimas, de intentar marginarlas y acallarlas. Tambi¨¦n de favorecer tesis de ETA y otras barbaridades semejantes. A esas posturas se unieron personas con las yo hab¨ªa colaborado y que eran senadores, y otras a las que hab¨ªa ayudado a promocionar en sus carreras profesionales y eran diputados. Rajoy tard¨® en pronunciarse meses, pero cuando lo hizo fue especialmente ofensivo y me consider¨® uno de los tres m¨¢s grandes errores socialistas, junto con la retirada de las tropas de Irak y la de las estatuas de Franco. En las manifestaciones que organiz¨® la AVT fui increpado e insultado, core¨¢ndose entre otras frases de "Peces-Barba dimisi¨®n". Era obvio que no hab¨ªa hecho un buen diagn¨®stico. No sab¨ªa de lo que eran capaces algunos cuando se toca algo que creen de su exclusiva propiedad.
Con esa ofensiva agresiva y poco fundada empez¨® el trabajo y r¨¢pidamente hicimos un an¨¢lisis de la situaci¨®n y una evaluaci¨®n de los problemas. Mi agradecimiento sin l¨ªmites a todas las personas de la Oficina por su trabajo continuo y abnegado. Comprend¨ª con preocupaci¨®n que hab¨ªa muchos temas que resolver y muchas lagunas en la protecci¨®n de los afectados y de sus familias. Desde el primer momento tuvimos la comprensi¨®n y el afecto de v¨ªctimas de todo tipo y procedentes de todas las asociaciones, y muchas independientes y sin asociar, que son casi el 80% de la totalidad. No puedo ni debo concretar los casos, pero lo cierto es que resolvimos muchos que nos produjeron gran alivio y satisfacci¨®n. Poco a poco los asesores de la Oficina, encabezada por el director general, el profesor Rodr¨ªguez Uribes, se fueron haciendo con los problemas hasta alcanzar un conocimiento exhaustivo de la situaci¨®n. Eso nos ha permitido tambi¨¦n preparar un anteproyecto de Ley Integral de Solidaridad, que ya est¨¢ en manos del Gobierno y de la que nos sentimos orgullosos, trabajo realizado conjuntamente con cuatro profesores de la Carlos III, los profesores Fern¨¢ndez Liesa, Castro, Mercader y Colomer.
Mucha gente, muchos amigos, se interesaban preocupados por la situaci¨®n y me preguntaban si la ofensiva contra m¨ª me hab¨ªa preocupado y producido dolor. Siempre respond¨ªa que no, porque la imagen medi¨¢tica no se correspond¨ªa con la realidad. El apoyo de muchas v¨ªctimas y de muchas asociaciones y la percepci¨®n de un trabajo honesto y callado me confortaba y aseguraba de su buen fin.
Las voces y los silencios estuvieron siempre presentes, y algunos silencios me dolieron y aumentaron mi pesimismo sobre aspectos de la condici¨®n humana, ni buena ni mala, pero desfalleciente, como dir¨ªa Hariou. No me voy con resentimiento y s¨ª con algunas convicciones reforzadas, como la experiencia de un apoyo constante de la vicepresidenta, Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega, y de ministros como Juan Fernando L¨®pez Aguilar, To?o Alonso, Jos¨¦ Bono, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba o Jes¨²s Caldera, y de secretarios de Estado, subsecretarios, directores generales y delegados del Gobierno, as¨ª como de la Oficina competente del Ministerio del Interior y de sus directivos. Tambi¨¦n confortado con tantas y tantas voces positivas de ciudadanas y ciudadanos y de todos los portavoces competentes menos los del PP.
Me entristecieron en las manifestaciones voces de personas que no me conoc¨ªan y que actuaban con mimetismo de agresividad transferido. Pero sobre todo me entristeci¨® la postura de dos o tres buenos amigos del PP, que lo son desde la Universidad, hace m¨¢s de cuarenta a?os, cuyo silencio me ha resonado tanto como el vocer¨ªo m¨¢s estruendoso. En ese punto mi pena es infinita, s¨®lo contrarrestada por dos personas del PP que nunca se han unido al coro, sino que han expresado afecto y consideraci¨®n. Me refiero a Manuel Fraga y a Gabriel Cisneros. Me han devuelto mi vieja idea de que adversarios no son enemigos y de que la dial¨¦ctica carlsmithtiana del odio no es defendible.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y rector de la Universidad Carlos III de Madrid
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