No basta con desarmar a Hezbol¨¢
Casi tres semanas despu¨¦s del comienzo de la crisis b¨¦lica abierta entre Israel y L¨ªbano, los llamamientos por parte del Gobierno liban¨¦s, la ONU y algunos pa¨ªses europeos para un cese inmediato de las hostilidades siguen cayendo en saco roto. Tras la inicial toma de posici¨®n de Estados Unidos de no interferir -una decisi¨®n que significaba dar un cheque en blanco a Israel para continuar su ofensiva- las recientes visitas de la secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice a la zona han clarificado los objetivos estadounidenses ante esta crisis. Rice se?al¨® con nitidez que su Gobierno no apoyar¨¢ un alto el fuego sin ciertas condiciones previas: la eliminaci¨®n de la capacidad de Hezbol¨¢ para atacar a Israel y la extensi¨®n del control del Gobierno liban¨¦s a todo el territorio nacional, que incluye el env¨ªo del Ej¨¦rcito liban¨¦s al sur del pa¨ªs. Esta pol¨ªtica est¨¢ basada en una ret¨®rica ideol¨®gica que nada tiene que ver con las realidades dominantes y estrat¨¦gicas del terreno.
Creer que el Ej¨¦rcito liban¨¦s vigilar¨ªa e incluso desarmar¨ªa a la milicia chi¨ª es del todo absurdo
Las acciones militares israel¨ªes nunca lograron debilitar al movimiento armado chi¨ª en L¨ªbano
La pol¨ªtica israel¨ª y norteamericana supone que la campa?a militar debilitar¨¢ profundamente la posici¨®n de Hezbol¨¢ en L¨ªbano. Esta teor¨ªa se basa en la esperanza de que los ataques a L¨ªbano reduzcan las capacidades militares de Hezbol¨¢ y, al mismo tiempo, estimulen ciertos procesos pol¨ªticos dom¨¦sticos que avancen y faciliten el desarme del grupo. Esta visi¨®n hace caso omiso de la naturaleza del sistema liban¨¦s, cuya complejidad y fragilidad hacen m¨¢s probable que el desenlace sea un conflicto civil antes que el inicio de un proceso pac¨ªfico que cambie los equilibrios internos a favor de los pol¨ªticos libaneses que desean desarmar a Hezbol¨¢.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que en el pasado las acciones militares israel¨ªes nunca consiguieron debilitar a Hezbol¨¢ en L¨ªbano. Estas operaciones suelen tener el efecto contrario, reuniendo a gran parte de la comunidad chi¨ª en apoyo a Hezbol¨¢. Aunque muchos libaneses culpen a Hezbol¨¢ de haber causado la actual crisis, es improbable que la mayor¨ªa de los chi¨ªes del sur del L¨ªbano y de los suburbios del sur de Beirut, que son las zonas m¨¢s castigadas, se sumen a esas cr¨ªticas.
Segundo, el Gobierno liban¨¦s no est¨¢ preparado -ni lo estar¨¢ en el futuro inmediato- para actuar en contra de un movimiento que representa a un sector considerable de la poblaci¨®n libanesa. En este momento, el Gobierno liban¨¦s est¨¢ al borde del colapso a causa de la presi¨®n que conlleva el desastre humanitario con su elevado n¨²mero de v¨ªctimas civiles, el desplazamiento de m¨¢s de medio mill¨®n de libaneses, la destrucci¨®n de las infraestructuras y el peligro de una crisis sanitaria junto con la carencia de alimentos.
La idea de que el Ej¨¦rcito liban¨¦s podr¨ªa vigilar e incluso desarmar a Hezbol¨¢ es a¨²n m¨¢s absurda. El Ej¨¦rcito refleja en su composici¨®n las divisiones sectarias del pa¨ªs y podr¨ªa llegar a romperse, como ya pas¨® durante la ¨²ltima guerra civil, si debiera enfrentarse a Hezbol¨¢.
Rice tiene raz¨®n al indicar que se debe llegar en L¨ªbano a un arreglo de manera que sea imposible una vuelta al status quo anterior. Pero para lograr una paz sostenible y duradera, no basta con se?alar a las armas de Hezbol¨¢ como la causa fundamental de la crisis y olvidarse de que forman parte de un puzle mucho m¨¢s complejo: la necesidad de una reforma pol¨ªtica profunda del sistema liban¨¦s, la importancia del equilibrio de las fuerzas regionales incluyendo los intereses de Siria e Ir¨¢n, y el olvidado proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo. Las soluciones a corto y largo plazo deben llegar a las ra¨ªces profundas de la crisis e incluir a todas las partes interesadas, incluso a Hezbol¨¢, Siria e Ir¨¢n.
A corto plazo, la presencia de una fuerza internacional en la frontera entre L¨ªbano e Israel -algo que lamentablemente se ha convertido en una necesidad- debe contar con el consentimiento de Hezbol¨¢. Aunque todav¨ªa no se ha concretado la composici¨®n de ese contingente ni su mandato, un aspecto est¨¢ claro: ning¨²n Estado querr¨¢ contribuir con tropas mientras exista el riesgo de un choque militar con Hezbol¨¢. Esto ser¨¢ as¨ª si la comunidad internacional opta por la idea norteamericana de otorgar a la fuerza un mandato robusto para desarmar a Hezbol¨¢ o si se inclina por la propuesta menos ambiciosa de Rusia y Francia de mandar a un contingente que secunde al Ej¨¦rcito liban¨¦s. En ambos casos Hezbol¨¢ deber¨ªa ser parte de este proceso.
A largo plazo, una paz sostenible requiere un esfuerzo diplom¨¢tico para fortalecer al Estado liban¨¦s y resolver los conflictos pendientes entre Israel y L¨ªbano: las granjas de Chebaa, los prisioneros libaneses en c¨¢rceles israel¨ªes, las incursiones a¨¦reas y mar¨ªtimas israel¨ªes en territorio liban¨¦s y la entrega de mapas con las minas israel¨ªes en el sur del L¨ªbano. Un avance en esta direcci¨®n empezar¨ªa a socavar el apoyo popular a Hezbol¨¢ en L¨ªbano.
La respuesta norteamericana a esta crisis refleja la misma l¨®gica simplista e irresponsable que ya aplic¨® en la guerra de Irak. La idea de que una campa?a militar en L¨ªbano crear¨¢ un ambiente dom¨¦stico ¨®ptimo para el desarme de Hezbol¨¢ recuerda al argumento de que la invasi¨®n de Irak traer¨ªa paz y democracia a la regi¨®n. En ambos casos, la Administraci¨®n Bush interpret¨® los problemas desde un punto de vista cicatero, limitado a tratar de minar la posici¨®n de "enemigos" en Oriente Pr¨®ximo y dejando de lado los matices de la situaci¨®n. Esta pol¨ªtica basada en el aislamiento y la demostraci¨®n de la fuerza militar ha mermado la capacidad de Estados Unidos para manejar conflictos pol¨ªticos en la zona de una manera flexible y eficaz.
No existe una soluci¨®n m¨¢gica para la tr¨¢gica situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo. La Administraci¨®n Bush deber¨ªa abandonar su visi¨®n ficticia del poder de la fuerza militar para resolver los conflictos pol¨ªticos. Por su parte, Europa deber¨ªa tomar conciencia de que las complicadas realidades de la zona requieren un compromiso inmediato y serio con, en primer lugar, el ignorado y cada vez m¨¢s olvidado proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo.
Julia Choucair Vizoso es investigadora del programa de Oriente Pr¨®ximo en Carnegie Endowment for International Peace en Washington y editora adjunta del Arab Reform Bulletin.
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