Pescador de gambas, salvador de hombres
Est¨¢ a punto de cumplir 40 a?os y, como casi todos los cumplea?os, ¨¦ste, tambi¨¦n lo celebrar¨¢ en el mar. Jos¨¦ Dur¨¢ pasar¨¢ el d¨ªa a bordo de su barco, el Francisco y Catalina, el mismo que el pasado 14 de julio, en Malta, rescat¨® de una patera a la deriva, es decir, de una muerte segura, a 51 inmigrantes cuyos cuerpos nadie iba a reclamar. Mientras media docena de pa¨ªses echaban un pulso diplom¨¢tico para decidir qui¨¦n se hac¨ªa cargo de aquella gente, Jos¨¦ Dur¨¢ y su tripulaci¨®n, 10 pescadores de gambas, los acogieron en su territorio -un barco de 25 metros de eslora- lo mejor que pod¨ªan: inventando camas con pl¨¢sticos, organizando comidas para medio centenar de personas dos veces al d¨ªa, y poni¨¦ndoles pel¨ªculas en DVD.
Cuando estoy en casa necesito ir a ver el mar. Mi mujer se queja porque todos los paseos terminan siempre en el muelle
Sin gente no se gana una guerra. Todos los marineros nos necesitamos. El truco para que te respeten es respetar
"Nos complicaron un poquito la vida, pero no nos arrepentimos de nada. Lo volver¨ªa a hacer", resumi¨® el patr¨®n al fin de la odisea. "Antes de esto, cuando ve¨ªa im¨¢genes de pateras en Canarias pensaba: 'Que los devuelvan a su pa¨ªs', pero cuando les vi de frente, cuando mir¨¦ sus caras y vi a aquellas mujeres, a aquella ni?a y a aquellos hombres valientes, me cambi¨® el chip. Lo tienen muy dif¨ªcil y no se lo ocultamos en el barco, pero me gustar¨ªa que tuvieran una oportunidad".
La mayor parte de su vida transcurre en un barco en el que todo (el miedo, el aburrimiento, la nostalgia, el trabajo y lo buenos ratos) se reparte en 10 trozos. Desde que compr¨® el Francisco y Catalina hace un a?o, Dur¨¢ comparte su tiempo con otros nueve hombres a los que acabar¨¢ conociendo como la palma de su mano. Por las suyas han pasado muchos a lo largo de tres d¨¦cadas de profesi¨®n, de ah¨ª que adem¨¢s de saber mucho de gambas, Dur¨¢ tambi¨¦n sepa mucho de personas: "Sin gente no se gana una guerra. Cada uno tiene su misi¨®n y todos nos necesitamos. El truco para que te respeten es respetar. Me he encontrado de todo, pero con esta tripulaci¨®n estoy muy contento. Somos una pi?a. De otra forma no puede ser, porque una mala cara en un barco de 25 metros pesa mucho", explica.
Para pasar el rato, ven pel¨ªculas -la favorita es Torrente, a pesar de que la han visto m¨¢s de 15 veces- y charlan, sobre todo, de mujeres (Dur¨¢ asegura que de las suyas). "Si alguno tiene un problema en casa, lo cuenta y nos apoyamos unos a otros. Ese t¨®pico del marinero que llega a un puerto y arrasa con todo ha dejado de ser verdad. Somos gente pac¨ªfica, trabajadora, y cuando llegamos a un muelle, salimos a tomarnos unas copas, a re¨ªrnos entre nosotros y ya est¨¢".
Discreto y fiel
No sigue la actualidad, porque en el barco no se puede y porque adem¨¢s, lo ¨²nico que importa son las gambas. En medio del oc¨¦ano, la tripulaci¨®n no supo nunca que algunos dec¨ªan que Espa?a se estaba rompiendo, y Dur¨¢ ha tenido el lujo de perderse casi toda la negociaci¨®n del Estatuto de Catalu?a. Cree que hay que apoyar al Gobierno en la tregua de ETA, pero prefiere no opinar sobre c¨®mo lo est¨¢n haciendo los distintos partidos. Discreto, tambi¨¦n en este punto, confiesa serle fiel a uno -"voto siempre a los mismos, aunque pierdan", dice al otro lado del tel¨¦fono por sat¨¦lite, desde alg¨²n lugar del Mediterr¨¢neo- y asegura que el problema que m¨¢s le preocupa en Espa?a es la delincuencia. "Voy por la calle con mi mujer y a veces paso miedo. La vida se ha puesto muy dif¨ªcil", asegura.
En estos momentos, Jos¨¦ Dur¨¢ est¨¢ hurgando en el fondo del mar, buscando gambas. Cada d¨ªa que los n¨¢ufragos pasaron en su barco y no pudo salir a pescar perdi¨® 7.000 euros, as¨ª que ahora tiene que encontrar muchas para recuperarse. De momento, no le est¨¢ yendo muy bien, pero si alguien puede encontrar buenos caladeros, es ¨¦l, conocido entre su tripulaci¨®n como El Cerebro. "Este marisco es muy raro. Todos los d¨ªas grabo los fondos marinos en el ordenador y los estudio. En realidad, ah¨ª debajo, es como la superficie de la tierra, con sus acantilados, sus monta?as, sus ca?ones... Tenemos que seguir buscando".
Cuantas m¨¢s gambas encuentre, antes podr¨¢ volver a casa. Pasa apenas 50 d¨ªas al a?o con su familia en Santa Pola, un pueblo de pescadores hecho a los huecos que dejan sus marineros. "Nunca me plante¨¦ ser otra cosa. Es lo que he visto desde que nac¨ª. No soy idiota y me gustar¨ªa pasar m¨¢s tiempo con mi familia, pero lo mejor que puedes hacer en esta vida es disfrutar con lo que tienes". Dur¨¢ tiene tres hijos: dos chicos de 19 y 16 a?os y una ni?a de 14. Jos¨¦ Antonio, el mayor, ya se dedica al mar; Pascual, el de 16, quiere ser marinero, y la peque?a, Laura, s¨®lo tiene claro que no le gusta estudiar. "Me entero de los suspensos en el mar. Laura dice que de mayor quiere llevarme las cuentas, como hace ahora mi mujer, Pepi. Yo le digo que tiene que prepararse, pero le entra por un o¨ªdo y le sale por el otro".
A Pepi le debe todav¨ªa una luna de miel. "A ver si para la segunda boda, cuando hagamos 25 a?os juntos". Ha visitado muchos pa¨ªses, pero ha pisado muy pocos. "He estado en Grecia, Italia, Malta, C¨®rcega, Francia, T¨²nez... Pero no tengo tiempo para ir de turista. Las ¨²nicas vacaciones que me cog¨ª fueron hace tres a?os. Pepi y yo pasamos una semanita en Tenerife y fue incre¨ªble".
Reconoce que se maneja peor en tierra. "No me gustan los bullicios, ni las aglomeraciones. Me gusta pasar desapercibido. Cuando estoy en casa, necesito ir a ver el mar. Mi mujer se queja porque todos los paseos terminan siempre en el muelle", bromea. El tr¨¢fico le inquieta y se siente mejor al tim¨®n que al volante, en mitad de un atasco. Probablemente, gracias a que no ha estado en muchos, Dur¨¢ es el hombre tranquilo que parece.
Piensa en retirarse. "Me gusta mucho, pero el cuerpo se cansa, y lo noto. Cuando mis hijos est¨¦n un poco m¨¢s maduros, lo dejo". Parece que intuya que no va a ser f¨¢cil acostumbrarse a la vida terrenal.
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