Campeones desde la barrera
Un d¨ªa en los entrenamientos del Bar?a. Familias, amigos y turistas acuden para presenciar el espect¨¢culo. Ronaldinho es el ¨²nico jugador que llega con ch¨®fer
Los empleados del FC Barcelona andan en esta ¨²ltima ma?ana del mes de julio sin camisas ni camisetas ya desde primera hora. Trabajan arriba y abajo con sus peque?os veh¨ªculos, y con sus cortadoras de c¨¦sped, y con sus carretillas para encalar las ¨¢reas, y de repente se disparan los aspersores de agua, y ¨¦stos con su lluvia mec¨¢nica van impregn¨¢ndolo todo del olor fresco del c¨¦sped reci¨¦n regado. As¨ª empieza a trazarse un ambiente de campo de f¨²tbol que es tambi¨¦n un poco un ambiente de piscina municipal. A la puerta del campo donde entrenan los jugadores, preparan sus c¨¢maras de televisi¨®n y sus c¨¢maras fotogr¨¢ficas los periodistas deportivos, que asisten a diario a los entrenamientos del Camp Nou, como otros periodistas acuden cada d¨ªa al Parlamento. Un entrenamiento del Bar?a siempre es noticia por s¨ª mismo. En los informativos de la televisi¨®n auton¨®mica catalana se le dedican invariablemente de tres a cuatro minutos. Y el director de un diario deportivo barcelon¨¦s, y barcelonista, indicaba a sus muchachos que al campo del Bar?a hay que ir cada d¨ªa por si el perro habla.
A Juan Carlos Unzu¨¦, si se le pregunta cu¨¢l era su portero preferido de chaval, contesta sin dudar: "?Arconada!"
El 'rondo' es, sobre todas las cosas, la exaltaci¨®n del bal¨®n y, por tanto, la esencia del juego del Bar?a
Al otro lado de las vallas del estadio, en la calle sin apenas tr¨¢fico, los aficionados, es decir, pandillas de ni?os, familias, turistas espa?oles y turistas extranjeros..., se agolpan a la espera de que el entrenador d¨¦ permiso para que les dejen pasar y entonces admirar de cerca a sus ¨ªdolos. Esto ocurre rutinariamente al poco de iniciados los entrenamientos; pero todav¨ªa no han dado las 9.30, hora a la que los futbolistas saldr¨¢n al campo de entrenamiento y empezar¨¢n los ejercicios de calentamiento.
Los jugadores est¨¢n convocados media hora antes de que se inicie el entrenamiento, y van llegando en sus coches particulares o bien en los que les cede el club, en funci¨®n de los tratos que mantenga con las marcas automovil¨ªsticas. El ¨²nico futbolista del Bar?a que viaja con ch¨®fer es el brasile?o Ronaldinho; de esta manera se le quiere evitar a la estrella del club cualquier ocasi¨®n de contratiempo o de infracci¨®n del c¨®digo. M¨¢s tarde, en las bocas del aparcamiento, se formar¨¢n grupos de seguidores que quieren ver salir a los cracks y obtener alg¨²n aut¨®grafo. Michal es un polaco de 22 a?os que ya ha conseguido el del reciente fichaje azulgrana, el island¨¦s Eidur Gudjohnsen. En su firma apenas se distingue una caligraf¨ªa y lo que se ve es el cierto y redondo per¨ªmetro de una isla. Michal se licenci¨® en Periodismo en Varsovia y hace tres semanas que ha llegado a Espa?a, con sus 206 cent¨ªmetros de altura, en busca de trabajo. Michal, que es socio del FC Barcelona desde el pasado mes de mayo, escribe en la p¨¢gina polaca www.blaugrana.pl, creada por uno de sus mejores amigos. Junto a Michal, unas muchachas acechan el ir y venir de los coches. Hay una que lleva una camiseta del Bar?a con el nombre de Ronaldinho estampado en la espalda. Cuenta que se llama Antonella, y que ha cumplido 19 a?os. Estudia Ciencias y vive cerca de Stuttgart. Estos d¨ªas veranea en Calella (localidad costera a 55 kil¨®metros de Barcelona) y hoy ha convencido a sus tres amigas para que la acompa?en a saludar a sus ¨ªdolos.
El futbolista brasile?o Silvio Mendes, Sylvinho, ha empleado apenas cinco minutos en llegar con su coche al campo, desde su casa en el vecino barrio de Pedralbes. Sylvinho es un deportista amable y conversador al que, cuando no tiene que jugar ni entrenar, le gusta estar al corriente de los informativos, ir al cine si dan pel¨ªculas de suspense o dramas, y ver en su casa todo tipo de f¨²tbol. Lo primero que hacen los jugadores al llegar al estadio es desayunar en una sala que tienen bajo el palco del Camp Nou, y a continuaci¨®n practican la gimnasia que para cada uno ha dispuesto el fisioterapeuta. Su desayuno es el desayuno de los campeones: un bocadillo, yogur, cereales, cruas¨¢n, caf¨¦ con leche y zumo natural. "Sylvinho, ?desayuna usted igual en casa?", le pregunta este cronista al jugador, que puntualiza: "?No! ?Tan bueno, no!".
Los entrenamientos tienen lugar en un campo que hay entre La Masia y el estadio del Camp Nou. De La Masia, una casa de pay¨¦s en la que reside y se forma la cantera del club, han salido por ejemplo Carles Puyol, el actual capit¨¢n del equipo, y V¨ªctor Vald¨¦s, el portero titular. Con su vieja fachada de piedra, y su tejado de tejas, y su puerta de arco, y su reloj de sol sobre la puerta, y sus palmeras, palmas y olivos, y su escultura de Subirachs, y su estatua al Avi ("el abuelo", en catal¨¢n, una barbada personificaci¨®n del club), obra de Josep Viladomat, La Masia es el acueducto de Segovia que todos los mediterr¨¢neos llevamos dentro.
Tocadas las 9.30, se presentan en el campo de entrenamiento los f¨ªsicos y los utilleros cargados con las balizas para los ejercicios y con paquetes de botellas de agua, de las m¨¢s grandes. Juan Carlos Unzu¨¦, el entrenador de porteros, trae en la mano un par de guantes y rebusca alg¨²n artefacto entre las vallas, postes y figuras humanas de pl¨¢stico que hay en un peque?o almac¨¦n al aire libre. Unzu¨¦ es un navarro de 39 a?os y de ojos azules que contempla a la multitud de aficionados y anota: "Cuando la gente te sigue es que el equipo va bien". A Unzu¨¦, si se le pregunta cu¨¢l era su portero preferido de chaval, contesta sin dudar: "?Arconada!". Con los t¨¦cnicos tambi¨¦n ha entrado el mister, Frank Rijkaard, que permanecer¨¢ en el centro del campo durante todo el entrenamiento, animando a sus jugadores sin dejar de re¨ªr. Si junto al murmullo vago y recauchutado de los balonazos, y el fragor de las voces entrecortadas de los futbolistas, y el bramido de sus jadeos, hay alg¨²n otro ruido que deja su huella entre el calcinante silencio estival, ¨¦ste es el de las risas de los deportistas. Por encima, o quiz¨¢ por debajo, o acaso a un lado de las tribulaciones electorales de la presidencia, palpita esta temporada una alegr¨ªa y una euforia en el Bar?a, que es un orgullo de saberse y quererse supercampeones. El camerun¨¦s Samuel Eto'o, de anatom¨ªa brusca y sucinta; el argentino Javier Saviola, en su fatigoso destierro; el franc¨¦s Ludovic Giuly, con su cenefa b¨¢rbara tatuada alrededor del brazo; el n¨®rdico Eidur Gudjohnsen, todav¨ªa en su soledad de g¨¦iser, y el brasile?o Iuliano Belletti, cuyas botas se exhiben en el Museo del Bar?a porque con ellas marc¨® el gol con que obtuvieron la Champions, se preparan junto con el resto de sus compa?eros para formar el rondo, que es el juego de pelota con que el Bar?a inicia siempre sus entrenamientos. El rondo es, sobre todas las cosas, la exaltaci¨®n del bal¨®n y, por tanto, la esencia del juego del Bar?a. Los jugadores formados en La Masia aseguran que no pueden concebir el f¨²tbol sin el rondo. Fue Johann Cruyff quien lo impuso en el Bar?a como parte principal de los entrenamientos. Cuentan que, cuando no participaba en un rondo, observaba a sus jugadores sentado sobre una pelota.
Mientras los futbolistas se entrenan, sus seguidores les fotograf¨ªan. Unos chavales del barrio de Les Corts, en el cual se encuentra el Camp Nou, les piden a gritos a los jugadores camisetas, guantes y cualquier otro regalo. Y los periodistas, con sus acreditaciones colgadas del cuello, hojean la prensa deportiva y hablan por el m¨®vil y comentan qui¨¦n se entrena y qui¨¦n no. Un reportero oriental se hace una foto con Belletti y le dice en castellano: "?Gracias por el gol de Par¨ªs!". Otros saludan a sus h¨¦roes deportivos con un "bon dia, crack!".
A veces, los supercampeones mandan de una superpatada la pelota fuera del campo, y en todas las ocasiones siempre es el mismo ni?o, un cr¨ªo de esp¨ªritu cort¨¦s y de aspecto avispado, quien se la devuelve. Se trata del hijo de Eusebio Sacrist¨¢n, el tercer entrenador del Bar?a. "Tiene 12 a?os", revela su padre. "Cuando no hay cole, se viene al campo. Est¨¢ viendo el Canal Bar?a TV todo el d¨ªa. Es ¨¦l quien me informa la mayor¨ªa de las veces". Eusebio explica que en esta ¨¦poca de verano, que es de pretemporada, el equipo se entrena tambi¨¦n por la tarde, a eso de las siete. Ambas sesiones duran alrededor de una hora y cuarto. Los entrenamientos de la ma?ana est¨¢n dirigidos principalmente a la preparaci¨®n f¨ªsica, pero en los de la tarde se hace hincapi¨¦ en la formaci¨®n t¨¢ctica. Y sin saber evitarlo le vienen a uno a la cabeza las ma?anas de instrucci¨®n y las tardes de te¨®rica del viejo, obsoleto, servicio militar.
El entrenamiento de la ma?ana se prolonga en su mayor parte entre ejercicios de bal¨®n, con la presencia, hoy, del doctor Toni Tramillas. El m¨¦dico, de traje y corbata, con la americana al hombro, hace visibles gestos de esquivar los chupinazos que de vez en cuando pasan roz¨¢ndole. Cuando finalice esta sesi¨®n de entreno, los futbolistas se someter¨¢n a otros 40 minutos de gimnasia y masajes antes de ducharse y de regresar a sus casas. En el campo, el preparador f¨ªsico Paco Seirul.lo, salmantino de 58 a?os, les grita a los chicos: "??ltima vuelta para cambiar de lado y terminar en sprint!". Rijkaard, que no deja de re¨ªr, corre siguiendo de cerca el tropel de sus futbolistas, va tras ellos pis¨¢ndoles los talones, orden¨¢ndolos, oblig¨¢ndoles con su presencia a evolucionar, y hay en esto algo de escena antigua y de campo.
Esther y su mundo
Esther tiene 10 a?os y ha llegado al Camp Nou con toda su familia para presenciar un entrenamiento de su equipo favorito. Han viajado a Barcelona, desde la localidad cordobesa de Lucena, con el ¨²nico prop¨®sito conocer el campo del Bar?a. As¨ª lo explica su madre, Maite Garrido, una mujer que se desvive por asomarse a la cadena de acero un poco m¨¢s de lo que se les permite a los aficionados, y de este modo hacer alguna fotograf¨ªa a los ¨ªdolos de su hija.
"?Qui¨¦n es Puyol?", le pregunta al guardia de seguridad. Pero ¨¦ste s¨®lo permanece atento a la linde que dibuja la cadena. Otra mujer le tiende sin ¨¦xito su c¨¢mara fotogr¨¢fica al guardia para le retrate a los futbolistas y le pone gesto de invocar su compasi¨®n.
A Esther, el jugador que m¨¢s le gusta es Ronaldinho, aunque hoy no lo podr¨¢ ver, pues a¨²n anda de vacaciones. ?Y en su casa son todos del Bar?a? "No. S¨®lo mi hija, que quiere ser futbolista. Su ilusi¨®n es entrar en el Lucentino femenino", responde de manera espl¨¦ndida. "El padre es del Madrid; pero lo primero que hizo al llegar aqu¨ª fue comprarle su camiseta del Bar?a. Tenemos un papi tolerante", a?ade.
Y desde el fondo del revuelto y variopinto grupo de aficionados que contempla el entrenamiento empieza a acercarse un hombre acompa?ado de un muchacho. "Es mi hijo Rafaelito; pero no le gusta mucho el f¨²tbol", dice la madre. Y entonces, ?qu¨¦ prefiere el chaval? "Es m¨¢s de los libros, del teatro... ?Nos ha salido diferente!". Rafaelito, que tiene 12 a?os, es un chico t¨ªmido y bien educado que cuando se le pregunta cu¨¢l es el ¨²ltimo libro que ha le¨ªdo, empieza a resoplar y a dudar, y por fin contesta: "Un c¨®mic de Mortadelo y Filem¨®n".
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