Veladas de miedo en el 'Louvre' de los vampiros
"A los siete a?os, un familiar me llev¨® a ver Nosferatu,, la pel¨ªcula de Murnau, y sal¨ª fascinado". explica Jacques Sirgent, justificando su pasi¨®n por las tinieblas. Este profesor de ingl¨¦s y asesor de comunicaci¨®n abri¨® en 2005 un museo dedicado a seres invisibles, muertos vivientes y vampiros. A la inauguraci¨®n asisti¨® el embajador irland¨¦s en Par¨ªs para recordar a Bram Stoker, el autor dublin¨¦s que universaliz¨® el mito del conde vampiro.
En un edificio de Lilas, un barrio de las afueras de Par¨ªs, Sirgent se entrega a su afici¨®n man¨ªaca: coleccionar y exhibir libros, pel¨ªculas y documentos sobre vampiros (400 cintas, 32 ediciones originales de obras que abordan el tema, m¨²sica, carteles...) y, por extensi¨®n fantasmag¨®rica de la leyenda, entidades l¨²gubres sin forma precisa. All¨ª organiza veladas ¨ªntimas para charlar de historia, literatura, psicolog¨ªa, s¨ªmbolos e ideas asociadas al universo gore. Aunque la teratolog¨ªa y ciertos fantasmas pueden intimidar (algunos fetiches y un s¨®tano donde vemos reconstruidas escenas de terror con maniqu¨ªes y luces macabras), la personalidad del anfitri¨®n, de vasta cultura, ajena a todo tratamiento s¨¢dico o de mal gusto del objeto expuesto, tranquiliza a los visitantes. Su mundo es imaginario, pero con los pies bien amarrados al suelo. Este hombre afable, refinado, y con pizcas sobresalientes de humor negro, dedica su tiempo a enriquecer las colecciones del museo, rese?ado en algunos prestigiosos cat¨¢logos. "Me complace figurar anunciado en la misma p¨¢gina que el museo del Louvre", subraya malicioso. Para participar en un encuentro hay que concertar cita con antelaci¨®n. Sirgent recibe a 10 comensales a la vez y elige men¨² y vinos en funci¨®n del grupo seleccionado. "Por instinto, capto su apetito y sus gustos", afirma. Propone vinos de Burdeos de marca y con nombres sugestivos, como Castillo la soledad, o Castillo gran deseo.
Su desenvoltura en el relato fant¨¢stico, junto a sus met¨¢foras monstruosas, seducen enseguida al visitante. El cuerpo del conde rumano Vlad Tepes Drakul no fue hallado nunca, cuenta. Gran se?or, feudal tir¨¢nico y patriota heroico, falleci¨® en una batalla contra los turcos en 1476, y su cad¨¢ver desapareci¨®. Sirgent dice tener pruebas de su paradero. A¨²n guarda el secreto, pero acaba de publicar el libro La tumba de Dr¨¢cula. Toda una declaraci¨®n de intenciones.
"De la noche afloran risas mientras las copas dejan de sangrar", escribi¨® hace poco un espa?ol en el Libro de Oro del museo. Su pareja confirma, una l¨ªneas m¨¢s abajo, sus impresiones y dice haber pasado una excelente velada en compa?¨ªa de sibaritas y pr¨ªncipes de las tinieblas la mar de simp¨¢ticos. Sirgent recibe a muchos estudiantes. De cualquier parte del mundo, llegan todos los d¨ªas visitantes muy animados y con ganas de celebrar recepciones nocturnas excitantes en un antro sugestivo. Solitarios exc¨¦ntricos, sensibles o adeptos a los misterios fabulosos y desdoblamientos de identidad, suelen unirse discretamente a las reuniones. Esta mansi¨®n-museo-restaurante sin parang¨®n, al proponernos un men¨² lleno de temores ancestrales, recuerda, como un eco, las enigm¨¢ticas palabras del fil¨®sofo alem¨¢n Hegel: "All¨¢ donde se satisface un esp¨ªritu, comprendemos la grandeza de su perdici¨®n". Sin embargo, cuando amanece, todo vuelve a ser normal.
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