Melancol¨ªa de agosto
Ocio. Secci¨®n o revista de agosto en este peri¨®dico. "Antonio Banderas, dice el pie de foto, en la sala de montaje ... donde trabajaba el viernes". Banderas observa atento, concentrado, con el cansancio reflejado en sus ojos, lo que se supone es una pantalla de montaje. Prepara su ¨²ltima pel¨ªcula como director. ?Ocio, trabajo? Verano, agosto. Primero de agosto. Israel contin¨²a sus ataques y bombardea el sur de L¨ªbano. 57 personas muertas en un edificio destruido por la aviaci¨®n en Qana. 29 de ellas son ni?os. Ni?os sin papeles expulsados de Francia. Trabajadores de Iberia en El Prat de Barcelona a los que un juez abre diligencias por secuestro y delitos contra la seguridad a¨¦rea. Josu Jon Imaz bajo la estatua de Sabino Arana exigiendo, democr¨¢ticamente, por descontado, una "euro-regi¨®n vasca desde el Adour hasta el Ebro" como "¨¢mbito competencial pleno", o sea, soberano, en Europa. Y el PP impugnando ante el Constitucional el Estatuto catal¨¢n. Ibarretxe afirma en Azpeitia que continuar¨¢n los contactos entre partidos. 3 de marzo de 1977; casi treinta a?os despu¨¦s, el PSE intenta dejar sentada en el Parlamento Vasco la verdad de lo sucedido aquel d¨ªa en Vitoria: cinco muertos por arma de fuego en un concentraci¨®n disuelta con extrema violencia en unos d¨ªas dram¨¢ticos para la ciudad vasca.
Todos los a?os por estas fechas dedico unas palabras a mi amigo Juanjo, que andar¨¢ ya con bermudas y sandalias por ah¨ª, hecho un pincel (ya saben: camisa floja con mucho color, gafas de sol y ri?onera). ?l y sus encantadores y ruidosos ni?os habr¨¢n atascado a estas alturas alg¨²n desag¨¹e de ducha de hotel con arena de playa. Habr¨¢n ya visitado la zona comercial del edificio y comprado palas y pelotas para el verano. No es probable que hayan consumido a¨²n paella en alguna terraza caldeada, llena de gente dudosamente ataviada; pero lo har¨¢n, sin duda, antes de volver a casa con la piel reseca, a su domicilio habitual. Lo que s¨ª habr¨¢n hecho probablemente ya es salir un par de noches con ropa italiana y piel reluciente a tomarse unas consumiciones por ah¨ª. Otros tienen menos suerte. Imposible reponer la pieza rota del coche; imposible atravesar Europa en su flamante. Garajes, sucursales de bancos, tiendas, cafeter¨ªas, kioscos cerrados. Nadie al otro lado del tel¨¦fono. O, si est¨¢, pose¨ªdo de una indolencia que s¨®lo da para hablar cansadamente de que est¨¢ a punto de salir y nos veremos en septiembre
Recuerdo cuando mi abuela med¨ªa el tiempo de cocci¨®n de un huevo por tres avemar¨ªas o un credo. Ella no tuvo nunca unas vacaciones en agosto. Ni los pescadores de mi infancia -o los de hoy-, que estaban al at¨²n -que es como se llamaba entonces al bonito del norte; cimarr¨®n, al otro-, y viv¨ªan al ritmo de las mareas. Y recuerdo que contaban que hubo un tiempo aqu¨ª en que tener prisa se consideraba una falta absoluta de decoro y de una ambici¨®n diab¨®lica. Al igual que cont¨® Pierre Bourdieu de los kalibe?os que ¨¦l observ¨®. Luego, con la industria, vino el trabajo regulado, una mayor demarcaci¨®n entre vida y trabajo, entre relaciones sociales, ocio y diversi¨®n, y tiempo de trabajo puro. Los relojes, instalados en torres e iglesias desde el siglo XIV y perfeccionados el XVIII, comenzaron a ser iconos de lo cotidiano. Las empresas los adoptaron -y los impusieron, no sin dificultades-, los otomanos los erigieron en torres como referentes centrales de las plazas de su imperio; la vida se disciplin¨®, el tiempo no pasaba sino que se gastaba. Se instituy¨® el domingo, el s¨¢bado ingl¨¦s y San Lunes. Y es cuando las tardes de domingo comenzaron a resultar insufribles, plomizas y cansinas: no s¨¦ si fue Miles Davis quien tocaba Melancholy Sunday mostrando el sopor de las tardes de domingo en una ciudad.
En la sociedad posindustrial, vida y trabajo han tendido a disociarse de manera radical. Quiz¨¢, para volverse a encontrar dadas sus nuevas posibilidades de comunicaci¨®n. Pero, entre tanto, la vida tiene un ritmo brutal en este agosto de 2006, cuando multitudes han-hemos decidido que debemos parar para hacer una vida de descanso tasado. ?Cu¨¢l es la calidad de ese descanso? Quiz¨¢ debi¨¦ramos pregunt¨¢rnoslo -no mi amigo Juanjo, los dem¨¢s-. Eso, y por qu¨¦ el final de julio y de agosto comienzan a ser tan melanc¨®licos como las tardes de los domingos.
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