Punto de encuentro homosexual
El festival Loveball abre en Barcelona con una fiesta a la que asisten un millar de gays
Ba?ador diminuto de lycra. ?ste fue el atuendo que vest¨ªan la mayor¨ªa de asistentes -con el torso desnudo- a la fiesta de apertura del festival de cultura gay Loveball, que tuvo lugar ayer de madrugada en la piscina de un local de ocio de L'Hospitalet de Llobregat.
Casi un millar de participantes llegados de Francia, Alemania, B¨¦lgica, Estados Unidos, Italia, Holanda y el Reino Unido, entre otros pa¨ªses, compartieron pista de baile y piscina con una minor¨ªa de gays barceloneses y del resto de Espa?a. Se cumpli¨® as¨ª uno de los objetivos de los organizadores del evento: convertirlo en un punto de encuentro entre homosexuales de todo el mundo.
La fiesta, que se prolong¨® hasta las 5.00 horas, tambi¨¦n posibilit¨® la convivencia entre las diferentes est¨¦ticas gays. Aunque eran una minor¨ªa, algunos luc¨ªan barba y barriga incipiente, y otros potenciaban sus delicados rasgos con ropa de marca. Entre la marabunta de cuerpos sudorosos que se contorneaban al ritmo de m¨²sica house, apenas una veintena de chicos pasaban desapercibidos, con pantalones que les tapaban las rodillas y camisas holgadas.
Lo que no consigui¨® la organizaci¨®n fue atraer al p¨²blico heterosexual. Por lo tanto, la cultura gay no sali¨® de sus fronteras. Y algunos asistentes a la fiesta lo echaron en falta. Le¨®n, un belga afincado en Sitges desde hace 20 a?os, reconoc¨ªa: "A estas fiestas se viene a ligar", pero a?ad¨ªa que "lo gay" s¨®lo se puede normalizar en la sociedad haci¨¦ndolo visible. "Muchos gays a veces se autoexcluyen, y ¨¦se no es el camino", explic¨®. Nacho, un madrile?o con barba de unas semanas, disfrutaba de la fiesta, pero admit¨ªa: "No contribuye a la normalizaci¨®n de la homosexualidad".
Junto a la piscina, tres veintea?eros estadounidenses, rubios y esbeltos, flirteaban con un australiano. Visitan por primera vez Barcelona, quieren conocerla y se quedar¨¢n hasta el domingo, cuando acabe el festival. Ayer pasaron el d¨ªa en Sitges, como Nick, un finland¨¦s cuarent¨®n de dos metros de estatura que bailaba a un ritmo fren¨¦tico. S¨®lo una decena de lesbianas aguantaban el equilibrio sobre altos tacones y plataformas. Luc¨ªan amplios escotes y ajustadas minifaldas, y el maquillaje era visible en sus rostros.
Fr¨¦d¨¦ric y Olivier llegaron a Barcelona el mi¨¦rcoles. "Hemos venido por el festival", r¨ªen con un cubalibre en la mano. Estuvieron en la edici¨®n que se celebr¨® en noviembre en la ciudad donde viven, Bruselas, y les "encant¨®". Dicen que echaran en falta la iniciativa Artlove, la propuesta que engloba diversas exposiciones de arte y ciclos de cine de tema homosexual, y a trav¨¦s de la cual la organizaci¨®n pretend¨ªa romper con la exclusividad nocturna que se asocia al ocio gay. Artlove fue un ¨¦xito en Bruselas, pero en Barcelona no se celebra por falta de acuerdo con la sala que iba a albergar las exposiciones.
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