El le¨®n disecado del Teher¨¢n Plaza
Viernes 16 de septiembre de 2005. Por fin es viernes y estoy en Teher¨¢n. EL PA?S me ha pagado el viaje y las dietas con el objetivo de contactar con el presidente Ahmadineyad.
Me alojo en el Teher¨¢n Plaza, antiguo Sha de Persia. Es un cuatro estrellas, pero necesita un remozado. Lo que m¨¢s me gusta es un le¨®n que hay disecado en el hall. El taxidermista no deb¨ªa ser muy fino y los ojos los tiene casi a la altura de las orejas, tiene un aspecto entre fiero y c¨®mico. Estoy un rato con el le¨®n, pero en Ir¨¢n no te puedes quedar mirando algo mucho tiempo porque se inquietan.
S¨¢bado 17 de septiembre de 2005. Me levanto a las 8:45 para llegar al buf¨¦ del desayuno, despu¨¦s subo y me vuelvo a acostar. Me echo la siesta del cordero. 14 horas, me preparo para acudir a la cita con el contacto que me llevar¨¢ hasta el presidente Ahmadineyad. S¨®lo conozco su nombre: Al¨ª. Hemos quedado en una cafeter¨ªa en el c¨¦ntrico barrio de Hoseyn Abad. No s¨¦ si ponerme traje o ir m¨¢s informal con un polo. Reparo en la que est¨¢ cayendo y elijo la opci¨®n polo.
Llego antes a nuestra cita y me pido un t¨¦ que est¨¢ m¨¢s caliente que las pistolas del Coyote, pero cuyo aroma me transporta a tiempos de antiguas civilizaciones. El establecimiento tiene dos grandes ventanales que me permiten ver el exterior. Es extra?o, observo a la gente y tengo la sensaci¨®n de que los conozco de algo, incluso jurar¨ªa que he visto a alguien de Albacete. Hace mucho calor. A las 16 horas exactamente entra Al¨ª. Dijo que llevar¨ªa traje de lino y gafas oscuras y efectivamente los lleva. Me estrecha la mano y me dice que el presidente me espera esta tarde en el palacio presidencial, as¨ª de f¨¢cil, ni trayectos con los ojos vendados, ni citas en lugares secretos, s¨®lo ir y llamar al interfono.
16:35, llego al palacio y llamo al interfono. Una voz me dice que pase en un cerrado acento farsi del sur del pa¨ªs. Mientras cruzo los jardines voy pensando qu¨¦ es lo primero que le voy a decir al presidente Ahmadineyad y cuando me quiero dar cuenta ya lo tengo delante. Est¨¢ parado en la puerta principal mir¨¢ndome. Tiene los ojos peque?os, pero vivos y un pelazo persa tupid¨ªsimo. Es menudo. A su lado un asesor hace las presentaciones. El presidente contin¨²a mir¨¢ndome. Yo sonr¨ªo, como sonr¨ªes cuando conoces por primera vez a tus suegros o el primer d¨ªa en un trabajo nuevo. El asesor nos acompa?a a una sala con una gran alfombra. Antes de marcharse, el presidente le da una nota que el asesor guarda en el bolsillo de la americana. El bolsillo parece estar cosido, y la nota cae al suelo. El asesor no se percata. El presidente tampoco. Yo s¨ª. Una vez a solas y sentados en la maravillosa pero inc¨®moda alfombra, las primeras palabras que salen de la boca del presidente son:
-?Te importa que oiga mis mensajes del buz¨®n de voz?-
-Por supuesto que no-, le digo.
El volumen de su nokia est¨¢ tan alto que yo, a dos metros, logro o¨ªrlos. Hay tres mensajes. El primero es de la Agencia de Energ¨ªa Nuclear, dice que se van a pasar el mi¨¦rcoles de 9 a 13 horas para la inspecci¨®n. El segundo, es del ex presidente Jatami, que a ver cu¨¢ndo le devuelve las llamadas. El tercero, de los hijos de la revoluci¨®n que tienen cena el viernes. El presidente cuelga el tel¨¦fono y alzando sus manos me dice la parrafada m¨¢s larga que jam¨¢s le volv¨ª a o¨ªr:
-Como ves he aceptado que vinieras a verme y he puesto todas las facilidades para ello, pero en realidad no puedo contestar a nada de lo que me preguntes porque ya tienes t¨² las respuestas de antemano. Ahora si me disculpas, me retiro a dirigir una gran naci¨®n. Sal por donde entraste y que tengas un buen viaje de vuelta.
Despu¨¦s me dedica una ampl¨ªa sonrisa y desaparece.
En la nota del suelo pone: "GRABADME HOUSE".
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