El otro
Esta fotograf¨ªa pertenece a un anuncio de ING Direct, su otro banco, la cuenta naranja, el dep¨®sito a un mes sin cantidad l¨ªmite, la banca de Internet, todo eso. No cobra comisiones ni penaliza la cancelaci¨®n de hipotecas y da m¨¢s intereses que las entidades anal¨®gicas. Lo digo para que se sit¨²en. Por lo visto, los personajes del anuncio no son actores, sino clientes verdaderos de la instituci¨®n. Ah¨ª tienen, de izquierda a derecha, a Antonio Ruiz; a su mujer, Concepci¨®n Ruiz; y al socio de ambos, un tal Francisco Ruiz. El hecho de que los tres se apelliden Ruiz desconcierta un poco, pero el mundo est¨¢ lleno de Ruices. ?Por qu¨¦ no iban a coincidir tres en la misma foto? Cosas m¨¢s raras hemos visto.
Nos gusta imaginar qu¨¦ ocurre de verdad por debajo de la apariencia. Nos apasiona hacer novelas
En el anuncio aparec¨ªa un texto entrecomillado, atribuido a Antonio Ruiz, que rezaba as¨ª: "Mi socio del ultramarinos y mi mujer me hicieron caso, se apuntaron a ING Direct y ahora ven c¨®mo sus ahorros crecen". Nada que objetar. Han encontrado un modo de que la inflaci¨®n no se coma su pasta y lo han llevado a la pr¨¢ctica. Quiz¨¢ por eso est¨¢n contentos. Es muy posible que su conversaci¨®n gire en torno a los beneficios bancarios. En cualquier caso, el que habla con m¨¢s pasi¨®n del tema es Antonio Ruiz, el gordo, dicho sea sin ofender. Francisco le escucha con amabilidad, pero con un punto de escepticismo: observen las manos en los bolsillos y la reserva mental desde la que atiende a su socio, dibujada en esa sonrisa un poco acartonada. Es como si dijera: Est¨¢ bien, hombre, pierdes menos dinero que en el Santander, pero tampoco estamos hablando de una religi¨®n. En cuanto a Concepci¨®n, la esposa del gordo, parece que est¨¢ un poco violenta por el entusiasmo de su marido, exagerado a todas luces. Mira a la c¨¢mara con una sonrisa contenida en la que creemos leer: "No le hagan mucho caso".
Hasta aqu¨ª, todo normal, ya digo. Pero usted y yo no somos personas normales. A usted y a m¨ª nos gusta mirar las costuras de la realidad. Nos gusta imaginar qu¨¦ ocurre de verdad por debajo de la apariencia. Nos apasiona, en fin, hacer novelas. ?Qu¨¦ es lo primero que me conmovi¨® a m¨ª de esta fotograf¨ªa? ?El dep¨®sito a un mes 6% TAE sin l¨ªmite de cantidad para los nuevos clientes? ?La alta rentabilidad? ?La disponibilidad total? Nada de eso: lo que me conmovi¨® fue la evidencia de que Concepci¨®n, la esposa de Antonio, ten¨ªa un l¨ªo con Francisco, el socio. Se trata, como digo, de un ejercicio novelesco, en algo nos tenemos que entretener, pero no es un ejercicio completamente gratuito. Vean al socio. Tiene toda la pinta del solter¨®n vividor. Viste deportivamente, pero con m¨¢s coqueter¨ªa que Antonio, que ha renunciado a seducir. En realidad, Francisco y Concepci¨®n est¨¢n manteniendo, telep¨¢ticamente, el siguiente di¨¢logo:
-Tu marido es que se lo cree todo -dice ¨¦l.
-Siempre fue un poco ingenuo -responde ella-, ya lo sabes.
-Es que habla del 6% TAE como si hablara de la Virgen.
-?Y a ti qu¨¦ m¨¢s te da? Luego nos vemos en la trastienda.
Complete usted el di¨¢logo y compruebe lo divertido que es imaginar historias. Lo mejor, con todo, es que a veces se acierta. Y sin necesidad de pagar comisiones. O sea, tu otro banco. Si lo prefieren en t¨¦rminos freudianos, el Otro.
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