Kierkegaard en limpio, por fin
Al hilo de una tradici¨®n iniciada tras la intensa influencia que tuvo la lectura de Kierkegaard en Unamuno, la obra del gran fil¨®sofo dan¨¦s ha sido editada en Espa?a de forma tan profusa como irregular. Entre las muchas ediciones de que ha sido objeto Kierkegaard se encuentran algunas chapuzas y versiones idiosincr¨¢sicas, y bastantes traducciones ilegibles. Tras d¨¦cadas de versiones perge?adas de otras lenguas y ediciones fragmentadas, censuradas o mutiladas, parece que empieza a reconducirse el rumbo, con lo que se hace justicia al inmenso valor que tiene esta obra para el pensamiento y la cultura contempor¨¢neos.
Se pueden citar algunas de estas chapuzas. Por ejemplo, yo poseo una versi¨®n -por supuesto incompleta- del Diario ¨ªntimo de Kierkegaard editada por Planeta en 1993 con una traducci¨®n (?del franc¨¦s!) firmada por la novelista argentina Mar¨ªa Ang¨¦lica Bosco y no obstante prologada por el profesor Jos¨¦ Luis L¨®pez Aranguren. Tengo tambi¨¦n varias versiones abominables del Diario del seductor y una cosa aberrante publicada en la editorial porte?a Leviat¨¢n: un peque?o volumen titulado Est¨¦tica del matrimonio: carta a un joven esteta, obra del Kierkegaard m¨¢s puritano, tambi¨¦n traducido del franc¨¦s por el periodista argentino Osiris Troiani, en 1991. La excusa que se suele esgrimir para justificar estas y muchas otras tropel¨ªas editoriales es la dificultad de encontrar buenos traductores del dan¨¦s al espa?ol, pero la verdad es que el maltrato de Kierkegaard se debe a la pereza y la ignorancia inveterada de sus editores de todas las ¨¦pocas y tiempos, y a la incuria de la cr¨ªtica y los lectores, que a menudo suelen tener las ediciones que se merecen. A lo que se a?ade, en el caso de las ediciones realizadas en Buenos Aires, el marasmo de una industria editorial anta?o respetable y una buena dosis de inescrupulosidad: como si en esa ciudad, donde hace tiempo que la iniciativa en materia cultural y editorial autoriza cualquier vesania y atropello, se hubiesen perdido irremisiblemente los criterios de la sant¨ªsima trinidad plat¨®nica de lo bueno, lo bello y lo verdadero.
Diario del seductor
Traducci¨®n de Jes¨²s Pardo. Losada. Oviedo, 2006. 234 p¨¢ginas. 16 euros. O lo uno o lo otro. Volumen 1. Un fragmento de vida. Edici¨®n y traducci¨®n de Begonya S¨¢ez Tajafuerce y Dar¨ªo Gonz¨¢lez, al cuidado de Rafael Larra?eta. Introducci¨®n de Dar¨ªo Gonz¨¢lez. Trotta. Madrid, 2006. 434 p¨¢ginas. 25 euros. Las obras del amor: Meditaciones cristianas en forma de discursos. Traducci¨®n de Demetrio Rivero, revisada por Victoria Alonso, con un prefacio de Miguel Garc¨ªa Bar¨®. Ediciones S¨ªgueme. Salamanca, 2006. 457 p¨¢ginas. 29 euros.
En Espa?a, s¨®lo cabe resca
tar las inhallables traducciones de Demetrio Guti¨¦rrez Rivero en la desaparecida editorial Guadarrama, un sello que fue fagocitado por la tambi¨¦n desaparecida Labor, que fue absorbida por la asimismo desaparecida Explosivos R¨ªo Tinto, empresa que nunca entend¨ª qu¨¦ hac¨ªa editando libros. En cualquier caso, su destino da p¨¢bulo a la c¨¦lebre frase de Marx, aquello de: "Todo lo s¨®lido se desvanece en el aire". Parte de la responsabilidad del zarandeo a que fue sometida la obra de Kierkegaard la tiene el franquismo y su siniestra connivencia espiritual con la vertiente m¨¢s reaccionaria de la Iglesia cat¨®lica que siempre mir¨® con desconfianza a Kierkegaard, por temor a que sus escritos, pese a ser cristianos, escondiesen una peligrosa desviaci¨®n protestante. Y otra parte de responsabilidad la tiene la gazmo?er¨ªa de los filosofantes marxistas espa?oles que, en su imaginaria disputa con el llamado existencialismo, consideraban a Kierkegaard un t¨ªpico representante de la ideolog¨ªa peque?oburguesa, fil¨®sofo sumido en reflexiones vanas sobre los sentimientos religiosos, la angustia y la desesperaci¨®n, que ellos juzgaban incompatibles con el supuestamente saludable esp¨ªritu del proletariado.
Varias ediciones de escritos fundamentales del gran fil¨®sofo dan¨¦s coinciden en estos d¨ªas en la mesa de novedades de las librer¨ªas. Tenemos primero una nueva versi¨®n del Diario del seductor traducida con pericia literaria por Jes¨²s Pardo. En segundo lugar, un rescate de la traducci¨®n de Guti¨¦rrez Rivero de Las obras del amor, revisada por Victoria Alonso, obra que Kierkegaard firm¨® con su propio nombre y en la que el fil¨®sofo dan¨¦s despliega su ferviente implicaci¨®n cristiana para examinar de cerca el significado del no menos cristiano amor al pr¨®jimo: amor que se expresa en obras y se distingue del deseo de un objeto, y que, en imitaci¨®n de Cristo, se consuma cuando se convierte en lo que Kierkegaard llama ¨¢gape, la ocasi¨®n del reencuentro de los cristianos con su Dios.
Y por ¨²ltimo, una versi¨®n
completa de una de las obras fundamentales del corpus kierkegaardiano, el primer volumen de Lo uno o lo otro, primera de las varias obras que el dan¨¦s escribi¨® con seud¨®nimo tras la defensa de su tesis sobre el concepto de iron¨ªa en 1841. Como ya se dejaba ver en la versi¨®n espa?ola de esta tesis (Trotta, 2000) la iniciativa de Rafael Larra?eta de recuperar la obra completa de Kierkegaard en ediciones cuidadas y aptas para el estudio ha sido desarrollada y continuada con rigor y erudici¨®n por el trabajo de los traductores y editores Dar¨ªo Gonz¨¢lez y Begonya S¨¢ez. En este volumen, adem¨¢s de una nueva versi¨®n del Diario del seductor, introduce al lector en los textos claves en que se desarrolla la kierkegaardiana oposici¨®n entre lo est¨¦tico y el sentido ¨¦tico del deber, entre el deseo y la prescripci¨®n, que, expuesta sin los rigorismos abstractos kantianos y sin los reaseguros sistem¨¢ticos hegelianos, prepara a la condici¨®n humana para el decisivo salto en la fe, una experiencia en la que el cristianismo protestante de Kierkegaard reconoce los temples caracter¨ªsticos del individuo, o sea, los del hombre moderno: su angustia, su soledad y su desamparo. Una lectura desviada ha visto en esta versi¨®n de la condici¨®n humana que describe Kierkegaard el fundamento de una "filosof¨ªa de la existencia" cuando en verdad lo justo ser¨ªa reconocer en ella la matriz del mero "estar ah¨ª" del Dasein heideggeriano que, como sabemos, no tiene nada de "existencialista".
Como ocurre siempre que Kierkegaard escribe con nombre supuesto, es decir, cuando es m¨¢s literario y recursivo, sus observaciones parecen a¨²n m¨¢s espl¨¦ndidas y sugestivas y, parad¨®jicamente, m¨¢s autobiogr¨¢ficas tambi¨¦n. Tanto da. Hay quien piensa -y con alguna raz¨®n- que toda escritura es, en el fondo, autobiogr¨¢fica.
S?ren Kierkegaard
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