Amores de capa y espada
Seguramente, el hecho de que Igor Stiks sea bosnio de lengua croata ha contribuido no poco al gran inter¨¦s que ha despertado su primera novela, a pesar de que evita elegantemente entrar en el conflicto de la antigua Yugoslavia. Simplemente otorga a su protagonista -fugado a tiempo de Bosnia, como su autor- una identidad no especificada, pero de incuestionable nimbo tr¨¢gico. Estamos en 1995, un joven bosnio visita con unas amigas el castillo donde el (ficticio) poeta renacentista Enzo Strecci compuso un c¨¦lebre cancionero. Su gu¨ªa es un fraile anciano que, al descubrirse compatriota del visitante, no s¨®lo le cuenta el final del malogrado vate, sino que le confiesa su propio destino desgraciado. En la cruel historia de amor prohibido del gallardo Strecci y Catarina Mardi, la joven esposa del due?o del castillo, intercala el monje el trepidante relato de c¨®mo escap¨® en 1948 en Dalmacia de ser fusilado por el comandante tito¨ªsta de su pueblo, de cuya hija estaba enamorado.
UN CASTILLO EN LA ROMA?A
Igor Stiks
Traducci¨®n de Maja Drnda
Funambulista. Madrid, 2006
173 p¨¢ginas. 15,95 euros
Amor pasional y muerte,
lucha pol¨ªtica y traici¨®n. Stiks muestra arrojo juvenil a la hora de elegir el tema, al que reviste con todos los requisitos de una gran novela: el monje narrador, el juego de espejos de dos tramas h¨¢bilmente entrelazadas sobre la perversa l¨®gica del poder, y el alto tono narrativo: "Por todas partes (...
) se dejaba sentir de vez en cuando un ligero soplo de aire, un olor a humedad (
...); tambi¨¦n hab¨ªa una espada o un mangual y de vez en cuando sub¨ªa una voz desde el subsuelo, como si Strecci en persona a¨²n permaneciese all¨ª proclamando su inocencia". Disponer de un material tan atractivo como el que se maneja en Un castillo en la Roma?a representa una baza importante, y el autor demuestra que posee un estupendo don fabulador, aunque no sepa ensamblar las pretendidas analog¨ªas entre sus dos tramas. Lo que distingue, sin embargo, la literatura con may¨²sculas de una historia bien contada es el lenguaje, y ah¨ª es donde Stiks decepciona todas las expectativas. La perfecta composici¨®n y el eficaz desarrollo del argumento est¨¢n en lamentable contraste con una estil¨ªstica espantosamente inepta (a la que una traducci¨®n demasiado literal no hace ning¨²n favor): "Le desabroch¨¦ la camisa, sus pechos saltaron y yo me zambull¨ª en ellos". Di¨¢logos huecos, simpleza ret¨®rica y vocabulario trillado de follet¨ªn de capa y espada. Una l¨¢stima.
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