Preferir¨ªa no hacerlo
Hubo una ¨¦poca en la que iba usted dentro de un autob¨²s, sentada, sin meterse con nadie, y de repente un individuo le exig¨ªa que le cediera el asiento porque usted era negra y ¨¦l era blanco. Entonces usted se levantaba sin decir esta boca es m¨ªa y se marchaba a la parte de atr¨¢s, reservada para los negros y los animales. Se trataba de una escena cotidiana, habitual, que ni siquiera llamaba la atenci¨®n de las personas cercanas al suceso. Cientos de veces al d¨ªa, los blancos ejercitaban rutinariamente esta forma de humillaci¨®n sobre los negros. Y no estamos hablando de la antig¨¹edad, porque ya se hab¨ªa inventado el motor de cuatro tiempos, sino de hace 50 a?os.
Pero hete aqu¨ª que el 1 de diciembre de 1955 una costurera negra llamada Rosa Parks se neg¨® a cederle el sitio a un hombre blanco. "No", dijo y continu¨® mirando por la ventanilla. Aquel "no" oblig¨® al conductor a detener el autob¨²s e interpelar a la rebelde. Pero Rosa Parks volvi¨® a dar a la autoridad competente un "no" que tuvo el efecto de un pu?ado de tierra en el carburador. Parec¨ªa imposible arrancar de nuevo mientras el "no" de aquella negra insolente permaneciera dando vueltas por el interior del autob¨²s. Se avis¨® a la polic¨ªa, que detuvo y mult¨® a la mujer, pero el "no" se extendi¨® como un virus afectando a toda la flota de autobuses. Los negros dieron al transporte p¨²blico un "no" colectivo que dur¨® 381 d¨ªas, al final de los cuales desapareci¨® legalmente la segregaci¨®n.
Algunos historiadores han intentado rebajar la importancia del gesto de Rosa Parks alegando que s¨®lo se trataba de una costurera cansada. Su "no", desde ese punto de vista, habr¨ªa venido a ser una especie del "preferir¨ªa no hacerlo" de Batleby, el personaje del Melville. Rosa Parks aclar¨® en su biograf¨ªa que no estaba cansada, sino harta de aquella humillaci¨®n cotidiana. En cualquier caso, el "preferir¨ªa no hacerlo" de Batleby tampoco est¨¢ mal. Desde nuestro punto de vista, no s¨®lo no disminuir¨ªa el mito, sino que lo har¨ªa m¨¢s grande. Lean Batleby el escribiente y lo comprender¨¢n.
La fotograf¨ªa apareci¨® en la p¨¢gina de Necrol¨®gicas de EL PA?S el mes de octubre ¨²ltimo, acompa?ando a la noticia de la muerte de Rosa Parks, a la que vemos en el autob¨²s, sentada, observando el paisaje. Se trata de una fotograf¨ªa en blanco y negro, o quiz¨¢ en blanco y negra, si observamos a los ocupantes del autob¨²s y la naturalidad con la que conviven gracias a aquel "no" que de vez en cuando todav¨ªa conviene introducir en el motor de la realidad. Como todas las fotograf¨ªas de interiores, sugiere la existencia de un microcosmos con unas leyes espec¨ªficas. Y hay, en efecto, en el interior de ese autob¨²s un ecosistema que reconocer¨¢n enseguida los usuarios de este tipo de transporte. Pero tambi¨¦n las leyes de los mundos cerrados y peque?os se pueden modificar, y se deben modificar. Es m¨¢s, su cambio suele constituir una especie de big bang que da lugar a nuevos universos. El "no" de Rosa Parks creci¨® como un mundo en expansi¨®n, dando al traste con las leyes racistas de EE UU. Y contin¨²a expandi¨¦ndose, pues si bien es cierto que la costurera de Montgomery gan¨® la batalla legal, la social contin¨²a libr¨¢ndose calle a calle.
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