El eructo como forma de pensamiento
?Se puede advertir en esta foto una concepci¨®n del mundo, de la amistad, de la cultura? La respuesta es s¨ª. A veces, tenemos una idea fant¨¢stica, pero carecemos de los medios o del tiempo precisos para desarrollarla. No es el caso de estos dos individuos. Tuvieron la idea y la llevaron a la pr¨¢ctica. Uno puso el talento y el otro la disciplina. El del talento, incre¨ªblemente, es el de la derecha y se llama Mill¨¢n-Astray. El de la disciplina, incre¨ªblemente tambi¨¦n, es el de la izquierda y se llama Francisco Franco. Salta a la vista que el ide¨®logo es Mill¨¢n-Astray por la expresi¨®n de superioridad intelectual, que le sale pr¨¢cticamente sin querer, pero tambi¨¦n por el modo en que protege con su brazo derecho al ne¨®fito.
Le dieron todas las cruces del mundo por matar, sin que la Iglesia se quejara de la utilizaci¨®n de ese s¨ªmbolo
-Mira -le est¨¢ diciendo- c¨®mo se combate dial¨¦cticamente una idea: se levanta la barbilla, se enarcan las cejas, se arruga un poco la nariz y se suelta un eructo. Es importante que no te hayas lavado los dientes jam¨¢s, porque en el sarro se esconden cantidades incre¨ªbles de pensamiento y de bacterias, y adonde no llega el pensamiento llegan las bacterias. Si acaso, al tiempo de eructar puedes articular una frase corta, pero incisiva, del tipo de te vamos a cortar los cojones. Estas oraciones combinan muy bien con el tipo de filosof¨ªa que pretendo transmitirte. Un d¨ªa, en Salamanca, discut¨ª con un tal Unamuno, un fil¨®sofo de mierda, al que grit¨¦ en su cara ?Muera la inteligencia! Se qued¨® planchado porque lo argument¨¦ con dos eructos geniales y un ?Viva la muerte! que te pon¨ªa los pelos de punta. Para entonces ya me faltaban un ojo y un brazo, porque yo soy consecuente y si digo que viva la muerte es porque me gusta, incluso a plazos. Estaba conmigo, de mi lado quiero decir, Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n, que eso s¨ª que era un pedazo de escritor con su gracia andaluza y todo lo dem¨¢s. Si no me crees, preg¨²ntaselo a ¨¦l.
Cuando escuchaba la palabra cultura, Mill¨¢n-Astray sacaba la pistola. Se pas¨® la vida sac¨¢ndola y mat¨® mucho, primero en Filipinas, luego en Marruecos y m¨¢s tarde en Espa?a. Le dieron todas las cruces del mundo por matar sin que la Iglesia se quejara de la utilizaci¨®n masiva de un s¨ªmbolo tan suyo. Finalizada la Guerra Civil regres¨® a sus tareas intelectuales como jefe de prensa del r¨¦gimen y s¨®lo mataba los domingos, por quitarse el gusanillo. Un genio.
En cuanto a Franco, era m¨¢s torpe. Observen las dificultades que muestra para soltar la ventosidad bucal por no colocar la lengua donde debe. Pero aprendi¨® y eruct¨® como el que m¨¢s durante cuarenta a?os. De entre sus eructos m¨¢s celebrados cabe destacar la Cruz del Valle de los Ca¨ªdos, tambi¨¦n muy apreciada por la Iglesia. Si alguien quiere saber qu¨¦ fue el franquismo, c¨®mo era la atm¨®sfera moral e intelectual, incluso gastron¨®mica, que se respiraba en Espa?a durante aquella ¨¦poca, no tiene m¨¢s que asomarse a esta fotograf¨ªa con halitosis que lo dice todo. De ah¨ª venimos, aunque unos m¨¢s que otros, y no nos gusta se?alar. Se public¨® en las p¨¢ginas de Cultura de EL PA?S el 14 de noviembre, con ocasi¨®n del aniversario de la muerte de Franco, por lo que si Mill¨¢n-Astray hubiera levantado la cabeza habr¨ªa sacado, l¨®gicamente, la pistola. Vaya mundo.
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