?Misi¨®n de paz en L¨ªbano?
Para que una misi¨®n militar de las llamadas de paz pueda iniciarse respetando la legalidad internacional y con ciertas posibilidades de ¨¦xito, es necesario que se den unas condiciones que ser¨¢ dif¨ªcil alcanzar completamente en el caso de L¨ªbano. Los pa¨ªses europeos -imprescindibles para esta misi¨®n, en palabras de Javier Solana- deber¨¢n estudiar en detalle estos requisitos antes de tomar una decisi¨®n definitiva sobre su participaci¨®n.
Al cese de hostilidades deber¨¢ seguir un alto el fuego permanente, que probablemente se conseguir¨¢ en un plazo no muy largo. Hezbol¨¢ no puede mantener sus ataques mucho tiempo y, adem¨¢s, lo sucedido hasta ahora representa para ellos una victoria pol¨ªtica, a pesar de sus bajas. Estados Unidos ha aguantado tres semanas la presi¨®n internacional para dar a Israel la oportunidad de alcanzar su objetivo inmediato, que es la reducci¨®n al m¨ªnimo posible de la capacidad militar y log¨ªstica de Hezbol¨¢, pero la posibilidad de modificar el statu quo anterior mediante la acci¨®n de las Fuerzas Israel¨ªes de Defensa (FID) parece hoy por hoy inalcanzable. La situaci¨®n volver¨¢ al punto de partida e Israel deber¨¢ conformarse con demostrar de nuevo que sus represalias siempre ser¨¢n m¨¢s terribles que el da?o que se les pueda ocasionar, lo que no contribuir¨¢ precisamente a la reducci¨®n del n¨²mero de sus enemigos.
El alto el fuego tendr¨¢ que ir acompa?ado de otra resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) para el despliegue en el sur de L¨ªbano de una nueva fuerza multinacional, con la aceptaci¨®n expresa e imprescindible de las partes en conflicto, es decir, L¨ªbano, Israel y Hezbol¨¢. Ser¨¢ dif¨ªcil que el movimiento armado chi¨ª acceda a un despliegue que le expulse del territorio que controla, pero sin su aceptaci¨®n nos encontrar¨ªamos ante una misi¨®n de imposici¨®n de la paz, es decir, de combate. La fuerza multinacional se ver¨ªa inevitablemente abocada a enfrentarse con la milicia armada, con lo que los pa¨ªses implicados en el despliegue aparecer¨ªan directamente como alineados con Israel, para regocijo de todos los islamistas radicales del mundo, adem¨¢s de verse involucrados en un conflicto de duraci¨®n y consecuencias impredecibles.
Todos los implicados deber¨¢n adem¨¢s aceptar un mandato para la fuerza suficientemente claro y consistente que defina exactamente lo que se va a hacer, c¨®mo y por cu¨¢nto tiempo. Muchos militares saben los problemas que han sufrido en situaciones similares con un mandato ambiguo o poco definido.
La soluci¨®n m¨¢s sencilla ser¨ªa una misi¨®n de interposici¨®n mediante el despliegue en una zona de separaci¨®n que no pudieran penetrar ni sobrevolar los contendientes. Los problemas aparecer¨ªan si alguno de ellos violara la zona de exclusi¨®n. Si entrara Hezbol¨¢, se le rechazar¨ªa militarmente, siempre que las reglas de enfrentamiento lo permitieran, y se le detectara, que no es f¨¢cil. Pero si la interposici¨®n no fuera perfecta y se produjera alg¨²n ataque sobre territorio israel¨ª, ?estar¨ªa dispuesto Israel a renunciar a la subsiguiente represalia para no penetrar en la zona de separaci¨®n? ?O se tratar¨ªa s¨®lo de una zona de separaci¨®n terrestre pero no de exclusi¨®n a¨¦rea?
Israel intentar¨¢ obtener condiciones ventajosas en el CSNU a trav¨¦s de su valedor, EE UU, pero para los pa¨ªses que participen en la fuerza, la neutralidad de su actuaci¨®n es una condici¨®n imprescindible, y la falta de claridad en cuanto a la inviolabilidad de la zona de separaci¨®n deber¨ªa ser un obst¨¢culo suficiente para renunciar al despliegue. La experiencia de FINUL, fuerza de interposici¨®n de la ONU desplegada en la frontera entre L¨ªbano e Israel desde haceveintiocho a?os, es significativa. En junio de 1982, las FID pasaron por encima de FINUL e invadieron L¨ªbano hasta llegar a Beirut, invasi¨®n que dur¨® hasta marzo de 2000. La incapacidad de FINUL para evitarlo y su pasividad durante el actual recrudecimiento del conflicto han demostrado lo in¨²til de una fuerza de interposici¨®n que no tenga un mandato terminante.
Algunos reclaman para la nueva fuerza multinacional un mandato a¨²n mucho m¨¢s arriesgado que la mera interposici¨®n. Se tratar¨ªa de aplicar la resoluci¨®n 1559 del CSNU, es decir, desarmar a Hezbol¨¢ o ayudar al Ej¨¦rcito liban¨¦s a hacerlo, lo que en la pr¨¢ctica no ser¨ªa muy diferente. Si Hezbol¨¢ no aceptara su desarme -cosa m¨¢s que probable-, nos encontrar¨ªamos con un escenario mucho peor que el de una fuerza de interposici¨®n sin acuerdo de las partes, es decir, con una guerra abierta entre la milicia armada chi¨ª y los Ej¨¦rcitos europeos. Entrar en este terreno ser¨ªa un error hist¨®rico para Europa porque arruinar¨ªa definitivamente sus relaciones con el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n, sin resolver con ello el problema de L¨ªbano y mucho menos el de Oriente Medio.
El enfrentamiento de Israel con Hezbol¨¢ no puede aislarse del conjunto de los problemas de Oriente Medio, cuya ra¨ªz principal est¨¢ en el conflicto entre israel¨ªes y palestinos. Esta cuesti¨®n central, que es el origen -o sirve de excusa- de todos los ataques a Israel y de la hostilidad de parte del mundo isl¨¢mico hacia Occidente, no puede resolverse sin el concurso de EE UU, alineado sistem¨¢ticamente con las posiciones de Israel.
Estados Unidos -al igual que su principal aliado, el Reino Unido- ha dejado claro que no participar¨¢ en la fuerza multinacional en L¨ªbano, aunque son ellos los que tienen en sus manos la llave para resolver el conflicto de Oriente Medio, puesto que Israel no tendr¨ªa ninguna capacidad militar ni pol¨ªtica sin su apoyo. En definitiva, unos se implican militarmente y otros son los que deciden.
La soluci¨®n al enfrentamiento entre israel¨ªes y musulmanes no puede llegar con arreglos parciales, sino mediante un acuerdo global entre todas las partes implicadas y el cumplimiento de todas las resoluciones del CSNU incluyendo la 242, es decir, la vuelta de Israel a las fronteras de 1967, con el compromiso firme de respetar esas fronteras y la seguridad del Estado de Israel. En ese escenario, ¨²nico camino para una paz duradera, la Uni¨®n Europea s¨ª podr¨ªa y deber¨ªa implicarse a fondo, incluso con medios militares si fuera necesario para controlar una zona de seguridad en torno a Israel.
Por ¨²ltimo, es imprescindible garantizar que la fuerza desplegada estar¨¢ capacitada para cumplir su misi¨®n. Los efectivos necesarios depender¨¢n del mandato y del grado de hostilidad en el que se desarrolle, pero podr¨ªan estar entre 10.000 y 20.000. Es dif¨ªcil que en el momento actual los pa¨ªses europeos -involucrados en su mayor¨ªa en otros escenarios como Bosnia, Kosovo o Afganist¨¢n- est¨¦n en condiciones de alcanzar esta cifra y de mantenerla por tiempo indefinido, incluso con el concurso de Turqu¨ªa y de otros pa¨ªses no europeos. Pero m¨¢s importante a¨²n es la definici¨®n de la cadena de mando responsable de llevar a cabo la misi¨®n. La implicaci¨®n directa de la OTAN est¨¢ descartada por el rechazo que el liderazgo de EE UU tiene en el mundo isl¨¢mico.
Aunque la Uni¨®n Europea decidiera -por unanimidad- asumir esa responsabilidad, carece de instrumentos propios para ejercer el mando y habr¨ªa que hacer uso de los acuerdos Berl¨ªn plus, con lo que la operaci¨®n ser¨ªa dirigida desde el Cuartel General de la OTAN en Europa, algo dudosamente aceptable para los pa¨ªses musulmanes. La soluci¨®n de ceder el liderazgo a una naci¨®n apoyada por elementos de otros contribuyentes parece inaplicable en una misi¨®n de esta envergadura, en la que probablemente habr¨¢ que tomar decisiones cr¨ªticas para alguno de los participantes, problema que a¨²n se agravar¨ªa si la UE no actuara como tal y hubiera que acudir a una coalici¨®n de circunstancias. Sin una cadena de mando y control fuerte, eficaz y resolutiva, las posibilidades de ¨¦xito de una misi¨®n de este tipo son m¨ªnimas.
En resumen, muchas cuestiones sin resolver que invitan a extremar la prudencia. En estos asuntos, como sabemos por experiencia, es bastante m¨¢s complicado salir que entrar.
Si no se dan las condiciones de alto el fuego permanente, acuerdo de todas las partes implicadas, mandato claro y fuerte, respeto a la neutralidad y garant¨ªa de la eficacia de la misi¨®n, ser¨ªa mejor que Europa no se involucrase en una operaci¨®n de dudoso resultado, en la que no se dispondr¨¢ de capacidad de decisi¨®n, y de la que no se sabe cu¨¢ndo ni c¨®mo se podr¨¢ salir.
J. Enrique de Ayala es general de Brigada del Ej¨¦rcito en la reserva. Su ¨²ltimo destino fue como segundo jefe de la Divisi¨®n Multinacional Centro-Sur, en Irak.
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