Horario de misas
En este peri¨®dico siempre hemos sido de un ecum¨¦nico de quitarse el sombrero. D¨ªganme ustedes si no es el m¨¢ximo de tolerancia, el culmen del pluralismo, publicar el horario de los cultos cat¨®licos -lo cual ya ten¨ªa sus perendengues-, y, adem¨¢s, de no olvidarnos de todos los dem¨¢s. Toditos. Pr¨¢cticamente a los ¨²nicos que no nombr¨¢bamos es a los Testigos de Jehov¨¢, que no hacen tantas cosas en p¨²blico, aparte de intentar vender biblias por las casas; y, a pesar de ello, no s¨¦ si este olvido deber¨ªa mover a actuar al Defensor del Lector, aunque sea 30 a?os despu¨¦s.
Creo que ahora no ser¨ªamos capaces -ya le gustar¨ªa a Ca?izares- de informar puntualmente de las horas de la misa en la Santa Iglesia Catedral, como la llam¨¢bamos con reverencia, y en media docena de iglesias m¨¢s; pero entonces lo hac¨ªamos, y prolijamente. Igual que los jud¨ªos ve¨ªan en nuestras p¨¢ginas sus horas de rezos, los ortodoxos su culto y los protestantes de todo tipo -adventistas, pentecostales, evang¨¦licos, mormones- sus estudios b¨ªblicos o reuniones sacramentales.
Quiz¨¢ crey¨¦ramos que el hecho de que la piedad fuera multifac¨¦tica en nuestras p¨¢ginas constitu¨ªa la gran novedad contra la religi¨®n de Estado, y tan minuciosa enumeraci¨®n de cultos se debiera a que a¨²n no nos hab¨ªamos quitado del todo los tics de la boina confesional en la Espa?a que, hasta un cuarto de hora antes, ve¨ªa a la Iglesia cat¨®lica llevar a Franco bajo palio y reconoc¨ªa al Dinosaurio el derecho a intervenir en el nombramiento de obispos. Nosotros ¨¦ramos laicos y laicizantes, pero, por si nuestros lectores no lo eran tanto, que supieran d¨®nde desfogar sus apretones rezadores.
La foto de las obras del puente de la madrile?a avenida de Am¨¦rica que d¨¢bamos en la p¨¢gina 12 es de esas noticias que podr¨ªan volverse a publicar hoy sin tener que tocar una coma. Y es que nos persegu¨ªa tambi¨¦n, aunque a escala y sin toque fara¨®nico, la maldici¨®n de la zanja, lo cual viene a ratificar el car¨¢cter c¨ªclico de la historia y la teor¨ªa del eterno retorno, porque, en 1976, Gallard¨®n estaba pr¨¢cticamente jugando con el aro. ?O ser¨ªa con una gr¨²a y una tuneladorcita de Geyper?
Son declaraciones ap¨®crifas, pero hay quien jura que, en aquellos d¨ªas, oyeron decir al peque?o Alberto: "Mam¨¢, quiero ser alcalde". (Y a?adir por lo bajini: "Transitoriamente; de paso para donde t¨² sabes").
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