?Qui¨¦n te env¨ªa?
Viernes 14 de abril de 2006. Por fin es viernes y estoy en Palermo, capital de Sicilia. Hace tres d¨ªas que a Bernardo Provenzano, capo di capi de la mafia siciliana, lo apres¨® la polic¨ªa italiana despu¨¦s de permanecer 43 a?os pr¨®fugo de la justicia. Ma?ana visitar¨¦ al T¨ªo Bernardo en su celda de m¨¢xima seguridad, gracias a la acreditaci¨®n de prensa de Santiago Segurola. No me pregunt¨¦is como, pero la tengo.
S¨¢bado 15 de abril de 2006. 10:05 horas. Cuando me bajo del taxi, que me deja en la puerta del penal, no me llega la camisa al cuello. Motivo: haber salido con vida de un taxi que iba a 120 Km. por las empinadas calles de Palermo. El taxista, adem¨¢s, era fan de Ricchi e Poveri. Me temo que la canci¨®n Mamma Maria ya no me abandonar¨¢ en toda la jornada.
Cuando llamo a la puerta principal me recibe un carabiniere que me mira tras sus gafas de sol. Me pide que le acompa?e y le acompa?o. Me pide que me siente y me siento. Me ofrece un batido y me lo bebo. Tiene un gusto amargo, como la ¨²ltima almendra que te comes.
11:30 horas. Otros dos carabinieri me hacen pasar a un cuarto y me piden que vac¨ªe mis bolsillos. Luego me piden que me desnude y me tumbe en una especie de esc¨¢ner. Ah¨ª es cuando reparo que el batido era para hacerme un TAG por contraste. Quieren comprobar que no llevo nada que pueda facilitarle la huida a T¨ªo Bernardo. Ma,ma,ma Mamma Maria Ma. Todo est¨¢ correcto, pero un carabiniere me dice:
-?Cu¨ªdate esa hernia Santiago Segurola!-
12:00 horas. Ya estoy frente a la puerta que da a la celda de T¨ªo Bernardo. Por el camino el carabiniere me ha advertido que el interior de la celda dispone de una c¨¢mara de vigilancia y que bajo ning¨²n concepto debo aceptar nada, ni siquiera un simple papel. T¨ªo Bernardo se comunicaba a trav¨¦s de notas escritas en papelicos. As¨ª se deshizo de sus enemigos: apuntando su nombre en un post-it.
Se abre la puerta y de ¨¦sta se escapa la voz de Julio Iglesias cantando: "De tanto querer ser en todo el primero, me olvid¨¦ de vivir...". Y es en ¨¦se momento en el que mi mirada se cruza con la de T¨ªo Bernardo un hombre enjuto, de mirada hiperm¨¦trope. Un hombre mayor que se enfrenta a seis condenas de cadena perpetua
-?Qu¨¦ te ocurri¨® T¨ªo Bernardo?-.
Paso a la celda y compruebo que est¨¢ hecha un desastre y se de lo que hablo. He sido estudiante y he compartido piso. Este hombre es un super clase.
-?C¨®mo tenemos esto! -le digo-, ?qu¨¦ pasa? Que no hemos tenido tiempo de ordenarlo un poquito.
-?A qu¨¦ has venido... -lee mi acreditaci¨®n- Santiago Segurola? ?Quieres hacerme una entrevista?
-S¨®lo quiero charlar. ?Te gust¨® El Padrino?
-No la he visto.
-?Y Uno de los nuestros?
-Tampoco la he visto.
-Y Casino ?Qu¨¦ te pareci¨®?
No contesta.
-Y la serie Los Soprano. ?Qu¨¦ opini¨®n te merece?
-?T¨² eres idiota o un genio de la interpretaci¨®n?
-?Alguna vez has hecho da?o a alguien a sabiendas?
-?Qui¨¦n te env¨ªa?
-Huele a comida.
-S¨ª, me estaba almorzando unos espaguetis a la bolo?esa, si no te importa.
-No me importa. ?Me dejas probarlos?
-Es una receta especial siciliana.
-No est¨¢ mal, pero venden un tomate frito en el Mercadona que est¨¢ mejor.
-Si no estuviera aqu¨ª te...
-?Se acabo la visita! -grita el carabiniere-. Salga ahora.
Antes de abandonar la celda T¨ªo Bernardo se abalanza y me abraza. En el cacheo, me descubren una nota en el bolsillo de mi americana ojo de perdiz. Lo que esta escrito es: "La salsa era de Hacendado, gilipollas".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.