Collons, collons'
Lo simb¨®lico tambi¨¦n ha sido globalizado. Gracias a la rapidez con que se transmiten las im¨¢genes, entiendo una cosa y, a la vez, la relaciono con otra. Y cada material contiene la herrumbre instant¨¢nea de su propio s¨ªmbolo.
Las comparaciones se hacen inevitables. Cuando me imagino a la ¨²ltima esposa de Paul McCartney tratando de entrar en su ex casa familiar por la puerta trasera y desvalijando la cuenta que el antiguo beatle a¨²n ten¨ªa en com¨²n con ella, no puedo dejar de pensar en aquel D¨ªa de Acci¨®n de Gracias en que la anterior, Linda Eastman, indult¨® a un pavo. Qu¨¦ buena y vegetariana que era, la pobrecica. Y qu¨¦ remala ha resultado su sucesora.
Luego est¨¢n las asociaciones libres medioambientales, que tambi¨¦n se dan, al menos en mi caso. Les cuento. Ca¨ªa un sol esplendoroso, etc¨¦tera. S¨²bitamente, una nube negra con retoques plomizos cubri¨® parte del barrio del Eixample barcelon¨¦s y un silencio apestoso -era la hora en que los bares de alrededor empiezan a preparar sus frituras- cuaj¨® sobre nuestras cabezas. Cinco segundos despu¨¦s hab¨ªa desaparecido por completo -la nube, no el tufazo-, y de nuevo la Diagonal, entrampada en obras p¨²blicas, brillaba con el trasiego de algunos veh¨ªculos, hombres en pantal¨®n corto y el Bus Turistic que lleva a los visitantes al Camp Nou, para que vean de cerca el c¨¦sped en el que Ronaldinho retuerce su sudada camiseta.
Al Gore le recuerda al pueblo americano cu¨¢n distintas podr¨ªan haber sido las cosas si hubiera ganado ¨¦l en lugar de 'Dirty' Bush'
Es el cambio clim¨¢tico, coment¨® mi Maricruz, que tampoco descansa en agosto, para ayudarme en casa mientras escribo estas cosillas. Por asociaci¨®n, pens¨¦ en Al Gore y record¨¦ una magn¨ªfica rese?a de su documental An Inconvenient Truth que le¨ª hace meses en The New Yorker, firmada por David Remnick. Lo de menos de la mencionada nota era su actitud -positiva e inteligentemente ir¨®nica sobre el excesivo protagonismo del pol¨ªtico- hacia el trabajo que el ex vicepresidente y casi presidente de los Estados Unidos est¨¢ llevando a cabo desde hace tiempo para despertar las conciencias en torno al tema medioambiental. Lo mejor del art¨ªculo consist¨ªa en un pensamiento trist¨ªsimo que atravesaba la cr¨®nica como una flecha empapada en ese certero dolor que proporcionan las verdades terribles.
Y es el hecho -escrib¨ªa Remnick- de que, con su sola presencia en el documental, Al Gore le recuerda al pueblo americano cu¨¢n distintas podr¨ªan haber sido las cosas -y el mundo en el que vivimos- si hubiera ganado ¨¦l en lugar de Dirty Bush (el adjetivo es m¨ªo), cuyo ideario ecol¨®gico se parece m¨¢s bien al del director de la National Revue, James S. Robbins, otro machote que acaba de declarar: "Personalmente, no s¨¦ a qu¨¦ viene todo este ruido. El calentamiento global es genial. Es posible que ni siquiera est¨¦ ocurriendo, y, aunque suceda, hay fuertes razones para dudar de que los seres humanos tengan algo que ver con ello. Pero si el mundo se est¨¢ calentando, yo digo 'bravo".
"Gore desempe?a ahora un papel ¨²nico en la vida p¨²blica", seg¨²n el cr¨ªtico de The New Yorker. "Es un s¨ªmbolo de lo que pudo haber sido". Lo es debido a que quien le gan¨® por los pelos significa la ca¨ªda en picado, el acab¨®se. Eso, lo quieran o no George o Al, porque es lo simb¨®lico lo que se apodera de ellos, no viceversa. Pase lo que pase, sea Bush Jr. quien habr¨¢ obligado a Brad Pitt a bajar a Nueva Orleans con 100.000 d¨®lares humanitarios y un conjunto de imitaci¨®n de menesteroso para no ofender, colores salt & pepper, para paliar el horror que supusieron el Katrina y el Gobierno al que el hurac¨¢n se la soplaba.
Del mismo modo, por mucho que intento imaginar a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar reunido en la sala de News Corporation y participando en la decisi¨®n de pinchar los m¨®viles de Carlos y Camilla, mi relaci¨®n simb¨®lica con el ex presidente de este pa¨ªs pertenece a otro nivel. ?C¨®mo era aquello? S¨ª, recuerden, el nivel "Uhhhh, siempre tendr¨¢s un bigotito cerca, uhhhh". Collons.
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