"Esta culpa me ha pesado como una ignominia"
Hoy el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung publica una entrevista con G¨¹nter Grass, en la que el escritor, de 78 a?os, admite su pertenencia a las Waffen-SS, al hablar de la publicaci¨®n de su pr¨®ximo libro de memorias, Pelando la cebolla. A continuaci¨®n, ofrecemos un extracto de la entrevista
Pregunta. ?Qu¨¦ le ha llevado a escribir ahora sus memorias?
Respuesta. No quiero decir que ha sido un parto dif¨ªcil, pero s¨ª que me ha hecho falta una cierta voluntad de superaci¨®n, antes de poder empezar con ellas, porque tengo una objeci¨®n de principios contra las autobiograf¨ªas. Muchas autobiograf¨ªas intentan convencer al lector de que algo fue as¨ª y no de otra manera. Yo quer¨ªa darle una forma m¨¢s abierta, por eso era tan importante para m¨ª. [....]
P. Usted ha relatado repetidas veces que hasta que Baldur von Schirach
reconoci¨® en N¨²remberg su culpa no se convenci¨® de que los alemanes hab¨ªan cometido un genocidio. ?Pero por qu¨¦ habla ahora por primera vez, y totalmente por sorpresa, de que fue un miembro de las SS? ?Por qu¨¦ ahora?
R. Era algo que me agobiaba. Mi silencio durante todos estos a?os es una de las razones por las que he escrito este libro. Era algo que ten¨ªa que sacar por fin...
P. Sin duda, se enterar¨ªa de qu¨¦ iba a pasar con usted al llegar a su unidad. ?O pudo advertirlo antes, al recibir la orden de alistamiento?
R. Ese pasaje no est¨¢ claro, porque no estoy seguro de c¨®mo fueron las cosas: ?pude saberlo por la orden de alistamiento, por el encabezamiento de la carta, por el rango del que la firmaba? ?O me di cuenta s¨®lo al llegar a Dresde? Ya no lo s¨¦.
P.. ?Habl¨® en aquel momento con sus camaradas de lo que significaba estar en las Waffen-SS? ?Era algo de lo que hablaban los j¨®venes que hab¨ªan sido llamados all¨ª de lugares dispares?
R. En la unidad lo ¨²nico que hab¨ªa era lo que he descrito en el libro: un entrenamiento muy duro. Ninguna otra cosa. Lo ¨²nico que uno se planteaba era c¨®mo escaquearse. Llegu¨¦ incluso a contagiarme la ictericia, pero s¨®lo me vali¨® durante un par de semanas. Despu¨¦s volv¨ª otra vez a un entrenamiento brutal y una instrucci¨®n insuficiente con equipo obsoleto. En cualquier caso, ten¨ªa que escribirlo.
P. No ten¨ªa que escribirlo. Nadie pod¨ªa obligarle a hacerlo.
R. Era una obligaci¨®n autoimpuesta, la que me ha llevado a hacerlo.
P. ?Por qu¨¦ se alist¨® voluntariamente en la Wehrmacht?
R. Al principio, lo que me importaba era escapar de todo aquello. Del agobio, de la familia. Quer¨ªa acabar con todo, y me alist¨¦ por ese motivo. Tambi¨¦n esto es curioso: me alist¨¦, tendr¨ªa unos 15 a?os, y luego de hecho he olvidado todo lo que precedi¨® a aquello. A muchos de los de mi quinta les pas¨® algo parecido: est¨¢bamos en el servicio laboral, y de repente, un a?o despu¨¦s, ten¨ªamos la orden de alistamiento sobre la mesa. Y despu¨¦s me di cuenta, quiz¨¢ al llegar a Dresde, de que estaba en las Waffen-SS.
P. ?Ha tenido alg¨²n sentimiento de culpa por este motivo?
R. ?En aquel momento? No. M¨¢s tarde este sentimiento de culpa me ha pesado como una ignominia. Para m¨ª, siempre iba ligado a la pregunta: ?en aquel momento podr¨ªas haberte dado cuenta de qu¨¦ ocurr¨ªa all¨ª contigo?
P. Ha sido uno de los primeros entre los de su generaci¨®n que ha hablado de la propia vulnerabilidad a la seducci¨®n y siempre ha sido muy franco al tratar de la historia alemana, cosas que con frecuencia se le han echado en cara.
R. S¨ª, a d¨ªa de hoy tenemos tantos luchadores de la resistencia que a uno le asombra c¨®mo Hitler pudo llegar al poder. Pero querr¨ªa volver a los a?os cincuenta, para aclararle cu¨¢l era mi punto de partida al escribir El tambor de hojalata. Lo que hab¨ªa ocurrido hac¨ªa poco, en 1945, se consideraba un colapso, no era la capitulaci¨®n incondicional. Quit¨¢ndole gravedad, se afirmaba: la oscuridad cay¨® sobre Alemania. Se actuaba como si el pobre pueblo alem¨¢n hubiera sido seducido por una horda de tenebrosos tipejos. Y eso no era verdad. De ni?o presenci¨¦ c¨®mo ocurr¨ªa todo, a plena luz del d¨ªa. Y ocurr¨ªa con entusiasmo y jale¨¢ndolo. Naturalmente, tambi¨¦n a trav¨¦s de la seducci¨®n, tambi¨¦n eso, qu¨¦ duda cabe. En lo que respecta a la juventud, muchos, muchos, estaban entusiasmados. Y yo quer¨ªa investigar este entusiasmo y sus causas, ya al escribir El tambor de hojalata, y tambi¨¦n ahora, medio siglo despu¨¦s, en mi nuevo libro...
Traduci¨®n de Jes¨²s Albor¨¦s.
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