Sin descanso
No recuerdo un verano tan malo como ¨¦ste. Mal¨ªsimas noticias, pre?adas de dramas personales, colectivos y ecol¨®gicos. Un desastre. Tal chorreo de negatividad consigue que nuestras vidas aburguesadas se vean sacudidas y lo que queda de nuestra conciencia se encoja hasta adquirir el tama?o de una nuez. Yo pienso: "Aqu¨ª estoy, tom¨¢ndome una cerveza delante del mar, tan a gusto, y afuera cayendo la de Dios". Entonces te entra el sentimiento de culpa y te preguntas qu¨¦ demonios puedes hacer. En mi caso, la ansiedad es particularmente agobiante ya que no dispongo de mi programa, con lo que me he quedado sin "meg¨¢fono" que, desde el humor, me permite decir lo que pienso. Una terapia en toda regla.
Todo empez¨® con lo del L¨ªbano y la furibunda y aplastante reacci¨®n israel¨ª. EL PA?S public¨® una foto en portada, donde una mujer vestida de negro caminaba con algo entre sus brazos en mitad de una avenida de escombros. Se la ve¨ªa de espaldas y a m¨ª me pareci¨® que personificaba la muerte. He seguido con devoci¨®n las cr¨®nicas de Maruja Torres, que rezumaban rabia y verdad. Mi sangre empez¨® a prepararse para la helada veraniega que se avecinaba. Al contrario que el clima mundial. Hubo un d¨ªa en el que el agua del mar se puso a 30 grados en Ibiza. Pens¨¦: "Esta va a ser que Paris Hilton, de viaje por la isla, habr¨¢ pedido que le calienten la playa". Pero no, no. Era eso tan abstracto llamado "clima" que los l¨ªderes de las grandes potencias se pasan por el forro. Y las medusas, del tama?o de un paraca¨ªdas.
El aire se puso hirviendo y los bosques empezaron a arder. Una maldita premonici¨®n. ?C¨®mo puede ser que se declaren 130 incendios al mismo tiempo en Galicia? Un bombero deshidratado explicaba: "Esto no va a acabar nunca. Mientras nosotros apagamos por un lado, otros encienden por el otro". Una funesta met¨¢fora de la sociedad espa?ola. ?Joder! Me estremec¨ª con el testimonio de un artista que vio, impotente, c¨®mo se calcinaba toda su obra. Eran l¨¢grimas de verdad.
?Y el Tour? La ¨²ltima gran epopeya deportiva se ha hecho a?icos y ahora resulta que el tal Landis tambi¨¦n se dopaba. Una idea: ?por qu¨¦ no se suspenden todas las pruebas ciclistas, hasta que caduquen todos los f¨¢rmacos? Lo digo por ayudar, eh. Es que los ni?os ya no quieren ser ciclistas. Ni dictadores como Fidel Castro. Sigo pregunt¨¢ndome c¨®mo se convierte una revoluci¨®n en dictadura. Ninguna idea deber¨ªa merecer pasar hambre y el pa¨ªs donde no se puede decir lo que se piensa no es un pa¨ªs. Es un mont¨®n de gente.
A todo esto, los cayucos siguen llegando a Canarias y hasta nos hemos acostumbrado a esa imagen del subsahariano temblando, con la mirada perdida, su manta y los de la Cruz Roja ayud¨¢ndoles a caminar. Ellos creen que est¨¢n en el para¨ªso, pero en realidad es otra estaci¨®n de su v¨ªa crucis. En EL PA?S vi una joven rubia, preciosa como un ¨¢ngel, atendiendo a uno de los n¨¢ufragos. Pens¨¦ que personificaba la vida. ?Cu¨¢nto va a tardar la comunidad internacional en entender que ¨¦stos son los nuevos tiempos y que hacen falta soluciones estables y acuerdos internacionales duraderos? ?Van a tardar tanto como el Consejo de Seguridad de la ONU? Se han tirado un mes para poner el freno (?) en L¨ªbano y encima va Kofi Annan y dice que no est¨¢ contento con el proceso del alto al fuego. ?C¨®mo se dice dimisi¨®n en ingl¨¦s? Que se lo pregunten a los de Iberia y el caos sin precedentes del Prat. Aunque no s¨¦ que es peor: si quedarte despotricando por la terminal catalana o acojonado vivo en Londres, con la amenaza terrorista felizmente desarticulada. No se va a poder ni volar.
Me dispon¨ªa a mandar este art¨ªculo cuando coge G¨¹nter Grass y reconoce que fue nazi. ?Lo que faltaba! Me voy al cine. Al menos, las historias malas que veo, s¨¦ que no son de verdad.

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