Los Rolling Stones
El elixir de la juventud eterna se le est¨¢ acabando a Mick Jagger y sus sat¨¢nicas majestades, los Rolling Stones. Los a?os pasan factura, algo que no tenemos por qu¨¦ pagar los asistentes de los espect¨¢culos en directo.
Cuando un artista no se vea con fuerzas f¨ªsicas para hacer giras, deber¨ªa plantearse el despedirse del escenario y limitarse a grabar discos; as¨ª no jugar¨ªa nunca con ilusiones de miles de fans que invierten tiempo y dinero por verles actuar. Se han merecido mis respetos durante muchos largos a?os y ahora se han ganado mi desprecio como profesionales del rock and roll.
Paseando por Valladolid y viendo la noche del supuesto concierto de la famosa lengua, llegu¨¦ a pensar que el s¨ªmbolo de los Stones se hab¨ªa convertido en una burla a tierras espa?olas. Con una soberbia infinita, nos comunicaron cinco horas antes de salir a escena que el l¨ªder de la banda, Mick Jagger, padec¨ªa una afon¨ªa y suspend¨ªa el show.
Ni siquiera se desplazaron al recinto. Ni siquiera fueron conscientes de los miles de espectadores que hab¨ªan hecho sus mochilas para verles, aun sabiendo que la afon¨ªa era arrastrada desde el s¨¢bado.
Es duro para un seguidor de los Stones te?ir las canas a una melena que brillaba en la ¨¦poca hippie de 1969, con su ¨¦pico concierto en Hyde Park de Londres; recordar el a?o 1976 con su primera visita a Espa?a; el Mundial de 1982, que pas¨® a la historia con un Vicente Calder¨®n roto con globos, lluvia y jumpin jack flash. Y admitir la derrota del tiempo que nunca pasa, y a su retiro necesario e inmediato por razones naturales. Si nosotros lo admitimos, ellos tambi¨¦n.
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