La naturaleza de C¨¦zanne
Decir Aix-en-Provence es decir C¨¦zanne. Pint¨® sus paisajes y sus piedras hasta el infinito. La ciudad del sur de Francia celebra con todos los honores el centenario de la muerte del artista. Una ocasi¨®n ¨²nica para contemplar sus grandes obras, las que le convirtieron en el maestro de las vanguardias
La sombra almenada del castillo de Vauvenargues, en la Provenza francesa, al pie de la monta?a Sainte-Victoire, persegu¨ªa en sue?os a Pablo Picasso. Cuando ya era un pintor de renombre y sus cuadros se vend¨ªan por miles de francos, pudo hacerlo suyo. "Acabo de comprar la Sainte-Victoire de C¨¦zanne", le dijo alborozado a su marchante, D. H. Kahnweiler. "?Cu¨¢l de ellas?", le pregunt¨®, a lo que el pintor malague?o respondi¨® lac¨®nico: "La original, por supuesto". Fue aqu¨¦l un homenaje sincero a su "¨²nico maestro", al "padre de todos nosotros", el pintor al que muchos consideran el profeta de la modernidad, "un primitivo de un arte nuevo".
La conmemoraci¨®n del centenario de la muerte de Paul C¨¦zanne (1839-1906) ha convertido a la ciudad de Aix-en-Provence, donde naci¨® y vivi¨® el pintor, en la capital de las celebraciones. El Museo Granet, reinaugurado para la ocasi¨®n tras cuatro a?os en obras, ofrece una gran exposici¨®n del artista, C¨¦zanne en Provenza (hasta el pr¨®ximo 17 de septiembre), que re¨²ne un centenar de sus obras m¨¢s c¨¦lebres.
"Intento dar la perspectiva s¨®lo a trav¨¦s del color. Encontrar la distancia"
"Podr¨ªa pintar el mismo tema varios meses sin cambiar de lugar"
Hijo de un banquero que le oblig¨® a estudiar derecho, C¨¦zanne conoc¨ªa bien aquella imagen del valle del Arc, dominado por el perfil de la monta?a Sainte-Victoire, por la que hab¨ªa paseado a menudo con su amigo de la infancia el escritor ?mile Zola. La pint¨® m¨¢s de ochenta veces: unas, desde los alrededores de la propiedad de su cu?ado, en Bellevue; otras, desde la carretera del Tholonet, cerca del Ch?teau Noir, y las ¨²ltimas, desde una colina cercana a su estudio en los Lauves.
Al cumplir los 22 a?os, y despu¨¦s de tres de terca insistencia, C¨¦zanne obtuvo el permiso paterno para abandonar la peque?a ciudad del sur de Francia y trasladarse a Par¨ªs. Con su acento cerrado y su torpeza de chico de provincias, el joven Paul se matricul¨® en la Academia Suiza para preparar su ingreso en Bellas Artes. La influencia del Louvre compens¨® con creces las deficiencias en la ense?anza art¨ªstica. La gran Galer¨ªa del Museo estaba siempre llena de copistas -"s¨®lo existe el Louvre; nunca copiar¨¢s bastante", gritaba Fantin a su alumno Renoir-. Fue all¨ª donde C¨¦zanne se entusiasm¨® con Vel¨¢zquez, Caravaggio, Rubens, Veron¨¦s y Delacroix. Aprendi¨® a pintar con esp¨¢tula, a la manera de Courbet, e intentaba imitar los claroscuros de Zurbar¨¢n y Ribera.
Pero todo era m¨¢s dif¨ªcil de lo que ¨¦l pensaba. En varias ocasiones, C¨¦zanne tir¨® la toalla. Y regres¨® a Aix con la intenci¨®n de entrar como empleado en el negocio de su padre y abandonar el arte para siempre. Pese a todo, el pintor vuelve a lo que da sentido a su vida, la pintura; a los paisajes de Aix que tan bien conoce, y a su enconada lucha de a?os para exponer en el Sal¨®n de Oto?o de Par¨ªs.
El jurado del Sal¨®n le rechaza una y otra vez. No les gusta su tosquedad con los colores. En una ocasi¨®n, C¨¦zanne se indigna tanto que escribe al presidente del jurado una carta incendiaria: "Me contento con decirle que no acepto el juicio ileg¨ªtimo de colegas a quienes no encargu¨¦ yo mismo que me apreciaran? Deseo invocar al p¨²blico y al menos que me expongan?".
Encontrar¨ªa su camino unos a?os despu¨¦s, una vez superados los arrebatos barrocos y rom¨¢nticos y decidido a "pelearse directamente con los objetos". Es la etapa de sus naturalezas muertas. Unos humildes bodegones con frutas, con c¨¢ntaros, de manteles blancos incre¨ªbles, con fruteros y bizcochos? Se aprecia en ellos su admiraci¨®n por Manet, quien encuentra estos ¨®leos "poderosamente tratados". Pero C¨¦zanne siempre duda. Y se hunde a menudo. Desconf¨ªa de su pintura, de s¨ª mismo. Para epatar, exagera su acento meridional, muestra ademanes toscos y lanza boutades del tipo "no le doy la mano, se?or Manet, porque no me la he lavado en ocho d¨ªas". Aunque tras su m¨¢scara de campesino hura?o se ocultaba un hombre sensible, fino y cultivado.
Alto, enjuto, C¨¦zanne aparentaba un aire grave, acentuado por una barba puntiaguda. No s¨®lo mostraba "un profundo desd¨¦n por el aseo"; su forma de vestir era tambi¨¦n bastante descuidada. Sus ojos eran claros, y su voz tronaba, potente, al entrar en el caf¨¦ Guerbois de Par¨ªs, donde se reun¨ªa con Monet, Degas, Manet y Pissarro. La lucha con el jurado del Sal¨®n de Oto?o manten¨ªa unido al grupo de artistas; pero el objetivo de C¨¦zanne no era tanto conseguir que le admitieran sus obras, sino poner en evidencia a quienes le juzgaban, aquellos que se refer¨ªan a ¨¦l tild¨¢ndole de "pintamonas".
En Par¨ªs, C¨¦zanne acentuaba su imagen campesina. Aparec¨ªa siempre con el sombrero echado hacia la nuca, vestido con ropas de color oscuro que jam¨¢s hab¨ªan visto la plancha, y que s¨®lo cambiaba, cuando pintaba, por un mono azul y una chaqueta blanca cubierta de manchas. Su car¨¢cter era, como su indumentaria, un tanto peculiar. En los ¨²ltimos a?os de su vida, C¨¦zanne se volvi¨® sumamente irritable. Hablaba poco, ignoraba la pol¨ªtica. Astuto, ceremonioso, sus ojos se manten¨ªan siempre alerta. Era el cl¨¢sico tipo provenzal, con algo de burgu¨¦s y de artesano al mismo tiempo. "El peque?o y sublime antip¨¢tico", le llam¨® el escritor D. H. Lawrence.
En mayo de 1870, C¨¦zanne fue testigo en la boda de su amigo Zola y conoci¨® a la modelo Hortense Fiquet, con quien vivir¨¢ intermitentemente. El 18 de julio de 1870, el Gobierno franc¨¦s declara la guerra a Prusia. C¨¦zanne abandona Aix y se refugia en L'Estaque, un barrio de pescadores de Marsella. All¨ª se dedica con ah¨ªnco a pintar paisajes siguiendo el consejo de Pissarro: "No utilices m¨¢s que los tres colores primarios, rojo, amarillo y azul, y sus derivados". Obediente, elimin¨® de su paleta el negro, la tierra de Siena y los ocres, y comenz¨® a utilizar armon¨ªas m¨¢s claras. "Dar forma a la pintura a partir del color", dec¨ªa C¨¦zanne. "?se es el punto".
El grupo de los impresionistas se dispersa por el avance de los prusianos hacia Par¨ªs. A mediados de 1871, acabada la guerra y las revueltas, casi todos los artistas del caf¨¦ Guerbois se encontraban de nuevo en Par¨ªs. Poco despu¨¦s, Hortense Fiquet da a luz al hijo de C¨¦zanne.
Pissarro contin¨²a alent¨¢ndole: "Acabar¨¢ por sorprender a muchos artistas que se precipitaron en condenarle". Como Renoir y Monet, Pissarro y C¨¦zanne tambi¨¦n trabajan juntos a veces. El grupo toma en abril de 1874 la decisi¨®n de exponer en Par¨ªs. Alquilan el local del fot¨®grafo Nadar en un edificio que hace esquina con el bulevar de los Capuchinos. C¨¦zanne participa con dos paisajes de Auvers y su Nueva Olimpia, un homenaje a Manet. Claude Monet lo hace con una tela titulada Impresi¨®n. Sol naciente. El p¨²blico acud¨ªa a ver la muestra y comentaba que aquellos artistas, m¨¢s que pintar, lanzaban pintura a chorro sobre las telas. Un cr¨ªtico habl¨® de impresionismo, mientras Zola insist¨ªa en llamarlos "naturalistas".
Un nuevo personaje se incorpora entonces al grupo. Es un empleado de banca llamado Paul Gauguin. C¨¦zanne escribe a Zola: "No me siento muy descontento, aunque parece que una profunda desolaci¨®n reina en el campo impresionista? Vivimos en tiempos muy revueltos y no s¨¦ cu¨¢ndo la pobre pintura recobrar¨¢ algo de su brillo". Necesitaba aislarse, trabajar en el campo, alejado de las intrigas de Par¨ªs. All¨ª se sent¨ªa capaz de "hacer del impresionismo algo s¨®lido y duradero como el arte de los museos". Pero estaba ahogado econ¨®micamente. Su padre descubre la vida oculta de su hijo y le reduce la pensi¨®n a la mitad. C¨¦zanne hubo de recurrir a su amigo Zola, y fue ¨¦ste quien durante un tiempo mantuvo a Hortense y al peque?o Paul, que viv¨ªan en Marsella.
C¨¦zanne pintaba sin descanso. Un marchante de arte, Ambroise Vollard, siguiendo el consejo de Pissarro, fue en busca del pintor de Aix. Se hizo con 150 obras, que expuso en su galer¨ªa en el oto?o de 1895. C¨¦zanne no hab¨ªa expuesto en Par¨ªs desde hac¨ªa veinte a?os y sus obras provocaron una enorme sorpresa y divisi¨®n de opiniones. Los artistas lo recibieron como a un maestro, pero el p¨²blico le ignor¨® y los cr¨ªticos no supieron apreciarlo.
En 1895 estalla el caso Dreyfus, el juicio a un capit¨¢n jud¨ªo acusado falsamente de ser esp¨ªa alem¨¢n en un proceso manipulado. La sociedad francesa se divide. Zola toma partido por Dreyfus en su famoso art¨ªculo Yo acuso, una carta p¨²blica dirigida al presidente de la Rep¨²blica Francesa. Monet y Pissarro le apoyaron; Degas se declar¨® antisemita, y C¨¦zanne, como siempre, se mantuvo al margen.
Zola publica al a?o siguiente su novela La obra, inspirada en su amigo pintor. C¨¦zanne se sinti¨® traicionado por la imagen pat¨¦tica del protagonista de la obra. Nunca m¨¢s volver¨ªan a verse. Se rompi¨® as¨ª una amistad de treinta a?os, justo cuando C¨¦zanne se ve¨ªa libre de preocupaciones econ¨®micas. Al morir su padre le dej¨® una peque?a fortuna y la finca familiar del Jas de Bouffan, en Aix. Su mujer y su hijo viv¨ªan en Par¨ªs, y de sus viejos amigos s¨®lo manten¨ªa contacto con Pissarro y Renoir.
Sus obras empezaban a venderse bien y experimentaba ya cierto reconocimiento. Cuando el pintor Maurice Denis expuso en el Sal¨®n de Oto?o en 1901 un gran ¨®leo titulado Homenaje a C¨¦zanne, el artista, suavizado ya por los a?os, se sinti¨® feliz. Aquel cuadro fue comprado posteriormente por el escritor Andr¨¦ Gide.
Los j¨®venes artistas que acud¨ªan a visitarle a la Provenza se encontraban con un anciano cort¨¦s que pasaba bruscamente de la afabilidad a la ira. Les llevaba a las colinas donde ¨¦l pintaba, y hablaba sobre pintura: "Todo es, sobre todo en arte, teor¨ªa desarrollada y aplicada al contacto de la naturaleza".
?mile Bernard, un amigo de Gauguin, fue quien pudo arrancar al pintor la formulaci¨®n de algunas de sus m¨¢s c¨¦lebres teor¨ªas art¨ªsticas: "Hay que tratar a la naturaleza a trav¨¦s del cilindro, la esfera, el cono, estableciendo una perspectiva global, de modo que cada lado de un objeto, de un plano, se dirija hacia un punto central". Mantuvieron una fluida correspondencia, y en alguna de sus cartas, C¨¦zanne le comentaba: "El pintor tiene que dedicarse por entero al estudio de la naturaleza y procurar hacer cuadros que sean una ense?anza. Las charlas sobre arte son casi in¨²tiles. El trabajo que logra un progreso en su propio oficio es una compensaci¨®n suficiente para que no lo comprendan los imb¨¦ciles. El literato se expresa mediante abstracciones, mientras que el pintor concreta, a base del dibujo y el color, sus sensaciones y sus percepciones? Hay que penetrar en lo que tengamos delante, y perseverar en expresarse lo m¨¢s l¨®gicamente posible? El Louvre es el libro en que aprendemos a leer. Pero salgamos de all¨ª para estudiar la bella naturaleza, tratemos de extraer su esp¨ªritu, intentemos expresarnos siguiendo nuestro temperamento personal. El tiempo y la reflexi¨®n, por otra parte, modifican poco a poco la visi¨®n, y finalmente nos llega la comprensi¨®n".
En 1902, C¨¦zanne se instala en un nuevo estudio, en la colina de los Lauves, a dos kil¨®metros de Aix. En las paredes cuelga una reproducci¨®n de Los pastores de Arcadia, de Poussin. All¨ª pinta sus ¨²ltimas telas de la monta?a Sainte-Victoire y nuevas versiones de Las grandes ba?istas. Comenta a los coleccionistas de su obra que le visitan: "Intento dar la perspectiva s¨®lo a trav¨¦s del color. Lo principal en un cuadro es encontrar la distancia. Ah¨ª se reconoce el talento de un pintor".
En 1903 muere Pissarro. Un a?o antes lo hab¨ªa hecho ?mile Zola. Vollard expone en su galer¨ªa las obras de un pintor espa?ol, Pablo Ruiz Picasso. C¨¦zanne escribe a su marchante: "Trabajo con tes¨®n, entreveo la tierra prometida. ?Ser¨¦ como el gran jefe de los hebreos o podr¨¦ penetrar en ella?".
En 1906, aclamado ya como maestro por la nueva generaci¨®n, un grupo de artistas le invita a exponer sus obras. C¨¦zanne a?adi¨® junto a su nombre en el cat¨¢logo de la muestra esta humilde frase: "Alumno de Pissarro".
Afectado por la muerte de sus amigos, C¨¦zanne juraba que cuando llegara la suya le pillar¨ªa trabajando. As¨ª fue. El 15 de octubre de 1906 le sorprendi¨® una tormenta mientras pintaba en el campo. Estuvo horas bajo la lluvia y fue trasladado a su casa en el carro de un campesino, desvanecido. Al d¨ªa siguiente a¨²n tuvo fuerzas para reclamar a su proveedor de Par¨ªs los tubos de colores que le faltaban. Muri¨® cinco d¨ªas despu¨¦s, el 23 de octubre.
Un mes antes hab¨ªa escrito a su hijo Paul su ¨²ltima carta: "Te dir¨¦ que me vuelvo, como pintor, m¨¢s l¨²cido ante la naturaleza; pero que, en casa, la realizaci¨®n de mis sensaciones es siempre muy penosa. No puedo llegar a la intensidad que se desarrolla en mis sentidos, no tengo esa magn¨ªfica riqueza de coloraci¨®n que anima la naturaleza. Aqu¨ª, en la orilla del r¨ªo, los motivos se multiplican; el mismo tema, visto desde un ¨¢ngulo diferente, ofrece un tema de estudio del m¨¢s poderoso inter¨¦s y tan variado que podr¨ªa ocuparme durante meses sin cambiar de lugar, inclin¨¢ndome tan pronto m¨¢s a la derecha como m¨¢s a la izquierda".
Fue un hombre de costumbres ordenadas. De esta forma, seg¨²n el cr¨ªtico e historiador de arte Ernst H. Gombrich, "pudo consagrar toda su vida a resolver los problemas art¨ªsticos que se plante¨® y aplicar los criterios m¨¢s exigentes a sus propias obras". Se esforz¨® en conseguir un ideal de perfecci¨®n art¨ªstica que le llevaba a "rehacer a Poussin del natural".
Cien a?os despu¨¦s, Aix es una fiesta C¨¦zanne. Todo gira en torno al pintor. Cines, bares y tiendas llevan su nombre. Una C en bronce se?ala los puntos clave de la ciudad que le vio nacer: su casa, el caf¨¦ al que acud¨ªa? Y siguiendo los pasos del pintor, que fue un gran andar¨ªn, un recorrido trazado invita a buscar la monta?a m¨¢gica, Sainte-Victoire, su t¨®tem, al que dedic¨® 44 ¨®leos y 43 acuarelas.
M¨¢s informaci¨®n del centenario de C¨¦zanne en: www.cezanne-2006.com.
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