El pa¨ªs m¨¢s seguro del mundo
Islandia tiene menos de 300.000 ciudadanos y, que yo sepa, s¨®lo uno de ellos que viva en mi ciudad, Barcelona. Antes de ir all¨ª pens¨¦ que ser¨ªa conveniente hablar con ¨¦l, ver si pod¨ªa darme un par de pistas, quiz¨¢ sugerir gente a la que conocer. Me dijo que pod¨ªamos quedar al d¨ªa siguiente. Me sorprendi¨®. Cualquier periodista al que se le pregunte sabe que no existe nadie m¨¢s dif¨ªcil de convencer para una entrevista que un futbolista profesional de primera. Pol¨ªticos, escritores, actores, son f¨¢ciles. Futbolistas, una pesadilla. Es comprensible. Lo suyo no es hablar. Es jugar. Y, sin embargo, la gente parece esperar que sean tan duchos con el lenguaje como con el bal¨®n. No suele ser as¨ª.
El island¨¦s, por lo general, habla ingl¨¦s con m¨¢s correcci¨®n que la t¨ªpica persona inglesa
Eidur Gudjohnsen, el fichaje island¨¦s que ha hecho el Bar?a este verano, es la excepci¨®n a la regla. A un mont¨®n de reglas. Si se le pusieran alas, ser¨ªa un ¨¢ngel. De rasgos exquisitamente finos, cabello rubio platino y m¨¢s delgado de lo que parece en televisi¨®n, tiene adem¨¢s el don de las lenguas. Habla seis idiomas, y el s¨¦ptimo est¨¢ en camino. "El espa?ol parece f¨¢cil", dice, sin arrogancia, como quien enuncia un hecho. "Lo aprender¨¦ enseguida". Se muestra franco, confiado, sereno. Le encanta ser island¨¦s y se enorgullece de ser capit¨¢n de la selecci¨®n nacional. ?Incluso aunque casi siempre hayan perdido? "Somos un pa¨ªs peque?o que se cree grande", explica el ¨¢ngel en perfecto ingl¨¦s. "Tenemos grandes ambiciones como naci¨®n, y eso da a los islandeses una gran camarader¨ªa. Yo la veo cuando juego en la selecci¨®n nacional. Ser el capit¨¢n de mi pa¨ªs es maravilloso. Podemos estar perdiendo, pero siempre hay un esp¨ªritu positivo, un pu?o en el aire, la convicci¨®n de que podemos darle la vuelta al marcador".
?Qu¨¦ es lo que le gusta de Islandia? "La frescura del aire, la frescura que tiene todo. Es incomparable. Me gustan las 24 horas de luz natural en verano, que puedo empezar una partida de golf a medianoche y acabarla a las cuatro de la ma?ana. La comida me parece estupenda". ?La comida...? "Magn¨ªficos restaurantes en Reikiavik, cr¨¦ame". Vale, ?y qu¨¦ m¨¢s? "Me gusta el paisaje. Cuando vuelvo a Reikiavik despu¨¦s de una temporada fuera, subo a una elevaci¨®n que se encuentra en el centro de la ciudad y observo las monta?as de alrededor, y esa vista siempre me emociona". Pero lo mejor -lo mejor de todo lo que tiene Islandia para Gudjohnsen, un hombre que, a sus 28 a?os, ha viajado por todo lo largo y ancho de este mundo- es lo seguro que es. "Tengo dos hijos peque?os, de cuatro y ocho a?os. Cuando estoy en mi pa¨ªs, los ni?os pueden salir de casa, puedo no verles en 10 horas y tener la absoluta certeza de que no les va a pasar nada". Supongo que los adultos tambi¨¦n, le sugiero, pensando en que Islandia est¨¢ absolutamente alejado de la locura terrorista que aflige al mundo, sin dejar de ser, al mismo tiempo, un pa¨ªs que tiene agua corriente, electricidad e Internet de banda ancha. "Lo mejor de Islandia", insiste Gudjohnsen con pasi¨®n, "es que es el lugar m¨¢s seguro del mundo".
Y no s¨®lo el m¨¢s seguro, sino, seg¨²n Victoria Abril, el mejor. Le cuento a Gudjohnsen que he le¨ªdo hace poco un breve art¨ªculo de revista en el que la actriz espa?ola dec¨ªa, despu¨¦s de rodar all¨ª una pel¨ªcula llamada 101 Reykjavik, que Islandia era un pa¨ªs tan ejemplar que los jefes de Gobierno de todos los pa¨ªses del mundo deber¨ªan ir a pasar all¨ª un par de semanas para ver c¨®mo es una sociedad ideal. El jugador m¨¢s famoso de la historia del f¨²tbol island¨¦s alza una ceja y sonr¨ªe, como reconociendo que s¨ª, que no vendr¨ªa mal la idea.
Queda un ¨²ltimo asunto que necesitar¨ªa mencionarle antes de despedirme de ¨¦l. ?Me puede sugerir algunas personas a las que entrevistar? Tal vez viejos amigos suyos, vecinos, gente del mundo del f¨²tbol, expertos en general, que puedan ayudar a darme una visi¨®n razonablemente exhaustiva de lo que hace que Islandia sea Islandia. "Sab¨ªa que iba a preguntarme eso", dice, "y he reflexionado un poco. La verdad es que s¨®lo hay una persona". ?S¨®lo una? "Una, s¨ª, una persona que estoy segura de que le va a proporcionar todo lo que necesita". ?Y qui¨¦n es? "Mi mam¨¢". ?Su mam¨¢? "S¨ª, mi mam¨¢".
Durante las cuatro horas de vuelo con Icelandair a Reikiavik me preparo para mi encuentro con la madre de Gudjohnsen, cuyo n¨²mero de m¨®vil el futbolista me ha dado, leyendo un poco sobre su pa¨ªs.
Algunos datos:
- Islandia es el ¨²nico pa¨ªs de la OTAN que no posee Fuerzas Armadas, puesto que fueron abolidas en el siglo XIII.
- S¨®lo una ¨ªnfima parte de los 679 polic¨ªas del pa¨ªs -una unidad de crisis llamada Los Vikingos- lleva armas; el ¨ªndice anual de asesinatos es inferior a cinco y la suma total de la poblaci¨®n carcelaria es 118.
- Islandia tiene la mayor densidad de tel¨¦fonos m¨®viles per c¨¢pita del mundo (hay m¨¢s m¨®viles que habitantes), y las tres cuartas partes de la poblaci¨®n est¨¢n conectadas a Internet
- La mortalidad infantil es la quinta m¨¢s baja del mundo y la expectativa de vida es s¨®lo inferior a la de otros 10 pa¨ªses, entre los 226 del planeta.
- Reikiavik es la capital m¨¢s septentrional del mundo e Islandia est¨¢ m¨¢s al norte que la mayor parte de Alaska, pero, aunque los inviernos son oscuros, la temperatura es varios grados m¨¢s suave que la de Nueva York.
- Islandia presume de tener el Parlamento m¨¢s antiguo del mundo, el Althing, fundado en 930.
- Todos los hogares tienen agua caliente gratuita por cortes¨ªa de la naturaleza, gracias a los pasadizos subterr¨¢neos de tipo volc¨¢nico; en ning¨²n otro pa¨ªs hay documentadas tantas erupciones volc¨¢nicas, y posee 33 volcanes.
- Islandia (que tiene el tama?o de Inglaterra) es el s¨¦ptimo pa¨ªs menos densamente poblado del mundo (el primero es Mongolia) y el n¨²mero 25 en la lista de pa¨ªses menos habitados (el primer lugar lo ocupa el Vaticano).
- Porcentaje de tierra cultivable: 0,07; porcentaje cubierto de glaciares: 12.
- El primer pa¨ªs en exportaciones es el Reino Unido; el quinto, Espa?a (pescado).
- Islandia legaliz¨® el matrimonio gay en 1996.
- No existen la educaci¨®n privada ni la sanidad privada: los servicios p¨²blicos son tan buenos que no hay demanda.
- Los islandeses hacen tantas inversiones en el extranjero que sus bancos est¨¢n creciendo a m¨¢s velocidad que los de cualquier otro pa¨ªs.
- Los islandeses compran m¨¢s libros per c¨¢pita que cualquier otro pa¨ªs del mundo.
Adem¨¢s, inventaron la novela, o algo muy parecido. Jorge Luis Borges era un tremendo admirador de las sagas islandesas, sobre las que escribi¨®: "En el siglo XII, los islandeses descubren la novela, el arte de Cervantes y de Flaubert, y ese descubrimiento es tan secreto y tan est¨¦ril para el resto del mundo como su descubrimiento de Am¨¦rica". Los hallazgos arqueol¨®gicos realizados en Terranova confirman que fue un island¨¦s, Leifur Ericsson, quien descubri¨® Am¨¦rica, si bien Ericsson y sus contempor¨¢neos no se establecieron all¨ª como har¨ªan los espa?oles 500 a?os despu¨¦s, en el Caribe. Borges se equivoc¨® al decir que las sagas se hab¨ªan escrito en el siglo XII (fue en el XIII), pero s¨ª es cierto que las sagas se anticipan a la novela, porque son relatos lineales en prosa, con un principio, un nudo y un desenlace, y unos h¨¦roes que viven aventuras. Pero lo que constituyen es, con su inexorable melodrama (he le¨ªdo la Saga de Njal, que est¨¢ traducida al espa?ol, y he hojeado alguna m¨¢s), versiones vikingas de los culebrones de televisi¨®n contempor¨¢neos. Dinast¨ªa con cascos de cuernos -y m¨¢s sangre-. Los temas son el amor, la traici¨®n y la venganza, y gran parte de la acci¨®n se desarrolla en torno a mujeres manipuladoras e intrigantes, los malvados prototipos de Lady Macbeth y la Alexis de Joan Collins.
El ¨²nico parecido que puedo verle a Olof Einarsdottir, la mam¨¢ de Gudjohnsen, con Joan Collins es lo joven que parece para su edad. Me esperaba lo que se me hab¨ªa anunciado, una madre. Sin embargo, lo que encontr¨¦ fue una mujer alta, delgada, rubia, toda enjoyada, con zapatos de tac¨®n y unos vaqueros ce?idos, a la que muy bien habr¨ªa podido tomar por la novia de Gudjohnsen, o por un miembro del reparto de la serie de la televisi¨®n brit¨¢nica Mujeres de futbolistas. Pero, antes de hablar con ella, contar¨¦ cu¨¢les fueron mis primeras impresiones de Islandia.
El trayecto de 40 minutos en autob¨²s, a las tres de la ma?ana, bajo la luz del amanecer (en verano, hay luz de amanecer toda la noche), me permiti¨® ver un paisaje de lava oscura, llano y accidentado, tan desprovisto de vida -ni un solo arbusto, ni una brizna de hierba- que entend¨ª inmediatamente lo que hab¨ªa le¨ªdo alguna vez de que la NASA enviaba all¨ª a sus astronautas a entrenarse en la ¨¦poca de los viajes a la Luna. ?Y ¨¦se era el rinc¨®n de Islandia en el que viven dos tercios de la poblaci¨®n! No me pareci¨® extra?o que durante los siglos de colonizaci¨®n danesa, un rey de Dinamarca pensara en una ocasi¨®n que lo mejor que pod¨ªa hacer por sus remotos s¨²bditos era despoblar la isla y transportar a todos sus habitantes a varias colonias que pose¨ªa en las Indias Occidentales.
El rey, que cambi¨® de opini¨®n, se habr¨ªa sorprendido al saber que, 200 a?os despu¨¦s de su muerte, una ciudad portuaria de caba?as y nativos medio muertos de hambre, a la que llegaban, por t¨¦rmino medio, dos barcos al a?o desde tierras extranjeras, se ha convertido en una de las mecas m¨¢s de moda para millonarios y j¨®venes en busca de fines de semana de raves, procedentes de Europa occidental o del equidistante Estados Unidos. Lo ¨²nico que pude ver al salir a pasear al centro, a las nueve de la ma?ana del domingo, fue a unos cuantos rezagados de las actividades nocturnas bebiendo caf¨¦ -muy bueno, como todo el que se bebe en Islandia- en el urbano Caf¨¦ Paris, que, por cierto, serv¨ªa los mejores croissants que he comido al norte de Buenos Aires. Las camareras hablaban un ingl¨¦s perfecto, igual que todos los taxistas. Antes de entrar en mi primer taxi island¨¦s, esper¨¦ a que saliera una anciana islandesa. Vi c¨®mo entregaba su tarjeta de cr¨¦dito al conductor, que la pas¨® por una m¨¢quina colocada en el salpicadero y luego le daba el recibo para que lo firmara. Al llegar al aeropuerto de Reikiavik hab¨ªa cambiado un mont¨®n de dinero, porque hab¨ªa o¨ªdo que Islandia era muy caro, pero pronto descubr¨ª que, para los islandeses, el dinero en efectivo pertenece a la Edad Media. Pagar con dinero delata inmediatamente que uno es extranjero. Los islandeses pagan sus cigarrillos, sus caf¨¦s, todo, con tarjetas de pl¨¢stico.
El taxista ten¨ªa alrededor de 50 a?os y unos brazos como jamones, pero hablaba ingl¨¦s como un nativo. Mejor, incluso. El island¨¦s, por lo general, habla ingl¨¦s mejor, con m¨¢s correcci¨®n, que la t¨ªpica persona inglesa. Despu¨¦s de 10 d¨ªas all¨¢ no me cabe la menor duda. Tiene que ver con un sistema educativo que es manifiestamente superior, adem¨¢s del uso de subt¨ªtulos no s¨®lo en todos los cines, sino en todos los programas de televisi¨®n cuya lengua original es el ingl¨¦s. Hablar ingl¨¦s en Islandia es tan corriente y natural como hablar castellano en Catalu?a. Por eso, casi todo el mundo habla un tercer idioma.
Lo m¨¢s sorprendente del centro de Reikiavik, aparte de una catedral peculiar y extra?amente grande -una arquitectura que igual podr¨ªa pertenecer al siglo XII que al XXII, a una saga que a una novela de ciencia-ficci¨®n-, es el n¨²mero de beb¨¦s y de embarazadas jovenc¨ªsimas que hay. La segunda cosa es la densidad de restaurantes y bares (sushi, tapas, indios, mexicanos, asi¨¢ticos de fusi¨®n, italianos, franceses, adem¨¢s de tabernas islandesas tradicionales en las que se sirve ballena, frailecillo, cormor¨¢n y tibur¨®n putrefacto). La tercera, la escasez de farmacias, y ninguna, que yo haya visto, con la profusi¨®n de medicinas para problemas estomacales que se suelen ver en el mundo occidental. Con un sistema de salud gratis tan bueno y una expectativa de vida tan larga, est¨¢ claro que ¨¦ste es un negocio en el que no merece la pena invertir. En cuanto a la calidad de las tiendas de moda y de dise?o (en las que se ven marcas locales compartiendo el espacio, orgullosas, con los grandes nombres italianos), las tiendas de delicatessen en las que se encuentra jam¨®n ib¨¦rico y las ubicuas librer¨ªas, quiz¨¢ no asombrar¨ªa si estuvi¨¦ramos, por ejemplo, en Copenhague. Pero estamos en una ciudad de 100.000 habitantes (o sea, del tama?o de Algeciras u Orense) que a las nueve de la ma?ana de un domingo tiene el aire, los colores y las dimensiones -sobre todo en sentido vertical, porque todos los edificios son bajos- de la aldea de pescadores ¨¢rtica y remota que hasta hace muy poco fue.
"Me sorprende que le haya enviado mi hijo a verme, porque siempre me est¨¢ diciendo que no debo hablar con la prensa", comienza Olof Einarsdottir, mientras cierro la boca que se me ha quedado abierta y me repongo de la sorpresa que me ha causado o¨ªr que es ya abuela por triplicado. ?sa ha sido su respuesta cuando le he dicho que me costaba creer que tuviera un hijo de 28 a?os. En cuanto a su sorpresa porque su ang¨¦lico Eidur me haya enviado, le explico que no tengo ning¨²n inter¨¦s, en estos momentos, en hablar de f¨²tbol ni, ya puestos, de su hijo.
"Si lo que quiere es aprender cosas de nuestro pa¨ªs", declara la bella se?ora Einarsdottir -sonriente, pero de firme apret¨®n de manos y mirada segura-, "lo que le recomiendo que haga durante el tiempo que est¨¦ aqu¨ª, con cualquiera al que entreviste, es preguntar c¨®mo es posible que, en el plazo de 20 a?os, hayamos pasado de ser un pa¨ªs pobre, oscuro y atrasado a ser uno de los lugares m¨¢s modernos, pr¨®speros y en expansi¨®n de la Tierra".
As¨ª se lo prometo, y ella mira en su ordenador una lista con los nombres y los n¨²meros de personas a las que debo ver. Es la eficacia personificada, como claramente tiene que ser para dirigir una operaci¨®n log¨ªstica que, en los ajetreados meses de verano, recuerda a los desembarcos del D¨ªa D, pero todos los d¨ªas de la semana. La empresa que posee es la mayor compa?¨ªa de turismo de aventura en Islandia. Activity Group tiene 100 motonieves y media docena de gigantescos todoterreno para hielo, seguramente lo m¨¢s parecido a un ej¨¦rcito que tiene Islandia. Su segundo marido (el padre de Gudjohnsen es un ex futbolista profesional que jug¨® en Holanda y B¨¦lgica) es socio en la empresa y adem¨¢s tiene tiempo para ser uno de los m¨¢ximos responsables de la polic¨ªa del pa¨ªs, el jefe de la unidad armada de Los Vikingos.
"Somos el pueblo m¨¢s afortunado del mundo... ahora", dice la madre del futbolista, que vivi¨® 16 a?os en Europa continental con su primer marido. "Hemos cambiado y nos hemos enriquecido en muy poco tiempo. Antes de nuestra independencia de Dinamarca, en 1944, antes de que los brit¨¢nicos y los americanos establecieran bases militares aqu¨ª en la Segunda Guerra Mundial, ¨¦ramos una de las naciones m¨¢s pobres de la Tierra". ??frica con m¨¢s fr¨ªo? "Exacto", sonr¨ªe. "La gente ten¨ªa que ser recia. No se trabajaba para gastar, gastar como vemos hoy, sino para sobrevivir. Hoy, ¨¦ste es el lugar perfecto para vivir. Muy seguro, sin pobreza, el mejor sitio para criar hijos. Y de pronto tenemos tanto dinero que no sabemos qu¨¦ hacer con ¨¦l. Los islandeses -ya ver¨¢- est¨¢n obsesionados con comprar los ¨²ltimos caprichos, los m¨¢s nuevos. Nuestros coches son todos nuevos. Viajamos por todo el mundo. La gente en el extranjero no sabe casi nada de nosotros, pero nosotros sabemos todo sobre ellos".
Como para probar que tiene raz¨®n, al salir de su oficina entablo conversaci¨®n con los conductores de uno de sus megajeeps para hielo, un hombre grand¨®n de treinta y tantos a?os. "?Barcelona?", dice. "?La mejor ciudad del mundo!". Una joven secretaria levanta la vista de la pantalla de su ordenador. "No", dice. "Madrid es mejor. M¨¢s vida". "?Pero el tr¨¢fico de Madrid...!", responde el conductor, que no sufre precisamente ese problema entre los glaciares. "Pero Madrid tiene menos turistas", replica la secretaria. El debate podr¨ªa haber continuado todo el d¨ªa, si no hubiera llegado mi siguiente taxista, que tambi¨¦n habla ingl¨¦s estupendamente. La madre del futbolista me da la mano con firmeza, me desea buena suerte y, mir¨¢ndome a los ojos, dice: "?ste es un pa¨ªs ¨²nico y asombroso. Ya ver¨¢".
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