Murallas in¨²tiles
Los muros, murallas y vallas proliferan en las fronteras que separan pa¨ªses con una relevante desigualdad de riqueza. Este escal¨®n econ¨®mico produce problemas de emigraci¨®n, contrabando o narcotr¨¢fico, que el muro pretende atajar. Pero las vallas no frenan los tr¨¢ficos irregulares, mientras agravan el problema de fondo, la desigualdad.
Por ejemplo, Botsuana ha iniciado la construcci¨®n de una verja electrificada en su frontera con Zimbabue, la 10? frontera m¨¢s desigual del mundo (FMD). El motivo oficial es evitar la propagaci¨®n de enfermedades para el ganado, pero todo sugiere que la verja intenta tambi¨¦n contener la emigraci¨®n de Zimbabue, colapsado por el desastroso r¨¦gimen de Robert Mugabe. La construcci¨®n de esta valla se inici¨® en 2003 y se extender¨¢ a lo largo de 450 kil¨®metros, aproximadamente la mitad de los 813 kil¨®metros de frontera que comparten ambos pa¨ªses. Zimbabue se ha encontrado con que otro vecino, Sur¨¢frica, ha militarizado su frontera (la 8? FMD) para evitar la emigraci¨®n irregular.
Mientras, Espa?a ha hecho lo mismo, instalando vallas de seis metros de alto en torno al per¨ªmetro de Ceuta y Melilla para evitar la emigraci¨®n irregular (7? FMD). La innovaci¨®n espa?ola consiste en un laberinto de cables de acero que se colocar¨¢ frente a la valla dificultando a¨²n m¨¢s el acceso.
Una de las murallas fronterizas m¨¢s singulares se est¨¢ instalando entre Arabia Saud¨ª y Yemen (2? FMD). Se trata de una tuber¨ªa de tres metros de di¨¢metro rellenada de cemento. Yemen afirma que esta valla contraviene los acuerdos de delimitaci¨®n firmados en 2000 con su vecino, con el que comparte nada menos que 1.458 kil¨®metros de frontera. Como la tuber¨ªa s¨®lo ocupa 25 kil¨®metros, los tr¨¢ficos simplemente pasar¨¢n por otro lado.
La m¨¢xima expresi¨®n de estos muros est¨¢ entre Estados Unidos y M¨¦xico (17? FMD), donde surgieron en los a?os setenta, pero recibieron su gran impulso a mediados de los a?os noventa, bajo mandato del presidente Clinton. Entonces se comenzaron a vallar 100 kil¨®metros de la frontera utilizando la ¨²ltima tecnolog¨ªa de sensores de calor y hasta rayos l¨¢ser. Pero esta extensi¨®n es una fracci¨®n m¨ªnima de los 3.141 kil¨®metros de frontera que comparten M¨¦xico y Estados Unidos. Los emigrantes irregulares ahora utilizan las zonas desguarnecidas, lo que ha incrementado las v¨ªctimas entre los que intentan cruzar a EE UU. Ahora est¨¢n abocados a hacerlo por lugares inh¨®spitos, a menudo en medio del desierto, donde son v¨ªctimas de la sed, el calor y la desorientaci¨®n. Algunas ONG calculan que cada a?o mueren al intentar atravesar un millar de emigrantes. Pero esta cifra no ha impedido que los inmigrantes irregulares sigan llegando a Estados Unidos en una cifra anual que rebasa el mill¨®n.
Washington se ha tomado este fracaso como un incentivo para ampliar la valla con un nuevo tramo que llevar¨¢ el total a cerca de los 1.000 kil¨®metros, lo que supone menos de un tercio de la frontera. El paso se har¨¢ por lugares m¨¢s inh¨®spitos, con m¨¢s muertos al cruzar. Y aunque la valla llegara a 3.000 kil¨®metros, tampoco ser¨ªa eficaz.
Las fuerzas que genera la desigualdad econ¨®mica no se detienen ante un muro. Ni siquiera cuando lo vigilan las eficaces fuerzas de seguridad israel¨ªes, que tambi¨¦n han erigido su in¨²til muro. Cuando la Autoridad Palestina obtuvo el control de la franja de Gaza, el ej¨¦rcito israel¨ª exigi¨® mantener el control de una estrecha l¨ªnea lim¨ªtrofe con Egipto (6? FMD), llamada ruta Philadelphi. Los contrabandistas respondieron excavando t¨²neles que conectan con Egipto, bajo la ruta Philadelphi. Por ellos circulan productos de primera necesidad, tabaco, personas (entre ella, ocasionalmente, prostitutas) y, lo m¨¢s preocupante para Israel, armamento.
S¨®lo en 2002 el ej¨¦rcito israel¨ª descubri¨® 22 t¨²neles, lo que lejos de frenar las perforaciones, s¨®lo las hizo m¨¢s complejas. Un a?o despu¨¦s, en 2003 descubri¨® 45 entradas de t¨²neles. Al ver que su esfuerzo s¨®lo serv¨ªa para estimular a los perforadores, Israel cambi¨® de estrategia. Comenz¨® a construir en la llamada zona rosa barreras subterr¨¢neas, verdaderos muros bajo tierra, frente a los que los t¨²neles se han sofisticado. Ahora son m¨¢s largos, lo que implica luz el¨¦ctrica, equipos de ventilaci¨®n y sistemas de transporte por medio de carros el¨¦ctricos.
Estos t¨²neles ya han aparecido en otras fronteras amuralladas. Por ejemplo, entre Estados Unidos y M¨¦xico. A principios de 2006 la polic¨ªa intervino uno que part¨ªa de la cabecera del aeropuerto de Tijuana. Ten¨ªa casi un kil¨®metro de longitud y estaba equipado con drenaje subterr¨¢neo de agua mientras en su tramo m¨¢s profundo corr¨ªa a 15 metros bajo tierra. Dentro encontraron dos toneladas de marihuana, lista para ser entregada al otro lado.
En el fondo, el t¨²nel nos dice que el escal¨®n econ¨®mico que separa a los vecinos desiguales no se aten¨²a con un muro. Pero proliferan porque ofrecen al que los edifica la posibilidad de hacer algo que da la medida de su inter¨¦s por el problema. Los muros son una declaraci¨®n, cuyo valor simb¨®lico atrae fatalmente a los pol¨ªticos que los presentan como la soluci¨®n. Pero s¨®lo limitan alguno de los s¨ªntomas de la desigualdad, y eso por poco tiempo.
Lo ¨²nico que puede frenar a los emigrantes es una mejora sustancial de sus condiciones de vida en su pa¨ªs de origen. Y eso no se resuelve con una valla que, muy al contrario, a¨ªsla al pa¨ªs pobre encerr¨¢ndolo en su precariedad.
I?igo Mor¨¦ es analista especializado en econom¨ªa internacional.
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