Por una nueva cultura del agua
Cada vez es m¨¢s frecuente que alguien entre en un santuario del buen beber y en lugar de pedir una copa del mejor champ¨¢n o un complicado c¨®ctel, exija que le sirvan agua mineral. No me refiero a un mindundi despistado que implora un vaso de agua del grifo, sino a gente viajada y que, por m¨¦ritos casi nunca confesables, goza de ese privilegiado poder adquisitivo que le permite pagar 10 o 12 veces m¨¢s por las cosas. El consumo masivo de agua est¨¢ obligando a los mejores bares y restaurantes a ampliar sus cartas y a crear la misma ritualidad teatral de la que gozan las bebidas alcoh¨®licas (los due?os de discotecas ya vivieron ese fen¨®meno a principios de los noventa, cuando descubrieron que muchos de sus clientes tomaban drogas que les obligaban a multiplicar su hidrataci¨®n y tuvieron que cortar el agua corriente de los servicios para, por lo menos, cubrir con las ventas de agua los cubatas que dejaban de vender). As¨ª pues, no descarten que, a la larga, existan someliers de agua tan buenos como lo es Enrico Bernardo con los vinos. Como casi siempre, el origen de esta tendencia hay que buscarlo fuera de las ¨¦lites. La popularizaci¨®n del agua es una evidencia y all¨ª donde mires ver¨¢s a turistas que dividen su anatom¨ªa en cabeza, tronco, botella de agua mineral y extremidades.
Siempre deseosos de desmarcarse de la chusma, las ¨¦lites asisten a esta epidemia con cierto fastidio. Pl¨¢stico, etiquetas que repiten las mismas monta?as nevadas y caudalosos manantiales, nada de eso merece acceder al olimpo de los dioses. Aunque sean distintas, todas parecen iguales, como si quisieran darle la raz¨®n a Peter Sloterdijk cuando escribi¨®: "Donde antes hab¨ªa identidad, ahora debe existir indiferencia y se expresa en realidad la indiferencia diferente. La diferencia que no hace distinciones, he aqu¨ª el t¨ªtulo l¨®gico que define a la masa". La ¨¦lite no ha tardado en resolver la cuesti¨®n creando un circuito car¨ªsimo de aguas que basan su prestigio en el precio, el envase, la etiqueta y la camel¨ªstica. Decenas de marcas han recuperado el vidrio como envase y complican su producto a base de darle una apariencia que justifique un precio equiparable al de cualquier otra bebida prestigiada. As¨ª, si uno entra en, pongamos, el bar del Four Seasons Hotel George V de Par¨ªs y, ante su preciosa barra, decide pedir agua, no quedar¨¢ como un provinciano si, con la misma mundolog¨ªa con la que pedir¨ªa determinado malta y sabiendo que van a clavarle por ello, insiste en que le sirvan una still water Kingsdown, del condado de Kent o una Decantae de Gales (conocida como The Prince of Natural Waters). As¨ª, insistiendo mucho, se conseguir¨¢ crear un esnobismo del agua tan rentable como el de los alcoholes.
C?CTEL: Madrid FC
(Figura en una compilaci¨®n de Pedro Chicote). Cuatro gotas de granadina, cuatro de absenta, cuatro de curasao y media copita de ginebra seca. Preparar en coctelera con mucho hielo, agitar muy bien y servir en copa de c¨®ctel. ?Hala, Madrid! (?Salud!, en madridista).
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