15 espa?oles j¨®venes en la ¨¦lite de la m¨²sica
La Gustav Mahler Jugendorchester, fundada por Claudio Abbado, exhibe nuevos talentos en una gira por Europa.
Adriana Coines, de 20 a?os, se cri¨® en Sevilla, pero ha ido perdiendo el acento andaluz, primero en Madrid y ahora en Berl¨ªn, por su adicci¨®n a la m¨²sica. ?sa es su droga y su patria despu¨¦s de a?os de formaci¨®n en el exilio. Tambi¨¦n la de su hermana gemela, Blanca. Dice que por una cuesti¨®n de tradici¨®n familiar. Su padre ejerce de chelista y profesor de m¨²sica; su bisabuelo fue compositor. Con este ¨¢rbol geneal¨®gico les falt¨® tiempo para decidir no ya su profesi¨®n, sino el instrumento al que quer¨ªan consagrar su vida. Adriana se decant¨® por el viol¨ªn; Blanca, por el violonchelo. Ayer, ellas y otros 13 m¨²sicos espa?oles actuaron en la Quincena Musical de San Sebasti¨¢n como miembros de la Gustav Mahler Jugendorchester, considerada como una de las mejores orquestas j¨®venes del mundo.
"Son j¨®venes hambrientos de m¨²sica, con much¨ªsima energ¨ªa y af¨¢n de superaci¨®n", dice Philippe Jordan
"Se tiende a subestimar el nivel de los espa?oles en la m¨²sica y cada vez es m¨¢s alto", dice Adriana. "Aqu¨ª somos 15 [el grupo m¨¢s numeroso por detr¨¢s de Alemania y Francia] y en la Joven Orquesta Europea tambi¨¦n hab¨ªa otros tantos".
La Gustav Mahler, fundada en 1986 por el maestro Claudio Abbado, est¨¢ integrada por alrededor de 120 m¨²sicos de hasta 26 a?os y tiene un sistema similar de funcionamiento al resto de j¨®venes orquestas. Los m¨²sicos, seleccionados en audiciones, se encuentran dos veces al a?o; en Pascua y en verano, muchas veces en la ciudad italiana de Bolzano, donde el conjunto tiene su sede musical (la administrativa est¨¢ en Viena). Durante 15 d¨ªas ensayan, primero por secciones -cuerda, vientos-maderas, percusi¨®n...-, para ponerse despu¨¦s en manos de un director asistente que prepara a la orquesta para que el titular s¨®lo tenga que matizar sus sonidos antes de emprender las giras.
"Ninguno cobramos nada", dice Dar¨ªo Mari?o, de Betanzos (Galicia). "Pero yo incluso pagar¨ªa mi vida entera por poder tocar con la Gustav". Este clarinetista, que debe su pasi¨®n por la m¨²sica a su profesor de primaria Paco L¨®pez, tiene 21 a?os y ha completado ya tres giras con el conjunto. "Esto es un boom de ideas nuevas. Para m¨ª ha supuesto una apertura de mente absoluta y una integraci¨®n en el europe¨ªsmo, un abrir fronteras a todos los niveles". La orquesta es un crisol de culturas, nacionalidades e idiomas y una tarjeta de presentaci¨®n ¨²nica para quienes tratan de abrirse camino en el mundo sinf¨®nico. "Tenemos a Abbado y a profesores muy buenos", explica la violinista Helena Satu¨¦, a sus 23 a?os tambi¨¦n profesora del Centro Superior de M¨²sica del Pa¨ªs Vasco, Musikene. "Trabajas por ejemplo con violinistas de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn que te dan su e-mail para contactar cuando lo necesites. Y eso es un lujo", contin¨²a. Pero adem¨¢s, estos j¨®venes se curten en algunas de las mejores salas y cert¨¢menes. Desde que emprendieron su gira veraniega el 16 de agosto en Bolzano, han pasado por el Grazer Congress de Graz; el Festival de Edimburgo y el Royal Albert Hall de Londres para volar a San Sebasti¨¢n. Esta vez sin sus instrumentos. No les dejaron subirlos al avi¨®n por razones de seguridad, en medio de la psicosis por los atentados a¨¦reos. La organizaci¨®n tuvo que improvisar su transporte en cami¨®n.
El maestro suizo Philippe Jordan, de 31 a?os, ha liderado la formaci¨®n durante este periplo. Ayer, horas antes de interpretar a Anton Webern, Alban Berg y Dmitri Shostak¨®vich en el auditorio Kursaal, reconoc¨ªa: "Son j¨®venes hambrientos de m¨²sica, con much¨ªsima energ¨ªa y af¨¢n de superaci¨®n. Lo que les falta es experiencia. Pero eso se solventa con una t¨¦cnica casi perfecta". El director, con una agenda inmediata cargada de retos l¨ªricos, est¨¢ acostumbrado a trabajar con m¨²sicos mayores que ¨¦l: "Una orquesta profesional trae su versi¨®n y tienes que llegar a un punto medio entre la suya y la tuya. ?sta, en cambio, es virgen".
Los j¨®venes de la Gustav Mahler, que realizan bolos con otros conjuntos a lo largo del a?o, son esponjas. Lo absorben todo porque est¨¢n motivados y tienen grandes ambiciones. Pero tampoco ocultan sus temores ante el futuro pr¨®ximo -ellos lo llaman depresi¨®n pos-Mahler-, y el lejano. "A m¨ª me preocupa no poder tener una estabilidad sentimental. Yo quiero una familia con mis tres hijos", dice Mari?o. "Y tengo miedo tambi¨¦n a funcionarizarme". Al percusionista Jorge Pacheco, guipuzcoano de 24 a?os le ocurre lo mismo. "Yo tengo claro que el d¨ªa que no tenga motivaci¨®n lo dejar¨¦". Conoci¨® la m¨²sica gracias a su hermano y se dedica a ella pese a la resistencia de sus padres. "Mi madre no me permit¨ªa dedicarme a esto. Hasta que me plant¨¦. Le dije: 'Si no me dejas abandono el Instituto. Y llegamos a un acuerdo". Todos los espa?oles de la Gustav Mahler coinciden en que todav¨ªa falta cultura musical en este pa¨ªs. Adri¨¢n, violinista canario de 20 a?os que estudia en Amsterdam, pone un ejemplo muy gr¨¢fico. "Cuando te preguntan a qu¨¦ te dedicas y t¨² respondes que eres violinista, lo que sigue es: ?Ya, pero, y qu¨¦ m¨¢s?".
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