Magn¨ªfico debut

Una chispa aparentemente banal es capaz de incendiar una vida. Y esa vida en llamas se extender¨¢ hasta otra serie de existencias que, de este modo, por culpa de una fatalidad, de una sacudida del destino, de una impertinencia de la voluntad apenas reflexionada, quedar¨¢n unidas de forma inclemente. Con la base puesta en esta idea, el debutante Jorge S¨¢nchez-Cabezudo ha compuesto en La noche de los girasoles uno de los mejores guiones del cine espa?ol de los ¨²ltimos a?os. Y lo ha dirigido con una mezcla de rabia y pulcritud poco com¨²n. Cabezudo nos habla de la insolencia del destino, pero no s¨®lo de ello. En un trabajad¨ªsimo libreto, reflexiona sobre el choque entre campo y ciudad; sobre la corrupci¨®n moral y econ¨®mica m¨¢s b¨¢sica; sobre el amor alimentado ¨²nicamente por el miedo a la soledad; sobre el tedio que gangrena los pueblos; sobre el odio ancestral entre vecinos nacido tras uno de esos chispazos.

En la l¨ªnea de algunos de los grandes filmes de los setenta, aguerridos, apasionados y apasionantes, La noche de los girasoles explota como el Dustin Hoffman de Perros de paja (Sam Peckinpah, 1971), atrapado entre su porte confiado y el salvajismo que le rodea. Un choque, el del aparente civilizado que traspasa la l¨ªnea ante la fiereza de sus competidores, en el que tambi¨¦n coincide en variados puntos con Deliverance (John Boorman, 1972), entre ellos la violaci¨®n y la venganza. En tono de thriller de corte social, La noche de los girasoles es un magn¨ªfico aguijonazo, de una violencia tan seca como inesperada, interpretado con la convicci¨®n de las grandes obras.