Toros para el refranero
Toros para el refranero fueron los lidiados ayer en Bilbao ante un p¨²blico que sali¨® el d¨ªa anterior alegre y feliz, como una caricia antigua alrededor de las sienes, debido al soberbio espect¨¢culo que hab¨ªa visto. Los toros que mataron Enrique Ponce, El Cid y Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares atesoraron soser¨ªa y falta de raza para regalar. No obstante, vimos ciertos momentos de excepci¨®n, como por ejemplo en el cuarto toro, segundo de Ponce. Un toro descastado y muermo como pocos, que no vaticinaba nada bueno, gracias a la porf¨ªa del torero le sac¨® al final de la faena tres series de derechazos de aut¨¦ntico m¨¦rito. Todo lo hizo el torero. El borrego fue all¨ª donde le llevaron las mu?ecas mandonas y dulces del diestro valenciano. En esos pases punt¨²a un 10 para el hombre y un par de ceros para el toro.
Alcurruc¨¦n / Ponce, Cid, Manzanares
Toros de Alcurruc¨¦n: faltos de raza. Enrique Ponce: aviso, ovaci¨®n; petici¨®n y vuelta. El Cid: aviso, aplausos; gran ovaci¨®n. Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: aviso; silencio; muchos aplausos. Plaza de Vista Alegre, 25 de agosto. 7? de feria. Muy cerca del lleno.
Otro momento de inter¨¦s se centr¨® en el haber de Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares. Estuvo valiente y consentidor ante una ruina de toro. Al pisar unos terrenos muy comprometidos, se puso de relieve que aquella piltrafa amuermada con cuernos no val¨ªa semejante esfuerzo.
El quinto toro enga?¨® a El Cid y al p¨²blico presente. En un principio aparent¨® dar muestras de ser v¨¢lido para la franela. Craso error. Era pura filfa. El Cid anduvo por encima de aquella masa filfosa; sobre todo porque el toro echaba en algunos momentos finales de la faena miradas no tanto a la muleta como al cuerpo del torero.
Ponce en su primero estuvo cumplidor, sin m¨¢s, debido a la falta de calidad del toro. El Cid en su primero tore¨® sin mando y sin convicci¨®n. Su trabajo muleteril fue aburrido e ins¨ªpido. Dud¨® demasiado ante la cara de aquel animal sin clase. Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares en el sexto, ¨²ltimo de la corrida, tuvo una labor muy poco aleccionadora. Entre el viento que hac¨ªa y la falta de mando que el torero dejaba ver, sus pases se fueron amontonando como fardos de paja inservible.
No nos hemos olvidado de lo que anunci¨¢bamos en relaci¨®n a que fueran toros para el refranero. Una de las advertencias del refranero espa?ol dice lo siguiente: "Cada d¨ªa que amanece, el n¨²mero de tontos crece". Pues bien, se dir¨ªa que quienes concertaron la corrida de Alcurruc¨¦n estaban pensando en los efectos tremebundos o ir¨®nicos que ofrece esa sentencia popular...
Claro que lo que se lleva en estos momentos en el mundillo taurino bilba¨ªno es meterse con el presidente de la plaza, Mat¨ªas Gonz¨¢lez, como si ¨¦l fuera el culpable de todo lo malo que acaece en la arena negra de Vista Alegre.
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