Desv¨ªos tentadores en la A-3
En coche de Valencia a Madrid, ocho paradas por tierra de vinos, r¨ªos y romanos
Un recorrido de Valencia a Madrid, entre vides milenarias, ruinas romanas, felon¨ªas medievales, sepulcros removidos, ventas de bandoleros, perdices estofadas y la sombra de Orson Welles en Chinch¨®n. Una vuelta de vacaciones con muchos alicientes.
KM. 354: LAS TORRES
En el itinerario por el r¨ªo Cabriel hay nutrias, ¨¢guilas reales en reproducci¨®n, b¨²hos, gatos monteses, ginetas, culebras de escalera, lagartos ocelados y ejemplares de una tortuga llamada gal¨¢pago leproso
El 'lapis specularis' -yeso cristalizado- atrajo a trabajadores libres y esclavos de todo el imperio. Seg¨®briga decae tras la conquista isl¨¢mica. Hoy es el conjunto arqueol¨®gico m¨¢s importante de la meseta
Hace poco m¨¢s de un siglo, desde las Torres de Quart de Valencia part¨ªan las diligencias hacia Madrid. Invert¨ªan ocho d¨ªas y siete noches en llegar desde el Turia hasta el prado de Atocha. Julio Cort¨¢zar lo habr¨ªa hecho as¨ª. Junto a su osita Caroll Dunlop y al mando de su autocaravana Fafner, habr¨ªa recorrido la distancia entre el mar y la capital pernoctando en las 14 postas se?aladas en las gu¨ªas de ¨¦poca. Y despu¨¦s habr¨ªa escrito un libro maravilloso como Los autonautas de la cosmopista. Mi paciencia no llega a tanto. Arranco con la intenci¨®n de invertir tres d¨ªas en un viaje de tres horas. Me ajusto el cintur¨®n. Meto la primera.
KM. 291-275: LAS VI?AS
Utiel, vi?a de Espa?a. Aunque ser¨ªa m¨¢s apropiado decir Utiel-Requena. Cincuenta mil hect¨¢reas cultivadas gracias a una uva, la tinta bobal, que antes engordaba las a?adas del burdeos, y ahora nutre una denominaci¨®n emergente. La sede del consejo regulador est¨¢ en Utiel (m¨¢s de 100 bodegas est¨¢n amparadas en ¨¦l), frente a la estaci¨®n de ferrocarril. Un edificio inconfundible: es redondo. Una bodega del siglo XIX rehabilitada con tanto encanto que hasta los funcionarios escriben sobre antiguos dep¨®sitos de vino. Los carros descargaban desde la calle sobre el lagar, donde un brazo giratorio distribu¨ªa a los aposentos. Ahora, estas alcobas rezuman aquella historia gracias a su conversi¨®n en Museo del Vino. Aperos, monturas, arados, prensas, alambiques y calderas hablan del pasado de una actividad que hoy alimenta a 7.000 familias. Y en el piso superior, bajo un techo de filigrana, botellas de los vinos m¨¢s representativos del mundo. ?Deseo realizar alguna de las cuatro rutas?, me pregunta una azafata.
Los ¨ªberos ya cultivaban vino en estas planicies valencianas que se despiden de la humedad del mar y saludan la sequedad de la meseta. El vino de Kelin -as¨ª se llamaba el asentamiento- fue embotellado en ¨¢nforas por los griegos. Veinticinco siglos despu¨¦s, Ana Carlota Suria y Vicente Mart¨ªnez han denominado su cava con el helenizante nombre de Pago de Tharsys. En los dos ¨²ltimos a?os se ha subido al podio de los mejores. Hay 400.000 botellas en circulaci¨®n. Sus inventores regentan tambi¨¦n una coqueta casa rural junto a la bodega.
Es dif¨ªcil alejarse de esta comarca sin un par de relamidos. Ana Carla dirige la cocina del hotel restaurante Do?a Anita, en la plaza de Albornoz de Requena. Ollas, ajoarrieros y gazpachos manchegos est¨¢n presentes en las cartas; alaj¨²s (tortitas ¨¢rabes de miel y lim¨®n), en los anaqueles de las pasteler¨ªas, y todos los embutidos del cerdo, en los mostradores de los puestos de carne. El de Mari, en la calle de Lope de Vega de Utiel, no tiene desperdicio.
KM. 275: LAS HOCES
En Caudete de las Fuentes tomo la carretera local que lleva hasta Los Isidros. Por aqu¨ª empez¨® todo, la primera vi?a, la vi?a de No¨¦. A tres kil¨®metros encuentro la colonia agr¨ªcola El Renegado, convertida en la casa rural Entre Vi?as, con una vigorizante visi¨®n de los racimos pre?ados por el sol desde su terraza en el primer piso. Unos kil¨®metros m¨¢s adelante aparece la aldea de Los Marcos. Aqu¨ª vinieron a cosechar tintos sin conservantes Miguel y Mariv¨ª. Cerraron su bar de la calle de Col¨®n en la capital y vinieron a fabricar vino puro al ¨²ltimo escal¨®n de la provincia. Miquelius, Bibiss y Dag¨®n son sus marcas. Diez mil litros que venden directamente al consumidor. El vino une a la gente, y el Cabriel separa Valencia de Castilla. He llegado por la A-3, he atravesado los t¨²neles de Contreras, he entrado en Cuenca y a mano izquierda ha aparecido la indicaci¨®n de la reserva natural de las Hoces del Cabriel.
El r¨ªo Cabriel serpentea entre riscos y tajos profundos antes de unirse al J¨²car. Mil seiscientas hect¨¢reas, la tercera parte bajo r¨¦gimen de protecci¨®n estricta donde no se puede entrar ni a pie. El Gobierno de Castilla-La Mancha s¨®lo permite el paso por un camino de tres kil¨®metros paralelo al cauce. Cien visitantes al d¨ªa en invierno y sesenta en verano, previa cita telef¨®nica (969 17 83 62).
En el itinerario hay nutrias, ¨¢guilas reales en reproducci¨®n, b¨²hos, gatos monteses, ginetas, culebras de escalera, lagartos ocelados y ejemplares de una especie de tortuga llamada gal¨¢pago leproso. No encuentro ninguno de estos bichos -de lo cual me alegro-, pero siempre es emocionante saber que pueden aparecer en cualquier momento. El safari concluye en la sierra de los Cuchillos, unos afilados crestones formados por la erosi¨®n del agua y del viento. Desde Venta Contreras, una posada del siglo XVI que se conserva tal cual, los Cuchillos del Cabriel ofrecen un fiero aspecto. Uno se imagina el paso de los carruajes por esta frontera natural en las noches de invierno. La soledad, la oscuridad de los caminos, el merodeo de los asaltantes... Anochece. Vuelvo de inmediato a la autopista.
KM. 187: LAS ALMENAS
Para dormir en el castillo de Alarc¨®n hay que atravesar tres murallas defensivas y llevar en el bolsillo 190 euros m¨¢s IVA, desayuno incluido. Es, sin duda, uno de los paradores m¨¢s caros de Espa?a, pero vivirlo durante unas horas merece el gasto. Sobre un cerro rocoso parcialmente rodeado por el J¨²car se abre un conjunto hist¨®rico de casas blasonadas, tres iglesias y, al fondo, el castillo del siglo XII. El pueblo va estrech¨¢ndose hasta el v¨¦rtigo y, al final, el autom¨®vil pasa justo por el cuerpo de guardia dejando atr¨¢s fosos, pretiles y abismos.
Dentro, 10 habitaciones en corredores tenuemente iluminados con parteluces que se abren sobre los enormes desfiladeros del r¨ªo. Despu¨¦s de la cena, una partida de ajedrez en el sal¨®n, junto a una amable copa de co?ac, al lado de armaduras medievales y tapices renacentistas, parece ser lo apropiado. En las c¨¢maras, decoradas con inteligencia y discreci¨®n, el silencio de los siglos, el rumor de las leyendas. Entre ellas, el triste final de la bella Isabel, que muri¨® de amor esperando a su doncel.
KM. 170: LAS LEYENDAS
?Qui¨¦n fue esta Isabel de Villena que da nombre a instituciones feministas? La respuesta no se encuentra en Alarc¨®n, sino en Castillo de Garcimu?oz, a pocos kil¨®metros, en el p¨¢ramo conquense, tierras de nobles beltranejos, rebeldes a la Corona. Sobre una loma, un mazacote de piedra se ense?orea de los trigales con sus cuatro torreones de piedra a medio derruir. Regios sillares al aire, rudos contrafuertes, mucha batalla. All¨ª, uno de los Pachecos de la casa de Villena quiso casar a la m¨¢s delicada de sus hijas con un viejo. Isabel se neg¨® porque amaba a un simple paje. El marqu¨¦s encerr¨® a su hija por d¨ªscola en el fr¨ªo Garcimu?oz. El amante tuvo que huir a Flandes so pena de ser encerrado de por vida. Siete a?os esper¨® la doncella. Al s¨¦ptimo, cuando ya don Enrique volv¨ªa de la guerra, rico y se?or, a por su due?a, en vez de esponsales encontr¨® un funeral. Desesperado, quiso verla por ¨²ltima vez. Tres personas le abrieron el sepulcro. A las tres premi¨® con generosidad. All¨ª permaneci¨® toda la noche.
El pueblo de Castillo de Garcimu?oz se extiende en una suave pendiente por dos calles que guardan algunos distintivos en las fachadas de sus casas. Uno pertenece a la casa-palacio en la que el infante don Juan Manuel escribi¨® la mayor parte de sus textos. Otra de las leyendas habla de la muerte de Jorge Manrique a pie de los torreones. Me la cuenta un viejo en la tasca. Nunca se supo muy bien qui¨¦n lo mat¨®, pero lo cierto es que los Reyes Cat¨®licos mandaron ahorcar a seis prisioneros del enemigo en represalia y el marqu¨¦s de Villena se veng¨® ordenando la ejecuci¨®n de otros seis del bando rival. Le toc¨® en suertes a un escudero vecino de Villanueva de la Jara llamado Talaya. Como estaba casado y con hijos, su hermano menor, que estaba soltero, se hizo pasar por ¨¦l y acab¨® subiendo al cadalso en su lugar. "Y as¨ª muri¨® este mancebo / por dalle vida a su hermano, / el cual de gran hermandad / notable ejemplo ha dejado".
Caminamos la historia sobre un fermento de sangre in¨²til. Por las laderas de Garcimu?oz crecen las lavandas y espliegos con un aroma de otra ¨¦poca. La reconstrucci¨®n del castillo va para largo. Ignoro qu¨¦ alcalde pudo permitir la instalaci¨®n de una central hidroel¨¦ctrica junto a los muros.
KM. 103: LAS TERMAS
Plinio describe las propiedades de un yeso extra¨ªdo en alg¨²n punto de la Celtiberia entre Cartago Nova (Cartagena) y Complutum (Alcal¨¢ de Henares) que proteg¨ªa del fr¨ªo y permit¨ªa mirar a trav¨¦s de ¨¦l. As¨ª naci¨® Seg¨®briga, como una colonia cristalera, a pies del r¨ªo Cig¨¹ela, en el conf¨ªn de la Tarraconense. El lapis specularis -yeso cristalizado- debi¨® de ser algo as¨ª como la leyenda del oro. Trabajadores libres y esclavos de todo el imperio se dieron cita aqu¨ª para progresar. La urbe decae tras la conquista isl¨¢mica, pero este azar la ha preservado del tiempo. Hoy es el conjunto arqueol¨®gico m¨¢s importante de la meseta. Aquellos cristaleros romanos viv¨ªan en los alrededores. En Seg¨®briga se reun¨ªan para cerrar tratos, adorar a Diana, relajarse en las termas y asistir a los espect¨¢culos del circo, un anfiteatro con capacidad para m¨¢s de 5.000 personas. Contaban con agua corriente y alcantarillado, y entre la ¨¦poca de Augusto y la de Vespasiano levantaron un teatro para representar a los griegos.
Contemplo Seg¨®briga a la ca¨ªda del sol. El respeto de los romanos hacia los de antes se prolong¨® con los visigodos, que construyeron su bas¨ªlica sin tocar una sola piedra, pero no con los cristianos, que, en cuanto pudieron, levantaron su ermita justo encima de las termas.
Estoy frente a una perdiz estofada en un comedor del siglo XVI que se llama Casas de Luj¨¢n, a seis kil¨®metros de Seg¨®briga. La perdiz -y sus pap¨¢s y sus abuelos- se ha alimentado de hierbas que a su vez se han nutrido de sangres y despojos humanos durante siglos de guerras. Pero lo disimula bastante bien, porque el aroma que destila es cualquier cosa menos funerario. El local ofrece pucheros diarios, adobos, migas y gachamigas, y una buena carta de vinos manchegos. Al final, todo produce su efecto. "Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte / contemplando / c¨®mo se pasa la vida, / c¨®mo se viene la muerte, / tan callando". Ten¨ªa raz¨®n Manrique, y ma?ana me propongo honrar su tumba en Ucl¨¦s. Pero, entretanto, la perdiz.
KM. 90: LAS ESPADAS
O sea, que Jorge Manrique muri¨® en el campo de Garcimu?oz, pero antes de expirar tuvo tiempo de formular el deseo de ser enterrado en el monasterio de Ucl¨¦s, junto a su padre, Rodrigo Manrique, maestre de la Orden de Santiago, a quien le hab¨ªa escrito sus famosas Coplas. Ucl¨¦s fue un enclave altamente defensivo que form¨® parte de la Marca Media entre moros y cristianos durante la Reconquista, una tierra de nadie que a principios del siglo XII tuvo su momento de gloria y su batalla. En la jornada funesta de los Siete Condes, la fortaleza cay¨® del lado musulm¨¢n y propici¨® el asesinato del infante Sancho, enviado al frente con tan s¨®lo 11 a?os por su padre el rey Alfonso VI de Castilla.
Cuando uno se acerca a Ucl¨¦s por el cerro de El Portillo puede contemplar este Escorial conquense en toda su viveza de estilos: las alcazabas ¨¢rabes, el monasterio plateresco, la iglesia herreriana, los detalles barrocos. Buena parte de sus piedras proceden de Seg¨®briga, otro expolio m¨¢s. En 1174 fue donado a la Orden de Santiago. El cuerpo de Rodrigo Manrique penetr¨® en el patio y recorri¨® las 36 arcadas antes de ser enterrado en el primer suelo de la iglesia. A?os despu¨¦s le sigui¨® su buen hijo Jorge Manrique. Pero una remodelaci¨®n posterior dio al traste con ambos sepulcros. Total, que hoy nadie sabe d¨®nde reposan los restos de quien tan certeramente escribi¨® sobre la vida, la muerte y el amor filial.
KM. 21: LAS PEL?CULAS
La A-3 te engulle como un embudo hacia Madrid. En la salida 21 aparece Chinch¨®n. Para unos, su plaza mayor; para otros, sus anises secos; para otros, sus ristras de ajos. Para m¨ª, Orson Welles, 1966, convirtiendo este pueblo del sur de Madrid en un Macao universal. Una historia inmortal es el nombre de la pel¨ªcula, la soledad de un poderoso que ejerce de Dios durante una noche enlazando los destinos de una mujer y un joven marinero. Tambi¨¦n Campanadas a medianoche se film¨® por aqu¨ª, bajo los 234 balcones de, posiblemente, una de las plazas m¨¢s bellas del mundo.
GU?A PR?CTICA
Dormir y comer
- Pago de Tharsys (962 30 33 54; www.pagodetharsys.com). Paraje de Fuencaliente, Requena. Habitaci¨®n doble, 75 euros con desayuno e IVA.- Hotel y restaurante Do?a Anita (962 30 53 47). Plaza Albornoz, 15. Requena. Comer, entre 24 y 30 euros. Habitaci¨®n doble, 72 con desayuno e IVA.- Hotel Rural Entre Vi?as (961 23 50 76; www.entrevinas.com). Caudete de las Fuentes. La doble, desde 44 euros.- Posada Venta de Contreras (962 18 61 70). Carretera Hoces del Cabriel. Peque?as casas rurales de una, dos y tres habitaciones. Para dos personas, desde 35 euros (40 en fin de semana).- Parador de Alarc¨®n (969 33 03 15; www.parador.es). Avenida Amigos de los Castillos, 3. Alarc¨®n. La doble, 190.- Casas de Luj¨¢n (680 99 09 51). Saelices. Restaurante, unos 35 euros. Alojamiento: la doble, 75 euros.
Visitas
- Museo de la Vid y el Vino (962 17 10 62). Sevilla, 12. Utiel.- Denominaci¨®n de origen de Utiel Requena: www.utielrequena.org.- Parque Arqueol¨®gico de Seg¨®briga (629 75 22 57y www.jccm.es/cultura/parques/segobriga/index_ie.html).
Informaci¨®n
- www.comunitatvalenciana.com.- www.castillalamancha.es/turismo.- Oficina de turismo de Alarc¨®n (969 30 03 01).- www.madrid.org.- Turismo de Chinch¨®n (918 93 53 23; www.ciudad-chinchon.com).
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