Jospin encabeza el frente contra S¨¦gol¨¨ne Royal
El antiguo primer ministro se incorpora a la lucha de las primarias de los socialistas franceses
El tiempo apremia y el Partido Socialista franc¨¦s (PS) se prepara para una batalla sin cuartel de la que debe salir su candidato o candidata a las elecciones presidenciales de la pr¨®xima primavera. La aparentemente imparable carrera de S¨¦gol¨¨ne Royal ha abierto una profunda brecha en la formaci¨®n que dirige su pareja, Fran?ois Hollande. Ayer, Lionel Jospin, el antiguo primer ministro y candidato derrotado en 2002, dej¨® claro en la universidad de verano que el PS celebra en el puerto atl¨¢ntico de La Rochelle, que, de una manera u otra, articular¨¢ el frente que cierre el paso a Royal, cuya concepci¨®n de la pol¨ªtica detesta, aunque sin desvelar si se suma a la lista de aspirantes al El¨ªseo.
Aunque sin nombrarla en ning¨²n momento, Jospin, que tiene ahora 69 a?os, lanz¨® ayer varios dardos envenenados contra Royal, que est¨¢ a punto de cumplir 53. A las llamadas de ¨¦sta para establecer una "democracia participativa", el antiguo primer ministro replic¨®: "Nuestra democracia sigue siendo una democracia representativa. Cierto, hay que utilizar nuevas t¨¦cnicas y eso que algunos llaman interactividad, la relaci¨®n directa entre la sociedad y el poder pol¨ªtico, pero las herramientas no incluyen el contenido".
Y sum¨¢ndose a quienes acusan a Royal de carecer de programa, de evitar pronunciarse sobre las cuestiones de fondo y huir del debate, Jospin proclam¨®: "La t¨¦cnica no reemplaza a la pol¨ªtica. Hay que tener ideas, convicciones, exponer los asuntos, decir cu¨¢les ser¨¢n nuestras decisiones en el futuro y c¨®mo actuaremos cuando se presenten problemas".
Sesi¨®n de preguntas
Jospin reaparec¨ªa por primera vez ante la militancia desde que el ultraderechista Jean-Marie Le Pen le apartara de la segunda vuelta de las presidenciales en 2002 y, despechado, saliera de la escena pol¨ªtica. El hombre que forz¨® al presidente, Jacques Chirac, a cohabitar con un Gobierno socialista entre 1997 y 2002, acept¨® someterse a una sesi¨®n de preguntas organizada por las Juventudes Socialistas, una invitaci¨®n que Royal hab¨ªa rechazado, pero a la que se sometieron candidatos como Laurent Fabius, Dominique Strauss-Khan, Jack Lang o Martine Aubry.
La noche del viernes, cuando todav¨ªa resonaban los aplausos y v¨ªtores con los que fue acogida Royal en la inauguraci¨®n de este tradicional encuentro tardoestival del universo socialista, Jospin se reun¨ªa, lejos de la mirada de los medios, con unos 200 militantes fieles para tomar la temperatura a la situaci¨®n. "Hemos hablado con absoluta sinceridad y le hemos transmitido nuestra preocupaci¨®n", declaraba uno de los presentes.
Tambi¨¦n les dijo, seg¨²n se?alaban ayer algunos medios de comunicaci¨®n, que todav¨ªa no anunciar¨ªa si se presenta o no a las elecciones primarias de las que saldr¨¢, a medidos de noviembre, el candidato del PS a la presidencia. Ayer mantuvo el misterio. Jospin lleva meses deshojando la margarita. Parece obvio que no est¨¢ dispuesto a pelearse con el resto de aspirantes, sino que pretende que sea el partido quien le llame para "restablecer la unidad". En junio compareci¨® en el telediario de m¨¢xima audiencia para declararse dispuesto a asumir la candidatura si el partido lo consideraba necesario, pero su oferta cay¨® en el vac¨ªo. Gente de su entorno asegura que entonces esperaba que Hollande tomara la iniciativa, pero el primer secretario mantuvo su dif¨ªcil neutralidad.
Pero el tiempo apremia. El periodo de presentaci¨®n de candidaturas se abre el 28 de septiembre y se cierra el 3 de octubre. Los militantes socialistas se pronunciar¨¢n un mes m¨¢s tarde. A poco m¨¢s de un mes de que se cierren las listas, la ventaja de Royal, no s¨®lo en las encuestas, sino tambi¨¦n en el control del ritmo pol¨ªtico, deja poco margen de maniobra a quienes quieren cerrarle el paso.
Uno de los presentes en la reuni¨®n del viernes dice que Jospin se tomar¨¢ el mes de septiembre para "defender aquello a lo que est¨¢ profundamente apegado", porque no quiere que "sea barrido aquello por lo que se ha peleado durante toda su vida", que no es otra cosa que una concepci¨®n de la pol¨ªtica desde los criterios tradicionales de la izquierda y del modelo de partido fuerte que impone su programa a su candidato, y no a la inversa.
Muy potente tiene que ser la ola que aparentemente levant¨® ayer en La Rochelle con su vuelta al ruedo pol¨ªtico, como para darle tiempo a Jospin a gestar una operaci¨®n por la que los dem¨¢s candidatos retiren su candidatura, incluida Royal, y pueda ser aclamado como candidato. En estas circunstancias todo parece indicar, y as¨ª lo se?alaban ayer varios miembros significativos del PS, que las fuerzas antisegolistas se agrupar¨¢n detr¨¢s de la candidatura de Dominique Strauss-Khan, que fuera ministro de Econom¨ªa del Gobierno de Jospin y que contar¨ªa con el apoyo incondicional de ¨¦ste.
Esta candidatura tendr¨ªa muchas m¨¢s posibilidades de integrar a los otros pretendientes. Tanto Fabius, el principal adalid del no a la Constituci¨®n europea, como el hombre que est¨¢ situado m¨¢s a la izquierda de todos ellos, Lang, no mantienen una actitud enfrentada ante Strauss-Kahn como la tienen con Royal. La mayor¨ªa de los llamados elefantes o barones del partido, tampoco. Pero nada les garantiza que Royal presente batalla y que su trabajo de fondo de los ¨²ltimos meses, su atractivo personal y los nuevos militantes le den la victoria. Esta posibilidad abrir¨ªa una importante brecha en el PS.
Un sondeo del diario Lib¨¦ration se?alaba una ca¨ªda de dos puntos de la popularidad de Royal, pese a seguir en un 66%. Strauss-Kahn sub¨ªa ocho puntos, hasta un 35%, y Jospin, tres, hasta un 27%.
"Un general derrotado no dirige una batalla"
Su fama de profesor aburrido, de hombre sin carisma, salt¨® ayer por los aires y, en palabras de muchos de los militantes presentes ayer por la tarde en La Rochelle, Lionel Jospin "ense?¨® las tripas" durante la sesi¨®n de debate que mantuvo con los j¨®venes socialistas. Tuvo algo de melodrama o de catarsis. Para muchos ser¨¢ dif¨ªcil de olvidar.
Desde que abandonara el barco de la pol¨ªtica activa, tras ser apartado de la segunda vuelta de las presidenciales por el l¨ªder del Frente Nacional en 2002, las cr¨ªticas a su actitud, calificada de despecho por muchos militantes, no hab¨ªan cesado. Tard¨® un rato en mostrarse, pero finalmente ayer se confes¨®. "Si yo hubiera tomado sobre m¨ª, f¨ªsicamente, ps¨ªquicamente, emocionalmente, el choque de aquella derrota, el partido hubiera sufrido a¨²n m¨¢s", dijo a la pregunta de por qu¨¦ hab¨ªa abandonado el barco. "?Han visto ustedes alg¨²n Ej¨¦rcito que parta a una nueva batalla dirigido por un general vencido?", pregunt¨® a una audiencia entregada, con la voz rota y las l¨¢grimas a punto de saltarle de los ojos. Seg¨²n Jospin, las posibilidades del Partido Socialista en las legislativas de 2002, que siguieron a la extra?a victoria de Jacques Chirac sobre Jean-Marie Le Pen, gracias a los votos de la izquierda, mejoraron con su salida de escena.
Antes de llegar a este punto, ya en el turno de preguntas, Jospin hab¨ªa realizado una defensa en toda regla del balance de la acci¨®n de su Gobierno entre 1997 y 2002, bajo la presidencia del conservador Chirac. Incluso acus¨® a los socios a la izquierda del PS que participaron en aquel Ejecutivo de no reivindicar su trabajo pol¨ªtico, como si se avergonzaran de haber disfrutado de la posibilidad de gobernar, acus¨¢ndoles de "escamotear el debate sobre el poder". "El defecto de la derecha es el cinismo; la debilidad de la izquierda, la mala conciencia", sentenci¨®.
Reconoci¨®, sin embargo, que en 2002 el impulso pol¨ªtico de aquel Gobierno se hab¨ªa empezado a eclipsar, y tambi¨¦n que la campa?a que se sald¨® con el gran fracaso de no pasar el corte de la primera vuelta fue mala. "No ha sido mi mejor campa?a", dijo, "comet¨ª una serie de errores, me sent¨ªa demasiado a menudo con el piloto autom¨¢tico puesto".
Para Jospin, "la cohabitaci¨®n [con Chirac] hab¨ªa creado una gran confusi¨®n, y fuimos v¨ªctimas de la usura del poder", dijo, al tiempo que defend¨ªa las medidas m¨¢s emblem¨¢ticas de aquel Gobierno, como la instauraci¨®n de la semana laboral de 35 horas.
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