Tensi¨®n congelada en la frontera del sur de L¨ªbano
Un recorrido por el territorio donde se desplegar¨¢n las fuerzas internacionales muestra las dificultades de la misi¨®n de paz
Uno de los pocos lugares relacionados con Hezbol¨¢ que quedan intactos en el sur de L¨ªbano est¨¢ situado a unos metros de Israel, en la localidad de Kfar Kila, junto a la llamada Puerta de F¨¢tima, el antiguo paso fronterizo entre los dos pa¨ªses hasta la retirada israel¨ª en 2000. Se trata de una tienda de recuerdos del Partido de Dios, ahora cerrada y con los cristales rotos, pero con las mercanc¨ªas sin tocar en su interior: camisetas con la imagen del jeque Hasan Nasral¨¢, banderas y gorras amarillas... La tienda est¨¢ pegada a la valla fronteriza: unos metros m¨¢s all¨¢, despu¨¦s de la tierra de nadie, comienza una gran extensi¨®n de frutales, ya en Israel, y se ven las primeras casas de Metula.
En las zonas destruidas por los combates no hay nada, s¨®lo ruinas y bombas sin explotar
En medio de la devastaci¨®n, las cr¨ªticas al Partido de Dios empiezan a aflorar
El inconfundible sonido de los aviones esp¨ªa no tripulados es constante durante un recorrido por toda la frontera entre Israel y L¨ªbano, desde Kfar Kila, en el este, hasta Naqura, en el mar, donde tienen su cuartel general las tropas internacionales de la Fuerza Interina de Naciones Unidas en L¨ªbano (FINUL). Las fuerzas de la ONU esperan por fin, cuando est¨¢n a punto de cumplirse dos semanas del alto el fuego, la llegada de los refuerzos previstos por la resoluci¨®n 1701 del Consejo de Seguridad para ayudar al Ej¨¦rcito liban¨¦s a controlar la seguridad en la zona.
Como los productos en la tienda de recuerdos de la milicia chi¨ª Hezbol¨¢, la situaci¨®n que dio lugar a la guerra est¨¢ congelada, no solucionada, y la tensi¨®n se mantiene intacta: los soldados israel¨ªes, a veces invisibles, a veces visibles, ocupan posiciones en varios puntos en L¨ªbano y de vez en cuando se producen escaramuzas; Hezbol¨¢ mantiene una presencia activa en la reconstrucci¨®n, y sus milicianos, aunque sin armas a la vista, est¨¢n por todas partes, al igual que sus banderas y los s¨ªmbolos del Partido de Dios. El Ej¨¦rcito liban¨¦s, que ha desplegado unos 8.000 efectivos, ha establecido controles y ha aumentado su presencia, pero no est¨¢ en la frontera.
All¨ª apenas hay nadie. En algunos puntos la carretera sigue llena de gravilla y s¨®lo se escuchan los aviones. Los puestos de observaci¨®n de la FINUL son visibles desde muchos kil¨®metros a la redonda: De vez en cuando se ve alg¨²n control de cascos azules.
"S¨®lo se han quedado los pobres. Los ricos se han ido. Veo el futuro muy negro", afirma un joven cristiano en un caf¨¦ de Marjay¨²n, situado frente al cuartel de las tropas libanesas al sur del r¨ªo Litani. El trasiego de militares que entran y salen de la base en vetustos veh¨ªculos es constante. El sur de L¨ªbano es mayoritariamente chi¨ª, aunque hay una minor¨ªa cristiana significativa cuyos pueblos han sobrevivido intactos a la guerra, mientras que los de sus vecinos chi¨ªes han sido borrados del mapa. Algunos temen que las diferencias entre los que lo han perdido todo y los que conservan sus bienes puedan acabar por producir roces en los pr¨®ximos meses.
En medio de la devastaci¨®n y del miedo a que la situaci¨®n vuelva a estallar, mientras los habitantes esperan a que las tropas internacionales se hagan cargo de la seguridad, las cr¨ªticas a Hezbol¨¢ comienzan a aflorar mucho m¨¢s a menudo que hace una semana, aunque nunca con nombre y apellidos. "El problema est¨¢ en que si los soldados libaneses ven a un civil con armas no van a hacer nada, y me temo que ocurrir¨¢ lo mismo con los soldados internacionales. Eso convierte la situaci¨®n en explosiva". En Bint Jbeil, la ciudad m¨¢s importante al sur del Litani despu¨¦s de Tiro, en la que s¨®lo quedan ruinas, un joven chi¨ª afirma: "La resistencia [Hezbol¨¢] ha luchado con valent¨ªa contra Israel y le ha dado una buena lecci¨®n; pero esto no puede seguir as¨ª. Deben dejar las armas".
En las zonas devastadas por los combates no hay nada, s¨®lo ruinas y bombas sin explotar de todos los calibres: escuelas, f¨¢bricas, casas, tiendas son ahora escombros. "Toda una vida trabajando y ahora me han jodido bien", exclama, en un castellano excelente con un marcado acento colombiano Majid Bazzi, de 59 a?os. Se encuentra junto a tres de sus seis hijos ante lo que fue su comercio en el centro de Bint Jbeil: una perfumer¨ªa llamada, en castellano, "Fragancias de Par¨ªs". Bazzi trabaj¨® en Colombia durante 30 a?os y regres¨® a su pueblo en 2000. Con sus ahorros fund¨® su negocio y se construy¨® una enorme casa.
Han venido desde Beirut a comprobar los da?os y a tratar de limpiar un poco su casa: una bomba destruy¨® la vivienda de enfrente y la onda expansiva fue tan potente que arranc¨® las ventanas de cuajo y destroz¨® todo el mobiliario. Acaban de estar en la oficina que Hezbol¨¢ ha abierto en un banco del centro del pueblo para gestionar las indemnizaciones.
"Aqu¨ª todav¨ªa no est¨¢n pagando. En Beirut est¨¢n dando 12.000 d¨®lares (9.400 euros) a los que han perdido su casa o su negocio. Hemos venido a tramitar la indemnizaci¨®n y nos volvemos a ir". "C¨®mo nos vamos a quedar aqu¨ª, no hay agua ni electricidad. No hay nada", explica su hijo Al¨ª, estudiante de inform¨¢tica de 21 a?os. Y su padre agrega: "Me gustar¨ªa volver a empezar, ?pero con qu¨¦? Adem¨¢s, con o sin tropas internacionales, los israel¨ªes son capaces de empezar otra vez".
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