'Mucha cal¨®'
M¨¢xima, m¨ªnima y media. 43, 38 y 40 respectivamente, todo ello en grados cent¨ªgrados. Si ayer hablaba de datos subjetivos, hoy tiro por lo objetivo. Son datos reales registrados por mi puls¨®metro de tecnolog¨ªa finlandesa -aunque, siendo finland¨¦s, pienso yo ahora, quiz¨¢ est¨¦ un poco perdido cuando se mueve por esas cifras-. Si vuelvo a lo de ayer, a lo subjetivo, hacia lo que se dice por aqu¨ª como mucha cal¨® o "una cal¨® que mata" con una peculiar entonaci¨®n; vienen a ser sin¨®nimos. Una temperatura que no da mucho margen a la apetencia. A las dos de la tarde, con un sol que cae sobre ti como un plomo, se me ocurren unos cuantos planes alternativos m¨¢s apetecibles que darte un paseo en bicicleta, por corto que sea. Pero, en fin, que somos profesionales, que nos pagan por esto y no nos vamos a quejar demasiado, que cosas peores hay unas cuantas. Total, han sido poco m¨¢s de tres horas de faena haciendo eso que siempre decimos que es lo que m¨¢s nos gusta. As¨ª que nada; no me hagan mucho caso, que, a pesar de todo, somos privilegiados. Ya me lo dec¨ªa a m¨ª un amigo: "?Calor?... Calor calor se pasa en la fundici¨®n. Lo dem¨¢s es broma". No s¨¦ si tendr¨¢ raz¨®n, pero yo, por si acaso, no he hecho el intento de comprobarlo.
Llevamos tres d¨ªas de parajes inh¨®spitos, kil¨®metros y kil¨®metros por zonas despobladas. No obstante, cuando atravesamos los pueblos, son pocos los que no se acercan a animarnos. Si no est¨¢n todos los que son, al menos est¨¢n casi todos. Aqu¨ª, en el Sur, la Vuelta a Espa?a sigue siendo todo un acontecimiento. A¨²n se ven pancartas que dan las gracias a la organizaci¨®n por hacer pasar la carrera por all¨ª, por situar al pueblo en el mapa. Y, entre oasis y oasis en forma de pueblos de casas encaladas, la nada. Bueno, no exactamente; lo que se conoce gen¨¦ricamente como el campo: la paja del cereal, los olivos, las encinas y los alcornoques; y el brezo y el matorral en las zonas de serran¨ªa. De vez en cuando, alg¨²n cauce de un r¨ªo, incluso alguno con agua -los menos-, otros cuantos arroyos -agua verde estancada- y alguna que otra ca?ada.
El otro d¨ªa hablaba de esto con otro corredor en un momento de tranquilidad. Baj¨¢bamos una peque?a colina y ten¨ªamos una vista amplia. Miles, quiz¨¢ millones -no exagero- de olivos estaban a nuestra vista en aquel momento. "Piensa que cada uno es un espectador que nos anima", le dije para animarnos. "Ya", me dijo; "no te equivoques, que ¨¦sos est¨¢n ah¨ª porque no les queda otra; porque anda que, si ¨¦sos pudiesen ponerse a cubierto, iban a estar ah¨ª para vernos a nosotros, ?ya!". En el fondo, ten¨ªa raz¨®n. Y es que hac¨ªa "mucha cal¨®".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.