Venecia se viste de negro
Las actrices Scarlett Johansson y Hilary Swank estrenan la alfombra roja de la Mostra con la pel¨ªcula 'La dalia negra', de Brian de Palma, una de las favoritas al Le¨®n de Oro del festival de cine.
La Mostra de Venecia tendi¨® anoche la alfombra roja y se visti¨® de negro, para combinar el glamour del desfile de estrellas con un homenaje al g¨¦nero cinematogr¨¢fico m¨¢s oscuro y delicado. Se trataba de dar prestancia al desfile, ellas de traje largo y ellos de esmoquin, todos de negro, y de arropar la presentaci¨®n de la pel¨ªcula inaugural, La dalia negra, definida de antemano como una de las favoritas para el Le¨®n de Oro. El filme de Brian de Palma, sobre la novela hom¨®nima de James Ellroy, acredit¨® una direcci¨®n solvente, un gui¨®n truculento y abundante en cad¨¢veres, una ambientaci¨®n exquisita y unas cuantas buenas interpretaciones. El buen cine negro, sin embargo, requiere algo m¨¢s que eso: requiere conciencias, sombras, temblor. La dalia negra, pese a otros m¨¦ritos, carece de esos materiales fr¨¢giles e imprescindibles.
James Ellroy: "Ning¨²n otro director habr¨ªa podido contar mejor esta historia tan deprimente y peligrosa"
El filme inaugural en Venecia recupera bastantes de los componentes tradicionales del g¨¦nero: la corrupci¨®n de Los ?ngeles en los a?os cuarenta (la ambientaci¨®n es espl¨¦ndida), el esti¨¦rcol (mitad Hollywood, mitad especulaci¨®n inmobiliaria) del que naci¨® la f¨¦tida aristocracia angelina, la venalidad policial, la pornograf¨ªa, las mujeres malvadas y los hombres duros e ingenuos. El problema consiste en manipular esos elementos sin caer en un pastiche de El largo adi¨®s o El sue?o eterno. O de Chinatown. O, por acudir al universo elrroyano, de la tersa L. A. Confidencial.
El cine negro est¨¢ condenado a rozar la caricatura de s¨ª mismo, a hacer equilibrios sobre el barranco de la sensibler¨ªa (Raymond Chandler era un maestro en ese funambulismo) y a escupir frases inmortales como si fueran briznas de tabaco. Se trata de una pr¨¢ctica de alto riesgo. Y m¨¢s cuando el propio t¨ªtulo de la obra evoca al tot¨¦mico Chandler. La prensa de 1947 invent¨® el sobrenombre de Dalia negra para Elizabeth Short, v¨ªctima de un popular asesinato, porque aquellos d¨ªas se proyectaba en los cines La dalia azul, con gui¨®n del maestro Chandler.
La dalia negra (la pel¨ªcula, no el cad¨¢ver) sufre todos los accidentes posibles en el recorrido de la pista negra: el pastiche, el instante bobalic¨®n, la frase venenosa con sabor a pl¨¢stico, el t¨®pico. Pero llega con vida a la meta. La discreci¨®n y el rigor con que De Palma maneja esta vez la c¨¢mara contribuyen sustancialmente a ese milagro de supervivencia. Lo m¨¢s milagroso, en cualquier caso, es la actriz canadiense Mia Kirshner, que interpreta a un cad¨¢ver golpeado con un bate de b¨¦isbol, desfigurado con un cuchillo, desangrado, eviscerado y partido por la mitad. Kirshner es Betty Short, la dalia del t¨ªtulo, la v¨ªctima de un caso no resuelto que durante mucho tiempo acapar¨® las portadas de la prensa estadounidense. Ten¨ªa 22 a?os y aspiraba a abrirse camino en Hollywood cuando fue asesinada de manera atroz. De ese asesinato, para el que James Ellroy propuso una soluci¨®n en su novela, arranca la intriga.
Mia Kirshner, la muerta, s¨®lo aparece en blanco y negro, como humilde protagonista de unas cuantas filmaciones examinadas por la polic¨ªa: pruebas para productores m¨¢s o menos despiadados y un filme pornogr¨¢fico. El trabajo de la actriz canadiense es asombroso. Vale la pena pasar dos horas sentado a oscuras para ver esos ojos.
Scarlett Johansson tambi¨¦n est¨¢ estupenda, pero eso no es nuevo. Hilary Swank, con dos estatuillas de Hollywood, asume el personaje de la mujer consentida y fatal: una tarea imposible para un cuerpo con tanto vigor y tanta fibra. Todo esfuerzo es in¨²til, Swank no emana el olor enfermizo de las flores mustias. Johansson, en cambio, parece andar c¨®modamente sobre los zapatos de Lana Turner. Es una cr¨ªa de 20 a?os capaz de meterse en la piel de una mujer con un pasado largo y turbio, y salir con bien de la prueba. A Josh Hartnett, protagonista masculino, le ocurre lo contrario: le queda grande su propia piel.
Ellroy, que en 1987 obtuvo con La dalia negra su primer gran ¨¦xito, gasta fama de duro y atormentado. Pero el negocio es el negocio, y ayer estuvo en el Lido, diciendo maravillas de Brian de Palma y de la pel¨ªcula. "Estoy convencido de que ning¨²n otro director habr¨ªa podido contar mejor esta historia tan deprimente y peligrosa. No basta con definirle como el nuevo Hitchcock, porque es igual de h¨¢bil y manipulador, pero m¨¢s completo y agresivo".
Ellroy tampoco tuvo reparo en admitir que aprovech¨® la historia de su madre, asesinada cuando ¨¦l ten¨ªa 10 a?os, para dar publicidad a la novela, informa Daniela Creamer. La muerte de Elizabeth Short le obsesion¨® porque le recordaba la muerte de su propia madre, la enfermera Geneva Hilliker, estrangulada en 1958 por alguien que no fue descubierto. "El caso de la dalia negra se convirti¨® en una obsesi¨®n", declar¨® el escritor. "Reconozco que aprovech¨¦ el paralelismo entre ambos delitos para lograr mayor publicidad y vender m¨¢s. Pero luego pagu¨¦ el precio publicando Mis lugares oscuros, cientos de p¨¢ginas en las que me sumerg¨ª en el caso de mi madre, investigando su vida y muerte. Durante mucho tiempo, ella y Short se confundieron en mi cabeza hasta ser una ¨²nica persona", agreg¨®.
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