Cosas raras
Imagine que va usted a Sevilla y no la encuentra. Lo l¨®gico es que dude de usted, no de Sevilla. Una ciudad tan grande no puede desaparecer as¨ª como as¨ª. Pero suponga que ocurre, p¨®ngase en ¨ªnterin, como dir¨ªa Gil y Gil. P¨®ngase usted en el ¨ªnterin de que al llegar a la frontera de Sevilla tiene que pegar un frenazo para no caer al vac¨ªo. Pero, co?o, d¨®nde est¨¢ Sevilla, le dice a su mujer, que dormita en el asiento de al lado. La habr¨¢s dejado en cualquier parte. Un d¨ªa pierdes la cabeza. A ver si has cogido el mapa del rev¨¦s.
Mi madre rezaba siete padrenuestros seguidos cuando perd¨ªa el dedal, pero siempre encontraba otra cosa. De modo que si recurre usted a este m¨¦todo, en vez de Sevilla, podr¨ªa aparecer Pontevedra, lo que le sumir¨ªa sin duda en el desconcierto. Quiere decirse que nos gusta que las cosas est¨¦n en su lugar, lo que no deja de ser una fantas¨ªa loca. Un d¨ªa, me levant¨¦ a la tres de la madrugada, en mi propia casa, y el cuarto de ba?o, que habitualmente est¨¢ a la derecha del pasillo, se encontraba a la izquierda. Aparent¨¦ que me parec¨ªa normal y cuando se hizo de d¨ªa hab¨ªa regresado a su sitio. En otra ocasi¨®n, tambi¨¦n de noche, entr¨¦ en la habitaci¨®n de mi hija y al inclinarme para darle un beso descubr¨ª que no era mi hija, era otra que por alguna raz¨®n hab¨ªa ocupado su cama. Hice tambi¨¦n como que no me hab¨ªa dado cuenta y espere a ver qu¨¦ pasaba en el desayuno. Y lo que pas¨® es que apareci¨® mi hija verdadera. El mundo est¨¢ lleno de misterios a los que no prestamos atenci¨®n porque si les prest¨¢ramos atenci¨®n nos volver¨ªamos locos.
Viene todo esto a cuento de que el otro d¨ªa entr¨¦ en Internet y no hab¨ªa Internet. Busqu¨¦ desesperadamente las p¨¢ginas por las que navego habitualmente y no estaba ninguna en su sitio ni fuera de su sitio. Sent¨ª el mismo p¨¢nico de usted al ver que hab¨ªa desaparecido Sevilla, pero como tengo experiencia en este tipo de situaciones raras, procur¨¦ disimular. Hice como que no pasaba nada y al d¨ªa siguiente me enter¨¦, por los peri¨®dicos, de que Espa?a hab¨ªa desaparecido, en efecto, del mundo virtual durante dos horas. Se lo ense?¨¦ a mi mujer, para demostrarle que lo de Sevilla es perfectamente posible, pero no quiso escucharme. Es muy incr¨¦dula.
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