El embrujo de Valverde
Gran victoria del murciano en el alto del Morredero, donde el esloveno Brajkovic asume el liderato
Una peque?a, sencilla de cumplir, petici¨®n: olviden por un momento que ayer fue 1 de septiembre, que esto es la Vuelta y que la Vuelta es una carrera de tres semanas en la que lo importante no es tanto ganar las etapas diarias como terminar el primero en la general. Si quieren, aunque no es fundamental, olviden tambi¨¦n que la Vuelta se corre en Espa?a y que el Morredero es un puerto, falso -qu¨¦ tramposo: en medio de brutales repechos en ascenso propone suaves descensos y traicioneros falsos llanos-, extra?o, en las afueras de Ponferrada, en el coraz¨®n del Bierzo, y tampoco tengan en cuenta que hac¨ªa un calor de pies hervidos, de humo entre las zapatillas. Y, una vez cumplido con el ejercicio de desmemoria solicitado, por favor, busquen alg¨²n canal en el que repitan la etapa de ayer de la Vuelta y cont¨¦mplenla como lo que fue, una peque?a joya aislada en el espacio, en el tiempo, analizable, disfrutable, como un todo ¨²nico, no como parte, como eslab¨®n de una larga cadena de 21 d¨ªas. Como si fuera una cl¨¢sica de un d¨ªa, eso es, la Lieja-Basto?a-Lieja, por ejemplo, o la Flecha Valona o, mejor, el Mundial.
Fue una peque?a joya aislada, una etapa analizable como la Flecha Valona, como una cl¨¢sica
"Eso", dice Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, director del Caisse d'?pargne, director de Alejandro Valverde, el fascinante corredor murciano que ayer envolvi¨® la etapa con su embrujo y la transform¨® con su espectacular manera de conseguir la victoria. "Para m¨ª fue como un Mundial, pero un Mundial muy especial, como el Mundial de 1982 en Goodwood, aqu¨¦l en el que parec¨ªa que Greg LeMond lo ten¨ªa hecho, aqu¨¦l en el que surgi¨® a 200 metros Saronni y lo pas¨® como una flecha, como un ob¨²s". Como ayer pas¨® Valverde a Vinok¨²rov.
Eso, eso. "Es que Valverde, con sus virtudes y sus defectos, es de lo que no hay", ratifica Eusebio Unzue, tambi¨¦n director del murciano, tambi¨¦n rendido a su fascinaci¨®n. "Es, sobre todo, por su manera de rematar las faenas, una manera ¨²nica". Y con sus directores, l¨®gicamente encarecedores, aduladores, de su producto, el resto del pelot¨®n, rivales, amigos, enemigos irreconciliables. "Es que Valverde..."
Es que el grupo de los favoritos, Valverde, Sastre, Marchante, Brajkovic, Kashechkin..., la misma cuadrilla que conquist¨® La Covatilla el mi¨¦rcoles -con algunas bajas, como la del exuberante Di Luca o el regular Danielson, y algunas altas, como los recuperados Mayo, inquieto, y Vinok¨²rov, tremendo- decidi¨® mediada la ascensi¨®n interminable del Morredero que ayer tocaba par¨¦ntesis, que el premio gordo no consist¨ªa tanto en sacarse segundos y minutos entre ellos, asuntos de clasificaci¨®n general, sino en ganar la etapa, que quien cruzara primero la l¨ªnea de meta obtendr¨ªa por unas horas respeto y veneraci¨®n de todos, que no dudar¨ªan siquiera en hacerle la ola si menester fuera. Y a tal conclusi¨®n llegaron, curiosamente, despu¨¦s de un error, inquietud incontrolable, del propio Valverde.
Ocurri¨® a nueve kil¨®metros del final, poco despu¨¦s de pasar el tejo milenario de San Crist¨®bal, en uno de los repechos m¨¢s duros del puerto. Y, all¨ª, Valverde se sinti¨® de repente Pantani, o Chava, o Heras, o Bahamontes, o vaya a saber usted qu¨¦ alado escalador, y atac¨®, atac¨® con tal fuerza que nadie le pudo aguantar la rueda, que todos, salvo el valiente Kashechkin, prefirieron mirar para otro lado. El ataque no llev¨® a ninguna parte: por delante estaba para neutralizar el movimiento Vinok¨²rov con un grupo seleccionado previamente por Luis P¨¦rez, arquitecto de fugas de las que saca escasos r¨¦ditos. El grupo se rehizo. Y fue por eso por lo que todos concluyeron que, dado que nadie era tan superior a nadie, dado que las diferencias ser¨ªan tan escasas, que no val¨ªa la pena sino intentar ganar la etapa y llevarse los 20s de bonificaci¨®n. Y a ello se aplicaron todos con mayor o menor dedicaci¨®n y acierto mientras rodaban en los kil¨®metros finales al ritmo marcado por los radios rotos de la bici de Karpets rozando la horquilla delantera. Clac, clac, clac... Y contrapunto: zas, zas, zas, ataque de Mayo, maillot abierto hasta el ombligo, Valverde a rueda; zas, ataque de Valverde, el hombre que estaba a todas, vigilado, vigilante, defensa y ataque, servidumbres del cargo de m¨¢ximo favorito; zas, zas, ataque conjunto de Vinok¨²rov y Brajkovic, el kazajo de las poderosas ancas, el esloveno de las patas de alambre; zas, ataque del Pimiento Marchante, zas, Valverde a por ¨¦l. Sobrado. Con Purito Rodr¨ªguez a su lado marc¨¢ndole el ritmo. Calculador. Midiendo las distancias. Controlando. En el ¨²ltimo kil¨®metro, zumba, ataque definitivo de Vinok¨²rov. Calma, calma, detr¨¢s. Frialdad. El kazajo echa el resto, Valverde fija el objetivo. 400, 300 metros. Nada. 250. Zummmmm, un misil. Vinok¨²rov, clavo en la bicicleta, mira al suelo. Valverde vuela.
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