Lo inexplicable
Tienes que aceptarlo. Rendirte al nuevo creacionismo. Dios adjudic¨® el mundo a seis grandes inmobiliarias. En torno a ellas, una mir¨ªada de agencias. En cuesti¨®n de horas, en la misma calle donde ha desaparecido la librer¨ªa, la mercer¨ªa y el bar de las partidas de domin¨®, han abierto tres establecimientos de este tipo. Algo parecido ocurre en todas partes, en las grandes ciudades y en pueblos no tan grandes. Hasta hace muy poco, los que surg¨ªan de un d¨ªa para otro eran comercios de todo a cien (pesetas). Sin complejos clasistas, muchas de las nuevas agencias se ubican al lado de las tiendas baratas y los bazares chinos. Al fin y al cabo, todo lo que ofrecen es una peque?a variante: todo a cien (millones). Los escaparates tambi¨¦n tienen sentimientos. A los viejos comercios se les ve perplejos, con sus maniqu¨ªes at¨®nitos, ante el desparpajo de los nuevos reclamos. Nadie sabe explicar lo inmobiliario. El creador del Pa¨ªs de Oz, Frank Baum, comenz¨® su carrera como director de The Shop Window, la primera revista de escaparatismo. As¨ª que, cada ma?ana, cuando cambian los escaparates nos parece que pas¨® por all¨ª el Mago de Oz. ?C¨®mo ocurren las cosas? Quiz¨¢ alguien que iba a comprar una pecera artificial con dragones dorados de pl¨¢stico fosforescente en un chino, por seis euros, desv¨ªa por casualidad la mirada y se encuentra con el chal¨¦ de sus sue?os. Tambi¨¦n ocurre al rev¨¦s. Alguien va a una inmobiliaria en busca de un apartamento y acaba comprando un globo terr¨¢queo en un chino. De los casos que recuerdo, los intermediarios en la venta de casas y fincas sol¨ªan operar antes en despachos penumbrosos, donde dormitaba alg¨²n zorro disecado en el nicho de una biblioteca con libros de madera hueca. Uno de estos personajes ten¨ªa al menos tres dientes de oro y un sello en el anular que hac¨ªa juego con la dentadura cuando apoyaba la mano en el ment¨®n. Las fincas y casas cambiaban de due?o casi en secreto, con pudor cat¨®lico y algo de pecado. Ahora la propiedad inmobiliaria est¨¢ en el escaparate. Realzada, atractiva. Forma parte descarada del deseo, y un ins¨®lito y optimista calvinismo espa?ol recorre las urbes, en un car¨ªsimo todo a cien disparatado. ?Estaremos ante un gran flashmobbing? As¨ª llaman en la Red a un movimiento absurdo e inexplicable de un gent¨ªo divertido e inexplicable.
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