"El terrorismo es 'glamour"
El escritor anglo-indio Salman Rushdie habla del peligro que representan los agitadores fundamentalistas de todas las religiones, de la escritura como liberaci¨®n frente al miedo al terrorismo y de su vida literaria a caballo entre Nueva York, Londres y Bombay.
Pregunta. Se?or Rushdie, como experto en terrorismo...
Respuesta. ?A qu¨¦ debo semejante honor? Yo no creo serlo en absoluto.
P. La descripci¨®n de Estados Unidos amenazado por el terrorismo que hizo en su libro neoyorquino Furia, editado en la primavera de 2001, fue para muchos una obra prof¨¦tica, una especie de anticipaci¨®n del 11-S; y su ¨²ltima novela, Shalimar el payaso, describe la transformaci¨®n de un artista circense de Cachemira en terrorista. Adem¨¢s, lleva ya casi una d¨¦cada amenazado de muerte por fan¨¢ticos iran¨ªes que pusieron precio a su cabeza: cuatro millones de d¨®lares.
"Parece que las discriminaciones sociales han dejado de desempe?ar un papel decisivo y que ahora cualquiera puede convertirse en terrorista"
"En el caso de ETA, parece que se ha logrado por lo menos poner en marcha el proceso, y creo que hay que agradec¨¦rselo en buena medida a Bin Laden"
"Lenin defini¨® en una ocasi¨®n el terrorismo como fruto del 'esp¨ªritu aventurero burgu¨¦s'. Y la verdad es que creo que en este caso no le falta raz¨®n"
"Me deprime enormemente que en estos momentos las pol¨ªticas ¨¢rabe y angloestadounidense se justifiquen rec¨ªprocamente"
"Los fundamentalistas religiosos de todo signo son el peor de los males de nuestro tiempo. Casi todos mis amigos son ateos, as¨ª que no soy una excepci¨®n"
"Es incre¨ªble todo lo que hoy se presenta a la gente bajo la r¨²brica de 'espiritual'. Incluye cosas como el perrillo faldero espiritual o el champ¨² espiritual"
R. Si usted cree que eso basta para ser un experto en terrorismo...
P. Pues s¨ª. Seguro que a lo largo de sus indagaciones y, sobre todo, a ra¨ªz de los atentados a¨¦reos reci¨¦n abortados en Londres, se ha devanado los sesos tratando de comprender c¨®mo el agradable joven de la puerta de al lado de aspecto enteramente normal puede convertirse en terrorista y qu¨¦ es lo que se le pasa por la cabeza a alguien que se transforma en bomba de relojer¨ªa andante.
R. Existen muchos y muy variados motivos que explican el fen¨®meno mundial del terrorismo. En Cachemira, algunos se unen a los denominados movimientos de resistencia porque les proporcionan ropa de abrigo y comida. En el caso de los atentados del a?o pasado en Londres se trataba de j¨®venes musulmanes cuya integraci¨®n en la sociedad parece haber fracasado; ahora tenemos que v¨¦rnoslas con aspirantes a terroristas procedentes del n¨²cleo de nuestra sociedad, j¨®venes musulmanes que incluso han disfrutado de m¨²ltiples maneras las libertades que ofrece la sociedad occidental. Parece que las discriminaciones sociales han dejado de desempe?ar un papel decisivo y que ahora cualquiera puede convertirse en terrorista.
P. L¨ªderes musulmanes brit¨¢nicos han escrito una carta al primer ministro en la que vinculan esta mayor predisposici¨®n al terrorismo con la pol¨ªtica puesta en pr¨¢ctica por Bush y Blair en Ir¨¢n y en L¨ªbano. ?Est¨¢n completamente equivocados? ?No es cierto que las atrocidades de Abu Ghraib y la doble moral de Guant¨¢namo contribuyen a crear el caldo de cultivo perfecto para la violencia?
R. Tony Blair no despierta mis simpat¨ªas y considero funesta la pol¨ªtica puesta en pr¨¢ctica por Estados Unidos y el Reino Unido en Irak y en Oriente Pr¨®ximo. Siempre hay motivos para la cr¨ªtica, incluso para la indignaci¨®n. Sin embargo, hay algo que todos hemos de tener claro: el terrorismo no consiste en la persecuci¨®n de objetivos leg¨ªtimos a trav¨¦s de cualquier tipo de medios ileg¨ªtimos. Sea lo que sea lo que quieran lograr los asesinos, de lo que no cabe duda es de que la instauraci¨®n de un mundo mejor no forma parte de sus objetivos; sus esfuerzos se encaminan m¨¢s bien hacia el asesinato de inocentes. Si di¨¦ramos con una f¨®rmula m¨¢gica que nos permitiera resolver de la noche a la ma?ana un conflicto como, por ejemplo, el existente entre palestinos e israel¨ªes, no creo que sufri¨¦ramos menos atentados.
P. Pero no cabe duda de que deben existir motivos o por lo menos factores desencadenantes que expliquen esa terrible disposici¨®n a aniquilar la vida de otros e incluso la propia.
R. Lenin defini¨® en una ocasi¨®n el terrorismo como fruto del "esp¨ªritu aventurero burgu¨¦s". Y la verdad es que creo que en este caso no le falta raz¨®n, est¨¢ en lo cierto. Uno no puede negar la idea fundamental que sustenta toda moral: el hecho de que los individuos son responsables de sus actos. Y en el plano individual, probablemente sean tambi¨¦n los desencadenantes de los mismos. En este contexto, la educaci¨®n desempe?a indudablemente un papel importante al inculcar la conciencia equivocada de ser un elegido que empuja a ejecutar acciones. A esto hay que a?adir la mentalidad de reba?o una vez que uno est¨¢ integrado en un grupo en el que sus miembros se van abocando unos a otros a asumir situaciones impuestas. Existe el tipo que cree que su acci¨®n impresionar¨¢ a la humanidad entera y le convertir¨¢ en una figura hist¨®rica. Y existe quien simplemente se siente atra¨ªdo por la violencia. Y s¨ª, creo que el glamour tambi¨¦n desempe?a un papel.
P. ?Lo dice en serio? ?Cree que el terrorismo es glamouroso?
R. S¨ª. El terrorismo es glamour, no s¨®lo, pero tambi¨¦n. Estoy firmemente convencido de que entre los terroristas suicidas existe algo as¨ª como una fascinaci¨®n por la muerte. Muchos est¨¢n subyugados por el funesto hechizo que emanan estos actos demenciales; el terrorista suicida se enga?a a s¨ª mismo imaginando un brillante acto heroico cuando en realidad lo ¨²nico que hace es saltar absurdamente por los aires y quitar la vida a otros. Pero hay algo que no debemos olvidar: la mayor¨ªa de las personas que viven aterrorizadas por los musulmanes radicales son tambi¨¦n musulmanes.
P. Desde luego, el terrorismo no tiene justificaci¨®n posible. Sin embargo, existen diversos puntos de partida, existe la violencia de grupos que persiguen con todos los medios a su alcance objetivos nacionalistas que cabr¨ªa calificar de comprensibles.
R. Y otros, como Al Qaeda, que se han propuesto como objetivo la destrucci¨®n de Occidente y de toda nuestra forma de vida. No existe ninguna posibilidad de debate con Osama Bin Laden y sus seguidores, con ellos no se puede firmar ning¨²n tratado de paz. Hay que combatirlos por todos los medios.
P. Y con los dem¨¢s, los terroristas nacionalistas como el grupo palestino Ham¨¢s, ?deber¨ªamos entablar el di¨¢logo?
R. Depende de si renuncian a la lucha terrorista bajo determinadas condiciones. En el caso de los vascos de ETA parece que se ha logrado por lo menos poner en marcha el proceso, y creo que hay que agradec¨¦rselo en buena medida a Bin Laden; los dirigentes vascos no quieren ser como ¨¦l. Por lo que respecta al IRA, ha sido decisiva la p¨¦rdida de credibilidad entre sus propias gentes, que ya no ve¨ªan ning¨²n sentido en seguir librando esa violenta lucha clandestina. Por lo menos, la posibilidad de reconvertir a largo plazo antiguas organizaciones terroristas en partidos pol¨ªticos no es una idea ut¨®pica. Podr¨ªa funcionar en el caso de aquellos grupos cuyo leit motiv fundamental no es el fanatismo religioso; los Tigres Tamiles de Sri Lanka, que ser¨ªan algo as¨ª como los inventores del atentado suicida, no tienen el menor trasfondo religioso. Persiguen unos objetivos muy claros: tener un Estado propio.
P. Pero ?por qu¨¦ habr¨ªa que conceder ese Estado a una minor¨ªa, s¨®lo por el hecho de que luchan de manera particularmente brutal? ?Qu¨¦ nos dice de Shalimar, el protagonista de su ¨²ltima novela, que asesina por Cachemira? ?Deber¨ªa ser ¨¦l quien decida el futuro de esa regi¨®n?
R. Hay que analizar cada caso concreto. Por ejemplo, para saber por qu¨¦ alguien se decide a abrazar la lucha armada s¨®lo se puede recurrir al an¨¢lisis de esa personalidad concreta. En el caso de Shalimar nos encontramos con una mezcla de motivos pol¨ªticos y personales.
P. El orgullo masculino herido tiene un papel importante porque el embajador estadounidense en Delhi echa a perder su gran amor. Pero tambi¨¦n se aborda el tema del desarrollo de esa regi¨®n, que pasa de ser una sociedad pac¨ªfica y multicultural a convertirse en coto privado de terroristas; y tambi¨¦n se trata el tema de los brutales abusos del ej¨¦rcito indio que empujan a Shalimar a unirse a los guerreros de Dios. ?No le ha acarreado problemas esa descripci¨®n de la realidad de Cachemira?
R. Casi ninguno, afortunadamente. Mi libro no ha sido prohibido en India como ocurri¨® con Los versos sat¨¢nicos y hace poco con El ¨²ltimo suspiro del moro, debido a supuestas calumnias contra un pol¨ªtico indio. He recibido muchas cr¨ªticas buenas en India e incluso el premio literario m¨¢s importante. Como medio cachemir que soy, siento una profunda simpat¨ªa por esa regi¨®n, por ese para¨ªso perdido. Probablemente tampoco haya habido protestas porque todo el mundo se ha dado cuenta de lo mucho que he investigado sobre el terreno y de lo informado que estoy sobre las circunstancias que imperan en la regi¨®n.
P. Su protagonista es un hombre que despierta simpat¨ªa, por lo menos al comienzo de la novela.
R. S¨ª, no me interesan las simplificaciones en blanco y negro: por un lado, el criminal depravado de pies a cabeza, y por otro, la v¨ªctima inocente. No he querido pon¨¦rmelo tan f¨¢cil. Lo que me interesa es mostrar el proceso por el que alguien cae en las garras de los fundamentalistas. Y por otra parte, c¨®mo los grupos terroristas buscan potenciales candidatos para preparar atentados, c¨®mo rastrean su entorno, c¨®mo embaucan y seducen a las personas y se aprovechan de sus debilidades. El libro se titula Shalimar el payaso, no Shalimar el asesino a sueldo.
P. En la lucha por Cachemira, las cuestiones nacionalistas desempe?an un papel importante, pero tambi¨¦n resultan esenciales los aspectos religiosos. ?Le asusta pensar en el poder que pueden llegar a cobrar a escala mundial los movimientos religiosos de car¨¢cter radical?
R. Los fundamentalistas religiosos de todo signo son el peor de los males de nuestro tiempo. Casi todos mis amigos son ateos, as¨ª que no soy una excepci¨®n. Si analiza la historia, constatar¨¢ que la capacidad para distinguir el bien del mal siempre ha precedido a la llegada de cualquier religi¨®n. Las religiones fueron ideadas m¨¢s adelante por el ser humano como un veh¨ªculo para expresar ese tipo de ideas. Ahora bien, por lo que a m¨ª respecta, no necesito ning¨²n ¨¢rbitro supremo y sagrado para vivir como un ser moral.
P. Pero parece que son muchos los que necesitan de la existencia de Dios. Las religiones est¨¢n experimentando un resurgimiento a escala mundial. El ansia de espiritualidad es m¨¢s acusado que nunca. ?Le parece todo esto perjudicial?
R. S¨ª.
P. Una respuesta clara, pero que a bastante gente le resultar¨¢ ofensiva.
R. En mi opini¨®n, la palabra espiritual tendr¨ªa que estar en el ?ndice y no deber¨ªa ser utilizada, pongamos, durante 50 a?os. Es incre¨ªble todo lo que hoy se presenta a la gente bajo la r¨²brica de espiritual. Incluye cosas como el perrillo faldero espiritual o el champ¨² espiritual.
P. Usted mismo escribi¨® en una ocasi¨®n: "Necesitamos dar respuesta a lo que no la tiene. ?No hay nada m¨¢s que esta vida? El alma necesita explicaciones, pero no de tipo racional, sino explicaciones dirigidas al coraz¨®n".
R. Por supuesto que existen cosas m¨¢s all¨¢ de las necesidades materiales, eso es algo que experimentamos todos. Ahora bien, para m¨ª las respuestas no se encuentran precisamente en el ¨¢mbito religioso, en lo sobrenatural. Pero no prescribo a nadie lo que tiene que creer y lo que no. Y tampoco quiero que me lo prescriban a m¨ª.
P. ?A qu¨¦ se debe que precisamente el islam, con sus pretensiones absolutistas y su estricta regulaci¨®n de la vida cotidiana, resulte tan atractivo para muchos j¨®venes?
R. No pretender¨¢ ahora que me ponga a explicar los atractivos del islam.
P. ?Qu¨¦ compromisos deber¨ªa o podr¨ªa asumir Occidente para poner coto al peligro terrorista?
R. Tampoco soy hombre de compromisos. No soy el interlocutor adecuado para tratar ese tema.
P. Pero usted mismo escribi¨®, bajo la impresi¨®n producida por los atentados del 11-S, que "resultar¨¢ inevitable tener que restringir nuestros derechos a fin de proteger mejor a las sociedades libres frente al terrorismo".
R. A lo que me refer¨ªa en aquel entonces era a controles a¨¦reos m¨¢s exhaustivos o cosas por el estilo. Restricciones molestas, pero muy claras y concretas. No cre¨ªa posible que el Gobierno de Bush pudiera emprender el desarrollo de un aparato propio de un Estado autoritario.
P. ?Existe algo semejante?
R. Por supuesto. Durante los dos ¨²ltimos a?os he sido presidente del PEN en Nueva York, es decir, presidente de la asociaci¨®n de escritores estadounidenses. Una y otra vez nos hemos visto obligados a abordar esos amplios ataques a las libertades ciudadanas. Y la mayor¨ªa de las quejas estaban justificadas, porque no ha habido una sola ocasi¨®n en que hayamos logrado detectar la correlaci¨®n existente entre las detenciones y los procesos de vigilancia, por un lado, y la defensa frente al terrorismo, por otro. Y s¨¦ perfectamente de lo que hablo: debido a mi propia historia de amenazas, he desarrollado una clara simpat¨ªa por las actividades de los servicios secretos. Mis protectores gozan de todo mi respeto.
P. ?Quiere decir con eso que Bush y Blair est¨¢n yendo demasiado lejos?
R. ?se es el problema de los pol¨ªticos que tienden a ser autoritarios por naturaleza: en cuanto les dan la oportunidad, van demasiado lejos. Y entonces nos toca estar alerta. Me deprime enormemente que en estos momentos las pol¨ªticas angloestadounidense y ¨¢rabe se justifiquen rec¨ªprocamente, y adem¨¢s, por lo que respecta a sus peores prejuicios. Mire lo que ocurre en Irak o en L¨ªbano: no hay ning¨²n bando con pretensiones leg¨ªtimas. Pero al mismo tiempo necesitamos claridad moral porque ¨²ltimamente hay algo que echo de menos en muchas personas de ideas liberales, y yo soy un liberal: claridad acerca de lo que es correcto y lo que no lo es, estar dispuestos a defender nuestros valores con palabras inequ¨ªvocas y a llamar culpables a aquellos que lo son.
P. ?Qu¨¦ quiere decir con eso?
R. Siempre me he opuesto radicalmente a las leyes contra la blasfemia creadas para proteger a las religiones de supuestas difamaciones. Me parece completamente razonable que los musulmanes disfruten de libertad de credo, como el resto de los miembros de las sociedades libres. Y tambi¨¦n me parece bien que protesten contra la discriminaci¨®n en el momento y lugar en que se vean expuestos a ella, y no cabe duda de que en los pa¨ªses occidentales se producen frecuentemente reacciones reflejas que desembocan en sospechas precipitadas de car¨¢cter antiisl¨¢mico.
P. ?Y d¨®nde pone usted el l¨ªmite a la tolerancia?
R. Por el contrario, me parece completamente inadmisible que los l¨ªderes isl¨¢micos de nuestros pa¨ªses exijan que se proteja su fe de la cr¨ªtica, la falta de respeto, la broma y la difamaci¨®n. La cr¨ªtica maliciosa y las caricaturas ofensivas tambi¨¦n forman parte de la libertad de opini¨®n, del pluralismo, de nuestros valores fundamentales, a los que tendr¨¢n que plegarse si pretenden vivir con nosotros.
P. ?Qu¨¦ puede aportar usted como escritor, qu¨¦ puede aportar realmente la literatura a esta idea de tolerancia, pero tambi¨¦n de clara delimitaci¨®n de la intolerancia?
R. No existe ninguna alternativa a la convivencia pac¨ªfica entre culturas. Y la literatura debe asumir la tarea de fomentar esa convivencia. Mire, los fundamentalistas creen que nosotros no creemos en nada. De acuerdo con su visi¨®n del mundo, est¨¢n en posesi¨®n de certezas absolutas mientras nosotros nos hundimos en la decadencia. As¨ª que la v¨ªa que nos permitir¨¢ derrotar al terrorismo no es la guerra, sino ser capaces de vivir sin miedo y de forma plenamente consciente. Siempre que se plantee la disyuntiva entre la seguridad absoluta y la libertad, debe salir victoriosa esta ¨²ltima.
P. Despu¨¦s de que en 1989 el ayatol¨¢ Jomeini dictara una fatwa contra usted, ha vivido pr¨¢cticamente toda una d¨¦cada escondido.
R. Pues precisamente era muy de agradecer que la palabra fatwa no hubiera salido a relucir hasta ahora en esta entrevista.
P. Pero llega un momento en que es inevitable mencionarla, por mucho que usted la deteste.
R. S¨ª, s¨ª, ya lo s¨¦. Es como si hubiera cobrado fama mundial algo que no soy yo. En aquellos a?os, a veces ten¨ªa la impresi¨®n de que eran otros los que escrib¨ªan la historia de mi vida. Pero hace mucho que dej¨¦ eso atr¨¢s. Ahora llevo una vida libre y normal en mis domicilios de Nueva York y Londres, y viajo a menudo a mi ciudad natal, Bombay.
P. Esas tres ciudades tienen en com¨²n el haber superado graves atentados terroristas y el haber demostrado la fortaleza de su estilo de vida libre.
R. Ese punto de vista resulta interesante. A lo mejor es por eso por lo que amo esas ciudades.
P. Aunque en estos momentos ya no est¨¦ perseguido oficialmente, los agitadores pr¨®ximos al presidente Ahmadineyad podr¨ªan reactivar la fatwa en cualquier momento.
R. Leo las especulaciones que hacen los periodistas al respecto, pero no les doy la menor importancia.
P. ?Recuerda todav¨ªa la fecha en que se dict¨® la fatwa? ?Celebra el aniversario?
R. ?C¨®mo podr¨ªa borrar esa fecha de mi memoria? Es el d¨ªa de San Valent¨ªn. As¨ª por lo menos no olvido regalarle flores a mi mujer.
? Der Spiegel. Traducci¨®n de News Clips.
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