Puig Antich, caso reabierto
Hace 32 a?os fue ejecutado el joven Salvador Puig Antich, condenado por la muerte de un polic¨ªa en un juicio militar irregular y sin garant¨ªas. La pel¨ªcula 'Salvador', de Manuel Huerga, y un recurso ante el Tribunal Supremo tratan de reabrir uno de los casos m¨¢s siniestros del ¨²ltimo franquismo
Eran las 9.20 horas de un fr¨ªo y desapacible 2 de marzo de 1974. En la c¨¢rcel Modelo de Barcelona, un verdugo ejecutaba a Salvador Puig Antich con el garrote vil. Puig Antich, de 25 a?os, fue el chivo expiatorio del r¨¦gimen para mostrar firmeza en un momento en que estaba herido por el asesinato del presidente, Carrero Blanco.
Un abogado y un productor llevan a?os empe?ados en reabrir el caso Puig Antich. Sebasti¨¢n Mart¨ªnez Ramos, de 54 a?os, trabaj¨® dos a?os en el despacho de Oriol Arau, el letrado que, junto a Francesc Caminal, defendi¨® sin ¨¦xito la conmutaci¨®n de su pena. Falleci¨® en 1981 sin haber superado el trauma de la muerte de su defendido. El despacho de abogados formado por Mart¨ªnez Ramos y Olga de la Cruz lleva desde noviembre de 2002, por encargo de las hermanas de Antich, el proceso para lograr la revisi¨®n en el Tribunal Supremo.
Por su parte, el productor Jaume Roures, de 56 a?os, ha hecho realidad su viejo sue?o de hacer una pel¨ªcula que cuente qui¨¦n era Puig Antich. "Salvador era de mi promoci¨®n", explica Roures, que milit¨® en la extrema izquierda y conoci¨® las c¨¢rceles franquistas. "Siempre cre¨ª que era importante que se conociera esa generaci¨®n, olvidada en la transici¨®n". Hace tres a?os, Francesc Escribano, que era jefe de programas de TV3 y autor de Compte enrere (Cuenta atr¨¢s), una biograf¨ªa sobre Puig Antich, llam¨® al guionista Llu¨ªs Arcarazo para contarle que la productora Media Pro quer¨ªa hacer una pel¨ªcula a partir de su libro y que les hab¨ªa dado su nombre. "Una vez que me encargaron el gui¨®n", cuenta Arcarazo, "adem¨¢s de releer el libro de Escribano, busqu¨¦ todo lo disponible, libros, panfletos e Internet, sobre Salvador. He hablado con todos los supervivientes del grupo, con amigos, con la familia, con abogados, y he le¨ªdo todos los documentos referentes a su detenci¨®n, proceso y recursos ante el Tribunal Supremo". Manuel Huerga asegura que para hacer el gui¨®n han hablado "con el 90% de los supervivientes de la ¨¦poca".
Buscaban hacer una pel¨ªcula sobre la dimensi¨®n humana de Puig Antich y no tanto sobre su activismo. "Salvador se convirti¨®, a su pesar, en un h¨¦roe, en un s¨ªmbolo de rebeld¨ªa. Con la pel¨ªcula quer¨ªamos contar qui¨¦n fue ese joven de clase media, atractivo, culto e inteligente que se atrevi¨® a luchar por sus ideas hasta las ¨²ltimas consecuencias y c¨®mo un r¨¦gimen brutal fue capaz de condenarle en un juicio sin garant¨ªas".
Hijo de un exiliado, Salvador Puig Antich naci¨® en Barcelona el 30 de mayo de 1948. Su padre, Joaquim Puig, propietario de un almac¨¦n de productos qu¨ªmicos, milit¨® durante la Rep¨²blica en el partido de corte nacionalista Acci¨®n Catalana. Exiliado en Francia, en el campo de refugiados de Argelers, regres¨® a Espa?a, donde fue detenido, condenado a muerte e indultado.
"En casa se respiraba el miedo. Mi padre no quer¨ªa que nos meti¨¦ramos en pol¨ªtica, pero por miedo a que nos pasara algo. Pero ¨¦ramos antifranquistas y quer¨ªamos hacer algo contra ese r¨¦gimen", comenta Imma Puig, la hermana mayor. Salvador Puig Antich estudi¨® en el colegio religioso de La Salle Bonanova de Barcelona y concluy¨® el bachillerato en el instituto Maragall, donde realizaba estudios nocturnos que compaginaba con un trabajo como administrativo. En este centro conoci¨® a Xavier Garriga Paituv¨ª y los hermanos Jordi e Ignasi Sol¨¦ Sugranyes, con quienes entabl¨® una s¨®lida relaci¨®n personal, intensificada por la coincidencia en sus inquietudes pol¨ªticas. La influencia del Mayo del 68 franc¨¦s y la revoluci¨®n cubana empujaron a Puig Antich hacia posiciones m¨¢s radicales y comprometidas, coincidiendo con el inicio de estudios de Ciencias Econ¨®micas.
"Supe que estaba metido en pol¨ªtica, y a fondo, porque, para no implicar y preocupar a mis padres, se vino a vivir a mi casa", cuenta Imma Puig. "Mi casa era un desfile de gentes de izquierda. Ten¨ªamos una impresora de ciclostil debajo de mi cama que usaba bastante gente. En aquella ¨¦poca empez¨® a hablar poco de lo que hac¨ªa: 'Hago cosas que quiero que t¨² no sepas; ?cuanto menos sepas, mejor!".
En ese contexto pol¨ªtico nace el MIL (Movimiento Ib¨¦rico de Liberaci¨®n), al que se incorpora Puig Antich y al que pertenecen tambi¨¦n sus amigos Francesc Xavier Garriga y los hermanos Jordi e Ignasi Sol¨¦ Sugranyes. El grupo nac¨ªa como una organizaci¨®n de lucha obrera, de corte anarquista, al margen de los modelos dirigistas y jer¨¢rquicos de las organizaciones pol¨ªticas y sindicales al uso. Para lograr fondos con destino a esa lucha obrera decidieron atracar bancos, acciones que calificaban de "expropiaciones".
"Se trataba de j¨®venes pertenecientes a una generaci¨®n sin instrumentos ni referencias culturales ni sociales para formarse una ideolog¨ªa precisa", indica Jaume Roures. "En esa edad, cualquier iniciativa te prende, y, sin mucha elaboraci¨®n de sus ideas, se entregaron a una causa "porque tocaba". "Mi hermano", precisa Imma Puig, "era un rom¨¢ntico, un idealista que crey¨® que ¨¦sa era la mejor forma de hacer algo. Era un inconformista; quer¨ªa cambiar esta sociedad, que le parec¨ªa injusta".
"Tomando elementos del marxismo, el MIL pretend¨ªa hacer una s¨ªntesis con el pensamiento libertario. Era un "grupo de tareas no permanentes" que no ten¨ªa voluntad de perdurar porque nace con un objetivo espec¨ªfico: conseguir dinero para montar una editorial de publicaciones de lucha obrera y ayudar a los sectores radicales del movimiento obrero", explica Arcarazo. "Se parec¨ªan a los grupos antisistema de ahora, que cuestionan los sistemas democr¨¢ticos desde la base", a?ade Huerga.
En 1971, tras concluir el servicio militar, Puig Antich tiene 23 a?os. Empieza a participar en las reuniones del MIL en Francia. Viven en casas de exiliados anarquistas espa?oles y empiezan a hacer pr¨¢cticas de robo de coches y de tiro en el monte. "El grupo se reactiva cuando sale de la c¨¢rcel de Perpi?¨¢n Oriol Sol¨¦ Sugranyes, que no es el jefe, pero ser¨¢ el alma del grupo. Entonces empezaron a hacer algunos golpes y se dieron cuenta de que Puig Antich ten¨ªa dudas y no estaba en condiciones. Como cuenta Escribano en su libro, es cuando le enviaron a Suiza unas semanas".
Sus hermanas confirman que Puig Antich tuvo problemas de conciencia para empu?ar armas. "Cuando ya estaba metido en el MIL", recuerda Imma, "antes de decidirse a actuar, estaba preocupado, lo pas¨® mal, daba gritos por las noches so?ando. Me dec¨ªa: 'No intentes convencerme porque ya me cuesta convencerme a m¨ª mismo".
La detenci¨®n en Francia de Oriol Sol¨¦ y Jean-Claude Torres, tras el robo de unas m¨¢quinas de imprenta, dej¨® tocado al grupo. Sus compa?eros le pidieron a Puig Antich su reincorporaci¨®n al grupo como conductor. "Es entonces", precisa Arcarazo, "cuando tom¨® parte en su primer atraco, en octubre de 1972, a la sucursal de Caixa Layetana de Matar¨®". Recuerda Imma Puig: "Le dejaba mi coche y sab¨ªa que iba a encontrarse con compa?eros en Perpi?¨¢n? Sab¨ªa que estaba en algo peligroso porque cada vez le ve¨ªa menos. Se le ve¨ªa preocupado. ?Cualquier d¨ªa de estos te detienen!, le dec¨ªa. '?A m¨ª no me van a pillar nunca!', respond¨ªa seguro".
Durante una temporada, al grupo le salieron bien las cosas. Realizaron varios atracos sin demasiada dificultad porque las normas de seguridad de los bancos eran rid¨ªculas. Asaltaron tambi¨¦n una gestor¨ªa y una oficina de correos. "Con el dinero", cuenta Arcarazo, "publicaban una revista que se llamaba CIA [Conspiraci¨®n Internacional Anarquista]. Crearon la editorial Mayo 37". "Romp¨ªan con todo, quer¨ªan ser innovadores; buscaban alternativas imaginativas al margen de la izquierda convencional", indica Roures. "Intentaron ayudar econ¨®micamente a los huelguistas, pero a los trabajadores les daba miedo recibir dinero fruto de atracos", matiza Arcarazo.
Nada que ver con ETA. Los MIL no se consideraron un grupo de lucha armada en la l¨ªnea de lo que fueron el FRAP (grupo de guerrilla urbana, marxista-leninista) o ETA. Nunca atentaron contra fuerzas de seguridad ni pusieron bombas. "En sus textos", indica Roures, "no aparece la lucha armada, s¨®lo se habla de agitaci¨®n armada y acciones para conseguir dinero para publicaciones y para ayudar a trabajadores en huelga".
En los primeros meses de 1973, en los que los MIL se movieron a su antojo, la polic¨ªa, poco preparada para este tipo de acciones, estaba despistada respecto a su ideolog¨ªa y composici¨®n. "Desafiaban a la polic¨ªa; jugaban a provocar; se creyeron inmunes", cuenta Arcarazo. La racha concluy¨® el 2 de marzo de 1973 (exactamente un a?o antes de la muerte de Puig Antich), con el atraco a la sucursal del Banco Central Hispano de Barcelona. Alertados por Puig (que esperaba en el coche) de la llegada de la polic¨ªa, Jean Marc Rouillant, Josep Llu¨ªs Pons Llobet y Jordi Sol¨¦ Sugranyes, que estaban en el interior, forcejearon con un contable del banco, al que hirieron de gravedad.
Con el atraco a la sucursal del Banco Central Hispano acab¨® un sue?o y comenz¨® la pesadilla para Puig Antich y los miembros del MIL. "A partir de entonces", afirma Arcarazo, "la polic¨ªa los tom¨® en serio y se cre¨® un grupo para su desarticulaci¨®n. Empezaron las dudas y contradicciones. En agosto de 1973, la mayor¨ªa de los miembros del MIL, descontentos con la trayectoria del grupo, decidieron la disoluci¨®n. Pero no era f¨¢cil dejar las armas; la polic¨ªa les persegu¨ªa, no ten¨ªan dinero".
La pel¨ªcula de los hechos que desembocaron en el arresto de Puig Antich comenz¨® el 15 de septiembre de 1973, en lo que fue el ¨²ltimo atraco del MIL, en Bellver de Cerdanya. Jordi y Oriol Sol¨¦ Sugranyes y Josep Llu¨ªs Pons Llobet, que decidieron seguir activos, fueron interceptados por la Guardia Civil. S¨®lo Jordi pudo pasar a Francia. La polic¨ªa detuvo unos d¨ªas despu¨¦s a la novia de Pons y a Santiago Soler Amigo. ?ste cont¨®, bajo torturas, que ten¨ªa una cita el 25 de septiembre con Xavier Garriga en el bar El Funicular, en la esquina de las calles del Consell de Cent y Girona.
La polic¨ªa mont¨® un operativo de seis agentes de paisano, dirigido por el inspector Santiago Bocigas. A las seis de la tarde lleg¨® Xavier Garriga por la calle del Consell de Cent. Los polic¨ªas se sorprendieron; le esperaban solo, pero iba acompa?ado por alguien a quien no ten¨ªan identificado: era Salvador Puig Antich. "?Quietos, polic¨ªa!". Todo se desarroll¨® en segundos. Mientras el inspector Mu?oz reten¨ªa a Soler, los inspectores Rodr¨ªguez y Algar detuvieron a Garriga, que no iba armado, y los inspectores Bocigas y Fern¨¢ndez Santorum y el subinspector Anguas intentaron reducir a Puig Antich, que se resist¨ªa. Tras zancadillearle, le derribaron y en el suelo le redujeron, tras golpearle en la cabeza con la culata de las pistolas. Le ocuparon una pistola Kommer, calibre 6,35 mil¨ªmetros, cargada y sin montar, en la chaqueta.
A empujones, precipitadamente, los cinco polic¨ªas introdujeron a Puig Antich y a Garriga en un portal situado en el n¨²mero 70 de la calle de Girona. En medio del forcejeo se escuch¨® un disparo (los cinco polic¨ªas iban pistola en mano) y todos quedaron paralizados, situaci¨®n que aprovech¨® Garriga para escapar, perseguido por los polic¨ªas Rodr¨ªguez y Algar. Un transe¨²nte le intercept¨®, siendo reducido por los agentes. Con la cabeza aplastada contra la acera y esposados los brazos a la espalda, Garriga ha declarado que "oy¨® varios disparos, acompa?ados de gritos y voces", que llegaban desde el portal donde hab¨ªan quedado Puig Antich, Bocigas, Anguas y Fern¨¢ndez Santorum. Minutos despu¨¦s, un coche zeta se llev¨® a Garriga a comisar¨ªa, donde fue torturado y amenazado hasta que firm¨®, contra su voluntad, una declaraci¨®n asegurando que vio a Puig Antich disparar contra Anguas.
?Qu¨¦ pas¨® en aquellos breves minutos en el portal? Lo ¨²nico cierto es que, tras el tiroteo, Anguas ingres¨® cad¨¢ver en el hospital Cl¨ªnico por disparos de bala y que en el mismo centro atendieron a Puig Antich, en estado grave, inconsciente, con heridas sangrantes en la cabeza y dos balas alojadas en la mand¨ªbula y en el hombro.
Lo que realmente sucedi¨® es posible que nunca se sepa por las actuaciones policiales que siguieron al suceso y por las muchas irregularidades que se produjeron en el juicio sumar¨ªsimo militar, celebrado el 8 de enero de 1974. La primera de ellas, que no se permiti¨® declarar a Garriga, testigo directo del suceso y cuya declaraci¨®n, forzada, ante la polic¨ªa se sum¨® a la causa.
En el consejo de guerra, presidido por un coronel de ingenieros, Puig Antich declar¨® que los polic¨ªas le dieron varios culatazos con sus pistolas, que empez¨® a sangrar y estuvo a punto de perder el conocimiento. Record¨® que, forcejeando, sac¨® una pistola que llevaba a la espalda e hizo "uno o dos disparos, sin apuntar y sin intenci¨®n de herir a nadie" y mientras "estaba cayendo hacia atr¨¢s". Bocigas y Fern¨¢ndez Santorum reconocieron en el juicio que golpearon la cabeza de Puig. El primero le se?al¨® como autor de los disparos que acabaron con la vida de Anguas. Seg¨²n sus testimonios, Puig hizo los disparos seg¨²n ca¨ªa de espaldas sobre Bocigas, que trataba de reducirle, agarr¨¢ndole por los hombros, sin soltar la pistola. Fern¨¢ndez Santorum declar¨® que hizo dos disparos contra Puig una vez que Anguas se desplom¨®.
A las 18.30 horas de ese 25 de septiembre, cuando el doctor Ram¨®n Barjau Vi?als, que estaba de jefe de guardia en el hospital Cl¨ªnico, iba a dejar el ¨¢rea de urgencias del centro, se encontr¨® a un grupo de personas ("muy alteradas, que profer¨ªan voces") que sal¨ªan del ascensor y trasladaban a una persona herida en una camilla. Barjau desnud¨® y examin¨® el cuerpo de Anguas ("que era ya cad¨¢ver"). Recuerda Barjau haber visto una herida por impacto de bala en el tercio superior de la pierna derecha y otra a nivel de la ingle, y tambi¨¦n un n¨²mero indeterminado de impactos alineados en abdomen y t¨®rax. Barjau firm¨® el acta de defunci¨®n de Anguas.
Sin embargo, su testimonio no fue aceptado por el tribunal militar y ni siquiera se le tom¨® declaraci¨®n policial. Hace un par de meses, ante la Sala Quinta del Tribunal Supremo, que estudia la revisi¨®n del caso, Barjau ratific¨® la mencionada descripci¨®n del cuerpo de Anguas y a?adi¨® que su cuerpo "estaba cosido a balazos". El tribunal militar acept¨® en el juicio s¨®lo la versi¨®n del informe de la autopsia en el que se se?ala que el cuerpo de Anguas ten¨ªa ¨²nicamente tres impactos de bala: en el abdomen (con salida por el gl¨²teo izquierdo), estern¨®n (atravesando el pulm¨®n derecho) y la tetilla izquierda (con salida por la base del cuello), y que estos dos ¨²ltimos eran mortales.
Sorprendentemente, la autopsia se llev¨® a cabo en una comisar¨ªa, por un m¨¦dico forense autorizado por el juzgado, en vez de realizarse en el Instituto Anat¨®mico Forense. Aqu¨¦l reconoci¨® en el juicio que en unas horas se embalsam¨® el cad¨¢ver de Anguas y se envi¨® a Andaluc¨ªa para su entierro, sin esperar a la realizaci¨®n de cualquier prueba posterior. "En el documento de autopsia", precisa De la Cruz, "hay un a?adido a m¨¢quina donde los forenses se permiten opinar (?como si fueran expertos en bal¨ªstica!) que los agujeros de bala del cad¨¢ver proceden del mismo calibre?". Algo imposible de certificar "porque las pistolas de los polic¨ªas", revela Mart¨ªnez Ramos, "?jam¨¢s fueron puestas a disposici¨®n del tribunal!, por lo cual nunca se pudieron realizar pruebas de bal¨ªstica. Los casquillos de las balas usadas en el tiroteo y las que se extrajeron de los cuerpos de Anguas y Puig Antich ?desaparecieron y no se presentaron nunca al juez!".
En el portal donde sucedieron los hechos se encontraron tres impactos de bala, dos en la pared y uno en un escal¨®n. ?sta es una de las claves de la defensa de Puig Antich, que se basa en que estos tres impactos de bala m¨¢s los cinco que presentaba el cuerpo de Anguas (seg¨²n el testimonio de Barjau) suman ocho, y que de la pistola de Puig Antich, una Astra 9 mil¨ªmetros, que la polic¨ªa s¨ª present¨® ante el juez, s¨®lo salieron cuatro de las ocho balas que caben en el cargador. ?De qu¨¦ pistola salieron los cuatro disparos restantes?
Eso es lo que trata de aclarar el abogado Mart¨ªnez Ramos en un informe presentado en abril pasado al Tribunal Supremo. La novedad es que el informe se basa en una prueba infogr¨¢fica que permite dise?ar las trayectorias de las balas en tres dimensiones. "Las nuevas tecnolog¨ªas", explica Mart¨ªnez Ramos, "permiten analizar las pruebas de una forma imposible en 1994, cuando el abogado Francesc Caminal intent¨®, sin ¨¦xito, que se revisara el caso. Ahora, este informe ha sido el motivo por el que se ha conseguido que la Sala Quinta del Tribunal Supremo admita practicar una diligencia nueva en el recurso de revisi¨®n, que podr¨ªa dar lugar a la autorizaci¨®n para formalizar el recurso, paso previo al pronunciamiento sobre otorgamiento o no de la revisi¨®n del caso".
Los peritos Jos¨¦ Luis Pedregosa y Jordi Maurel, bas¨¢ndose en estudios de los ¨¢ngulos de entrada y salida de las balas en el cuerpo de Anguas, de las halladas en el portal y del testimonio del doctor Barjau, han determinado que en el forcejeo entre Bocigas y Puig Antich, ambos, pistola en mano, cayeron hacia atr¨¢s, de espaldas. Seg¨²n el informe, hay un primer disparo, que parece ser que es de Salvador, a escasa distancia que entra por el abdomen y sale por el gl¨²teo y no es mortal. Anguas recibi¨® dos tiros m¨¢s, mortales, que seg¨²n los peritos s¨®lo pudieron salir, por la trayectoria, desde el suelo, adonde hab¨ªan ca¨ªdo Bocigas y Puig Antich, y de la pistola de cualquiera de los dos.
El informe concluye que "la desaparici¨®n de pruebas de bal¨ªstica no permite determinar cu¨¢ntos disparos se produjeron, en qu¨¦ orden y qui¨¦n dispar¨®". "A Puig Antich", se a?ade, "se le atribuyen uno o dos disparos [s¨®lo Bocigas habla de "varios"], y Anguas recibi¨® cinco disparos en su cuerpo, a tenor de la declaraci¨®n del doctor Barjau ante la Sala Quinta del Tribunal Supremo. Alguno pudo ser de sus compa?eros". "Se deduce", concluyen, "que la versi¨®n de fuego cruzado, en pleno forcejeo de cuatro personas pistola en mano, da a las trayectorias una probabilidad de aleatorio y err¨¢tico origen y destino".
El juicio militar concluy¨® el mismo d¨ªa en que se inici¨®, dict¨¢ndose sentencia de muerte contra Puig Antich "por la muerte de un funcionario p¨²blico por razones pol¨ªticas". El 11 de febrero, el Consejo Supremo de Justicia Militar ratificaba la sentencia. Dieciocho d¨ªas antes del juicio, a las 9.36 del 20 de diciembre, ETA hab¨ªa hecho estallar un artefacto bajo el coche del presidente Carrero Blanco. "A partir del asesinato de Carrero, la situaci¨®n hizo emerger al sector postergado del Movimiento. La salud de Franco declina sin freno y el sistema entra en un proceso de descomposici¨®n acelerado", escribe el historiador Fernando Garc¨ªa de Cort¨¢zar. Carlos Arias Navarro, un hombre de la "vieja guardia" del r¨¦gimen, tom¨® posesi¨®n del cargo el 2 de enero. "En la noche del 20 de diciembre y madrugada del d¨ªa 21", escribi¨® el periodista y acad¨¦mico Juan Luis Cebri¨¢n en Memoria de la transici¨®n, "en muchos hogares espa?oles se descorchaban botellas de champa?a; miles de j¨®venes opositores al r¨¦gimen brindaban por el tiranicidio". Todos menos dos: el abogado Oriol Arau y el propio Puig Antich, que recibi¨® desolado la noticia de la muerte de Carrero. En la pel¨ªcula Salvador se muestra el momento en que comenta, abatido: "?Esa bomba tambi¨¦n me ha matado a m¨ª!". Dos meses despu¨¦s, el Gobierno de Arias Navarro se mostr¨® impasible ante las peticiones de clemencia de unos pocos partidos de extrema izquierda, colectivos de derechos humanos y mandatarios extranjeros, como el canciller alem¨¢n Willy Brandt. Hay amplia coincidencia en que para pedir el perd¨®n para Puig Antich no se movilizaron los partidos y sindicatos tradicionales de oposici¨®n, ni hubo una presi¨®n popular en la calle.
Coinciden con este criterio los abogados, hermanas y novia de Puig Antich; el productor de Salvador, Jaume Roures; el director, Manuel Huerga, y Llu¨ªs Arcarazo. "Creo que el r¨¦gimen lo mat¨® porque vio que no hab¨ªa respuesta popular; que se ratifica la sentencia y hab¨ªa cuatro protestas aisladas, notas de abogados, etc¨¦tera, pero no hab¨ªa clamor en la calle", afirma Arcarazo. "Era la v¨ªctima perfecta porque nadie de la clase pol¨ªtica le reclamaba. Fue un asesinato legal", a?ade Huerga.
Las hermanas de Salvador Puig Antich no pudieron ver a su hermano herido en el hospital. Tuvieron que esperar semanas a que lo trasladaran a la c¨¢rcel Modelo. "Hac¨ªamos comedia porque todos est¨¢bamos muy jodidos. Trat¨¢bamos de llevarle aire y esperanza de fuera. Le cont¨¢bamos cosas e intent¨¢bamos hacerle re¨ªr", recuerda Carme. "No sol¨ªamos hablar del tiroteo, pero s¨ª, a Salvador le afect¨® la muerte del polic¨ªa. Pero no se arrepinti¨® de su ideolog¨ªa", insiste Imma Puig. "Esto nos lo dijo muchas veces? y tambi¨¦n, cuando ya se sab¨ªa su condena a muerte, insist¨ªa en que no quer¨ªa ser un m¨¢rtir de nadie?".
"Ped¨ª que me dejaran asistir a su muerte porque no quer¨ªa que muriera rodeado de hijos de puta?", cuenta Imma, "pero no me dejaron, ni tampoco a Oriol Arau. No perdi¨® el ¨¢nimo. Nos han contado que s¨®lo se derrumb¨® cuando nosotras nos fuimos tras gritarle: ?Te esperamos fuera y cuando llegue el indulto te vemos?!".
A las 9.20 del 2 de marzo de 1974 se usaba por pen¨²ltima vez en Espa?a, con Salvador Puig Antich, el garrote vil, un brutal sistema de ejecuci¨®n que, por decisi¨®n del rey Fernando VII, sustituy¨® en 1828 a la horca. Consist¨ªa en el estrangulamiento del reo mediante un grueso collar de hierro (que abarca la garganta del condenado) y que se aprieta, accionado mediante un gran tornillo posterior (manipulado manualmente por una manivela), hasta estrujarle el cuello, con rotura de cervicales y asfixia. "La agon¨ªa de Salvador dur¨® 20 minutos. Muri¨® a las 9.40", precisa Arcarazo. Unos minutos m¨¢s tarde se ejecut¨® por el mismo m¨¦todo a un delincuente com¨²n nacido en la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana y llamado Georg Wenzel.
"Guardo mucha rabia, mucho dolor? Hoy Salvador no habr¨ªa muerto", concluye Carme Puig. "Dicen que el tiempo cura heridas? la nuestra sigue abierta y lo estar¨¢ hasta que no se reabra el caso y se haga justicia. No puedo vivir con odio? Pero ?yo no perdono?!", sentencia Carme Puig Antich.
La pel¨ªcula 'Salvador' se estrena el 15 de septiembre.
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