Un grito universal
En un mundo donde abundan las guerras, el hambre, la tortura, las prisas, el ego¨ªsmo y bastante desconcierto, debemos alegrarnos del regreso de El grito, de Munch. Este cuadro es mucho m¨¢s que una obra de arte. Se trata de un s¨ªmbolo visual, pr¨¢cticamente ¨²nico, de una corriente de pensamiento, de una filosof¨ªa, de una forma de percibir la vida. El grito es el propio grito del ser humano, y es necesario recuperarlo en un planeta incierto que se presenta habitualmente ag¨®nico.
El grito representa la angustia vital de toda persona que no encuentra sentido a este caos sujeto a un orden establecido. Expresa las voces disconformes con el sistema, y se presenta desesperado y solitario, fruto de la desolaci¨®n transmitida como sociedad, y que encuentra refugio en la individualidad de las ideas y de las emociones. La insalubridad percibida en las relaciones interpersonales y sociales, d¨®nde encontrar una verdadera amistad o una pareja con la que entenderse, en definitiva, un alma que comparta el ag¨®nico sinvivir de la realidad social, es cada vez m¨¢s complicado, toma un protagonismo asombroso en los trazos de pintura que conforman ese grito que perturba los sentimientos de todo aquel que lo mira.
El grito, un grito universal, se queja amargamente del dolor del alma, y retrata a todos aquellos y aquellas a los que el ritmo del progreso nos supera, a los que el sentido de la vida, en muchas ocasiones, se nos transforma en un sinsentido, en un vac¨ªo pesimista hacia la sociedad del presente y del futuro que ni siquiera las ilusiones de las causas perdidas y los imposibles so?ados del pasado pueden llenar.
Por eso, El grito, de Munch, es hoy, m¨¢s que nunca, un poco m¨¢s de todos, de cada uno de nosotros, e indudablemente a muchos nos ayuda a encontrarnos menos solos en esta lucha diaria porque el ser humano siga siendo humano.
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