Sat¨¢n en horas altas
No es dif¨ªcil escandalizar a las jerarqu¨ªas religiosas de cualquier signo (cristianas, musulmanas, jud¨ªas, principalmente), ni precipitar sus iras o anatemas. Y menos, si se es mujer. El sexo, una cuesti¨®n sin relevancia moral en la antig¨¹edad, siempre puso nerviosos a los l¨ªderes religiosos, de san Agust¨ªn para ac¨¢. Las mujeres artistas, de forma especial, han sido objeto frecuente de esas execraciones, por los motivos m¨¢s extravagantes. De manera que, con el tiempo, rara vez se hace caso en Occidente a las quejas de los eclesi¨¢sticos, salvo quiz¨¢s con la intenci¨®n de excitar el inter¨¦s de las audiencias, como ha ocurrido en el reciente pasado con el lanzamiento mundial del libro y la pel¨ªcula El c¨®digo Da Vinci, ni suelen tener sus lamentos m¨¢s consecuencia que la que cada uno quiera asumir en sus conciencias.
Algunas jerarqu¨ªas eclesi¨¢sticas siguen viendo al diablo por todas partes
Pero en el caso Madonna, que escenifica una crucifixi¨®n en una de las canciones de su actual gira mundial, el fundamentalismo religioso juega con fuego, y debe ser refutado. No es s¨®lo un problema de libertad de expresi¨®n art¨ªstica. Tambi¨¦n est¨¢ en juego el derecho a usar sin riesgo signos o s¨ªmbolos religiosos, porque no son propiedad de nadie, sino patrimonio universal. Madonna no es una blasfema ni comete delito por aparecer en el escenario de sus conciertos como un Cristo moderno.
La cruz o la corona de espinas, como el rostro del profeta Mahoma utilizado el a?o pasado en las famosas caricaturas, son tambi¨¦n cultura. Si fueron censurados entonces, con justa severidad, quienes excitaron la violencia de los radicales islamistas contra los autores de las caricaturas y quienes las publicaron, tambi¨¦n deben ser denunciados los que ahora piden la hoguera de la inquisici¨®n m¨¢s severa contra la cantante estadounidense, vengan los anatemas de la Iglesia romana cuando la artista present¨® su show a unos cuantos metros del Vaticano, o procedan, como ahora, de las iglesias cristianas de Mosc¨², Praga o Berl¨ªn.
La imagen de estos forzudos cristianos moscovitas lanceando el coraz¨®n de Madonna como nuevos cruzados no es menos preocupante que la de los fundamentalistas mahometanos que el a?o pasado clamaron muerte contra los caricaturistas del peri¨®dico dan¨¦s Jyllands-Posten por publicar 12 vi?etas con Mahoma de protagonista. El fondo del asunto es el mismo. En este caso, adem¨¢s, se ha producido una rara coincidencia (connivencia) entre los l¨ªderes cat¨®licos, musulmanes y jud¨ªos en Roma, cuando la diva del rock present¨® all¨ª su espect¨¢culo, hace apenas un mes. Lo calificaron oficialmente como una "broma irreverente que se acerca a la blasfemia". Y ya se sabe: Roma locuta, causa finita.Si Roma execra, qu¨¦ no har¨¢n las dem¨¢s iglesias. En Praga y Mosc¨², los correligionarios piden incluso una nueva inquisici¨®n, preludio de lo que va a ocurrir en todo el mundo durante la larga gira mundial de la cantante, denominada Confessions Tour.
"Para ilustrar sus propias pasiones, Madonna explota la cruz, la imagen de la Virgen y otros s¨ªmbolos religiosos. Esto es inadmisible", ha dicho un portavoz de la Iglesia ortodoxa rusa, antes de pedir la excomuni¨®n de cuantos participen en el espect¨¢culo de la cantante. Palabras c¨ªnicas, en boca de quienes tantas veces y durante tantos siglos han usado la cruz en guerras e invasiones religiosas, y en tantas cruzadas incluso gamadas. Ya fueron respondidos por Dostoievski en su implacable leyenda de El Gran Inquisidor (cap¨ªtulo 5 de Los hermanos Karamazov), cuando un monje alto, erguido y de mirada disecada reprocha al fundador cristiano que haya vuelto a la tierra para "estorbar" su trabajo exterminador (la escena ocurre en la Sevilla del siglo XVI un d¨ªa despu¨¦s de que fueran quemados en la plaza p¨²blica "casi cien herejes").
Todo era sencillo e inteligible cuando se cre¨ªa en el diablo y en los endemoniados. Ahora que el diablo vive horas bajas, los religiosos tienen a Madonna, como en el pasado fijaron sus furias en la vigilancia del baile, pecado mortal, o en la calificaci¨®n moral oficial de los espect¨¢culos, de obligado cumplimiento en Espa?a durante buena parte del siglo pasado. Quiz¨¢s por eso este tipo de noticias son le¨ªdas con una cierta sorna por los espa?oles.
No es la primera vez que Madonna, de 48 a?os e hija de un cat¨®lico italianoestadounidense, provoca la furia de la Iglesia cat¨®lica, que suele ver siempre a esta mujer (a toda mujer) como "un problema". En 1989 la cantante se mostr¨® en el v¨ªdeo de otro de sus ¨¦xitos mundiales, Like a Prayer, con cruces en llamas, estatuas llorando sangre y a Madonna seduciendo a un Cristo moreno. Un te¨®logo apelar¨ªa a Cioran (Del inconveniente de haber nacido) para ironizar sobre el asunto. Mientras se cre¨ªa en el diablo, todo lo que ocurr¨ªa era inteligible y claro; desde que no se cree en ¨¦l es necesario, a prop¨®sito de cada acontecimiento, buscar explicaciones nuevas, tan elaboradas como arbitrarias. Deben rectificar quienes creyeron que el diablo vive en horas bajas. Algunas jerarqu¨ªas ven al diablo por todas partes.
Babelia
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