Desubicados
Comienzo por afirmar, aunque ya s¨¦ que no me creer¨¢n, que no soy anti norteamericano, ni anti jud¨ªo ni anti ¨¢rabe, ni anti PP. Por no ser ya no soy ni anti Quique Flores, que es el que m¨¢s se lo merece por aceptar el traspaso del gran Pablo Aimar. Me di cuenta hace un par de semanas, en mitad de las vacaciones veraniegas. Estar en contra de tantas cosas no conduce m¨¢s que a la melancol¨ªa. Si bien reconozco que resulta dif¨ªcil. Es tal la irracionalidad, el subjetivismo y los intereses inconfesables de toda esa pl¨¦yade de analistas pol¨ªticos, predicadores medi¨¢ticos y opinantes indocumentados en general, que uno acaba teniendo la sensaci¨®n de necesitar siempre estar en contra de algo, a¨²n a riesgo de acabar agotado, f¨ªsica y ps¨ªquicamente.
Alguien con la suficiente cabeza deber¨ªa explicar alg¨²n d¨ªa por qu¨¦ el estado natural de este pa¨ªs es estar permanentemente al borde la crispaci¨®n. ?Qui¨¦n maneja realmente, y con qu¨¦ finalidad, los hilos del enfrentamiento? S¨¦ que no es una tarea sencilla, pero tampoco creo que exista en el panorama pol¨ªtico actual otra m¨¢s urgente que ¨¦sta. En mi modesta opini¨®n la clave podr¨ªa estar en que los ciudadanos espa?oles hace tiempo que dejaron de ser dem¨®cratas (si es que lo fueron alguna vez) para convertirse en militantes de cualquier cosa; de la izquierda, de la derecha, del nacionalismo, de la independencia, y hasta de la Rep¨²blica. Y ya se sabe, la militancia suele ser bastante incompatible con la objetividad y las buenas maneras. Eso s¨ª, tiene la enorme ventaja de eliminar de ra¨ªz la necesidad de reflexionar por uno mismo. A un buen militante, al fin y a cabo, le basta con escuchar cada ma?ana las consignas del l¨ªder y viajar luego por pueblos y ciudades proclamando la buena nueva.
Naturalmente, en tama?a tesitura, los perfiles se asignan al "enemigo" por inercia, sin demasiadas conjeturas. Por ejemplo, si uno quiere ser reconocido como de izquierdas, existe un cierto consenso impl¨ªcito en que deber¨ªa defender a Ch¨¢vez, por unas razones, y a Castro, por otras (a¨²n aceptando ciertos matices), estar en contra de todo lo que venga del gobierno republicano de EEUU, alabar a Zapatero por su avanzada pol¨ªtica social y su valent¨ªa ideol¨®gica, despreocuparse del "evidente" deterioro de la unidad de Espa?a, estar a favor de los palestinos y de sus aliados, pase lo que pase, criticar al PP, diga lo que diga... Y as¨ª sucesivamente.
Por supuesto, si usted desea establecerse en la otra orilla ideol¨®gica (en expresi¨®n de aquel gran intelectual de izquierdas llamado Julio Anguita, que tanto contribuy¨® con sus proclamas revolucionarias al triunfo de Aznar), entonces Acebes y Zaplana tienen siempre raz¨®n, Gallard¨®n es un submarino del PSOE que casa homosexuales, lo que dice Federico J. L. va a misa, las autonom¨ªas son un c¨¢ncer destructor de Espa?a, Bush es un cruzado de la cristiandad, lo que ocurre en Oriente Medio nunca es por culpa de los israel¨ªes (ellos solo se defienden), y Zapatero no hace m¨¢s que traicionar a las v¨ªctimas del terrorismo y crear problemas artificiales donde no los hab¨ªa antes.
A muchos les podr¨¢ parecer divertida esta sarta de estupideces. Incluso a m¨ª me lo pareci¨® durante un tiempo. Pero ahora me doy cuenta, ay, de que as¨ª no podemos seguir. Por este camino, cada vez somos m¨¢s los que estamos fuera del sistema, marginados de los foros de opini¨®n pol¨ªtica, tachados de contemporizadores vacuos, y ridiculizados por nuestro car¨¢cter tibio, ausente de sustancia ideol¨®gica.
Somos los que pensamos que Ch¨¢vez es una cat¨¢strofe para Venezuela, Castro un dictador, Hezbol¨¢ una banda de terroristas, Bush un gobernante incompetente cuyos servicios de inteligencia no alcanzan, ni de lejos, el nivel de Torrente; los israel¨ªes, un pueblo sitiado, incumplidor nato de la legalidad internacional y penosamente proclive a la revancha desmesurada, Gallard¨®n, un dem¨®crata de los de verdad, Zaplana y Acebes unos c¨ªnicos totalmente exentos de credibilidad, Federico, un depredador del intelecto, Rajoy una persona inteligente y moderada al que no le dejan ejercer como tal; algunos nacionalistas, unos provincianos con ¨ªnfulas que viajan poco, y Zapatero un buen chico plagado de loables intenciones que se equivoca a veces.
?Desubicados? Puede ser. La ventaja, sin embargo, es que dormimos bien por las noches.
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