Trogloditas
Todos los a?os lo mismo, qu¨¦ tristeza. Todos los septiembres, siempre en martes (en esta ocasi¨®n el martes que viene), una horda de energ¨²menos tortura a un toro lenta y brutalmente. Le persiguen campo a trav¨¦s armados de pavorosas lanzas; le acosan y acorralan en erizado enjambre; le pinchan, le cortan y le tajan todos a la vez, hincando el hierro por cualquier lado, all¨ª donde le alcanzan, atraves¨¢ndole de parte a parte con el palo de las picas. Semejante horror, que esos australopitecos denominan fiesta, es el llamado Toro de la Vega, en Tordesillas, una barbaridad que se ha hecho tristemente conocida en todo el mundo, tirando la reputaci¨®n de la hermosa e hist¨®rica villa por los suelos. La edil de festejos del Ayuntamiento de Tordesillas ha dicho en una entrevista que al toro se le trata "con mucho mimo", una afirmaci¨®n tan delirante que parece un sarcasmo. Pero no. Ella lo dice en serio. Adem¨¢s de crueles, son unos marmolillos.
El atroz alanceamiento del martes pr¨®ximo no es, por desgracia, un hecho aislado, sino el buque insignia del sadismo nacional, de esa parte de Espa?a que s¨®lo sabe divertirse martirizando seres vivos. Una Espa?a primitiva, violenta y obsoleta que, afortunadamente, mengua cada d¨ªa (entre otras cosas gracias al coraje y el esfuerzo de grupos animalistas como PACMA), pero que todav¨ªa sigue matando a miles de criaturas cada verano. Los espa?oles carniceros se sienten orgullosos de ser verdugos y sacan pecho hablando de mantener la tradici¨®n. Qu¨¦ aburrimiento tener que volver a escuchar un t¨®pico tan necio; y tener que recordarles, una vez m¨¢s, que tambi¨¦n fueron tradicionales las bonitas luchas de cristianos contra leones en el circo romano.
Esta arcaica brutalidad est¨¢ sin duda condenada a la extinci¨®n: la pena es que su fin se prolongue tanto, ensuci¨¢ndonos a todos con su infame crueldad. Como es obvio, las sociedades est¨¢n en una perpetua evoluci¨®n y nuestras costumbres cambian todo el rato. Si no hubi¨¦ramos abandonado felizmente miles de tradiciones, seguir¨ªamos habitando en las cavernas. Y justamente ah¨ª, en la m¨¢s oscura y mohosa cueva mental, es donde deben de estar viviendo todav¨ªa estos trogloditas de Tordesillas.
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