La ballena se mueve
Los japoneses atribuyen po¨¦ticamente la abundancia de terremotos que padecen al hecho de vivir no sobre la tierra sino sobre una ballena. De ah¨ª, quiz¨¢s, la inquina -poes¨ªa aparte- que los nipones tienen a estos cet¨¢ceos, a los que no paran de cazar por muchos acuerdos internacionales y protestas ecologista que se hagan. Hasta la selecci¨®n espa?ola de baloncesto, que se ha portando como ninguna otra selecci¨®n espa?ola, ha padecido uno de esos terremotos. Pero, lo que es el nivel de vida: lo que para un pa¨ªs del Tercer Mundo ser¨ªa una cat¨¢strofe, para lo japoneses no pasa de un susto, aunque haya alguna ocasi¨®n en que se pasa del susto a lamentar hasta da?os personales. Pero no cabe duda de que est¨¢n preparados ante los movimientos s¨ªsmicos.
Tengo la sensaci¨®n de que por estas latitudes, en lo que se refiere a la pol¨ªtica, estamos viviendo en una ballena que se empieza a desperezar. No somos tan ajenos a lo que ha ido ocurriendo en nuestras proximidades. Catalu?a, por ejemplo, cuyo final de la historia est¨¢ ya escrito. Tras un acto protagonizado por la izquierda, volver¨¢ el protagonista a la escena, porque la obra se pens¨® -hasta el teatro se construy¨®, y se ha vuelto a reconstruir- para que vuelva la primera estrella, tras un paso no muy afortunado del sustituto en la interpretaci¨®n. En las periferias hist¨®ricas la sucesi¨®n es casi mon¨¢rquica, es la misma familia la que se sucede a s¨ª misma sin derecho de los advenedizos. As¨ª que, ajenos, abstenerse. La cosa volver¨¢ a como estaba.
Pero, aqu¨ª mismo, en la tierra colonizada por T¨²bal, nieto de No¨¦ y no de Jon¨¢s, la ballena empieza, pol¨ªticamente hablando, a dar fuertes coletazos. El Proceso despierta al coloso dormido desde los tiempos de la transici¨®n. Con explosiones nos hab¨ªan despertado muchas madrugadas en el reciente pasado, pero esto ser¨¢ otra cosa. El Proceso no se sabe donde llegar¨¢, pero lo cierto es que, adem¨¢s de a los interlocutores, est¨¢ cambiando a otras formaciones. Ha cambiado el talante del PNV dirigido por un moderado y elegante Imaz. No tanto, el de Ibarretxe, que se siente prisionero de su discurso -lo que descubre una cierta contradicci¨®n que el PNV suele resolver cambiando de lehendakari; y si no lo hace es porque no lo permitir¨ªa Egibar, con lo que la situaci¨®n queda larvada-. Tambi¨¦n ha desatado las ansias de m¨¢s protagonismo y m¨¢s nacionalismo de EA, que no le importa arriesgarse mirando el futuro, quiz¨¢s muy optimista, de una Batasuna legalizada y a la b¨²squeda de aliados para tejer mayor¨ªas. La ballena se mueve, y hasta Aralar y EB se plantean ir en pareja.
Se mueve, quiz¨¢s muy prematuramente, resultado de las fantas¨ªas que unos y otros partidos promueven -si ellos no se creen lo que dicen, qui¨¦n se lo va creer-. Y como si la piel del oso estuviera ya vendida y el c¨¢ntaro de la lechera ya hubiera producido todos los dividendos que pudiera ofrecer. Todos menos el PP, que hace de pastorcillo pesado que grita que viene el lobo por cualquier cosa, se aprestan para la siguiente etapa. Esta vez sin el calificativo de ilusionante, puesto que Ibarretxe s¨®lo anda de comparsa.
No sabemos hacia d¨®nde se mueve la ballena y si lo har¨¢ hacia la estabilidad y la tranquilidad pol¨ªtica, con prudencia frente a las peligrosas rupturas que luego no hay quien las compongan. Lo cierto es que, a puertas del oto?o, hemos llegado a la hora de la verdad: en qu¨¦ est¨¢ dispuesto cada uno a ceder, y el que principalmente tiene que hacerlo es Batasuna. Cuesta creer que ETA vuelva al terrorismo puro y duro, pero el problema que tiene ese conglomerado, el de ETA-Batasuna, es que nunca previeron ceder. Y, adem¨¢s, siempre tienen que dar la apariencia de que salen vencedores. Una de sus pintadas en el viejo edificio de la Alh¨®ndiga de Bilbao, "Condenados a Vencer", pon¨ªa muy dif¨ªcil negociar con quien considera el enemigo opresor. El problema lo tiene ese mundo, y resolverlo les puede resultar un poco complicado. El precipicio al que se enfrentan ETA-Batasuna les tiene que dar v¨¦rtigo.
La ballena tambi¨¦n se mueve en direcciones contradictorias, porque Espa?a tira mucho a pesar de todos. Bilbao estaba vac¨ªo durante los partidos de la selecci¨®n espa?ola y hasta Montilla fue al estreno de Alatriste, un valent¨®n espadach¨ªn de los Tercios de Flandes, a pocos d¨ªas de la Diada. Y es que, como conclu¨ªamos la semana pasada, en el baloncesto y en la pol¨ªtica, todo es posible.
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