Tras la nube negra
Joaqu¨ªn Sabina vuelve a Las Ventas seis a?os despu¨¦s, en una noche amenazada por la tormenta
Seis a?os despu¨¦s, Joaqu¨ªn Sabina actu¨® anoche en la plaza de toros de Las Ventas, con aforo completo. El concierto estuvo lleno de s¨ªmbolos. Hace cinco a?os, el cantante sufri¨® un ictus cerebral que estuvo a punto de dejarle fuera de juego. Despu¨¦s sufri¨® un bloqueo vital que atestigua su canci¨®n La nube negra. Repuesto, tan s¨®lo ha tenido algunos contratiempos de voz, pero lleva midi¨¦ndose con teatros y plazas hasta llenar anoche el aforo m¨¢s temido de todos. Dijo que le temblaban las piernas, como la primera vez.
No cab¨ªa un alfiler. Antes del concierto, una verdadera nube negra domin¨® el cielo de Madrid; cayeron rayos y hubo truenos, y cundi¨® el temor de que esta esperada comparecencia de Sabina con este p¨²blico terminara suspendi¨¦ndose. Pero cuando el cantante de Pongamos que hablo de Madrid sali¨® al escenario -tras la actuaci¨®n telonera de Olga Rom¨¢n, a la que ¨¦l dedic¨® un homenaje: "Me deja con el culo fuera, de lo bien que canta"- s¨®lo quedaban unas brumas grises; as¨ª que Sabina se congratul¨® de haber "aplacado al dios de las tormentas".
Pero en el concierto, como en la memoria del m¨²sico, dominaba la nube negra que forma parte ya de gran parte de sus versos. En este reencuentro con el gran coso madrile?o, la canci¨®n que alude a ese periodo de su vida, cuando la depresi¨®n agarrot¨® su inspiraci¨®n y su guitarra, son¨® con un dramatismo esencial, de celebraci¨®n del triunfo de la m¨²sica sobre el dolor. Cont¨® Sabina que esa canci¨®n, La nube negra, fue un regalo que le hizo hace dos veranos su amigo el poeta Luis Garc¨ªa Montero; le dijo, en medio del caos de su abandono: "He escrito esta canci¨®n a tu modo". La compuso, la cant¨®, y se salv¨®.
El Sabina de anoche es la consecuencia de esa canci¨®n. Nos lo dijo Garc¨ªa Montero, que estaba en las gradas de la plaza, y nos lo dijo tambi¨¦n Javier Krahe, que le escuchaba. "Es evidente", nos dijo Krahe, "ahora hay en Joaqu¨ªn versos menos casuales, m¨¢s hondos, menos pasajeros". Garc¨ªa Montero explica, adem¨¢s, que desde esa canci¨®n y desde otras que aluden a su lucha en contra de la enfermedad que le rond¨® peligrosamente, "Sabina ha ido midi¨¦ndose con sus propias fuerzas; este concierto de hoy es para ¨¦l mucho m¨¢s que una comparencia: es una confirmaci¨®n, es como si estuviera diciendo: '?Ven? He sido capaz".
Quiso convertir el cantante este concierto tambi¨¦n en un reencuentro hondo "con otros que me ayudaron a ser otro cuando no parec¨ªa ni que iba a ser yo", y se fij¨® en un poeta ("el m¨¢s importante poeta vivo de Espa?a") que estaba "encaramado por ah¨ª, con Susi, su mujer". ?ngel Gonz¨¢lez, a quien se refer¨ªa, estaba cumpliendo, en efecto, "40 m¨¢s 41 a?os", en medio de un palco en el que estaban tambi¨¦n los ya citados amigos de Sabina, adem¨¢s de Almudena Grandes, el editor Chus Visor y Benjam¨ªn Prado, autor tambi¨¦n de una de las canciones de la noche.
Quiso que fuera (lo dijo) un concierto de la amistad. De ella nos habl¨® ?ngel Gonz¨¢lez, el m¨¢s veterano, y uno de los m¨¢s recientes amigos de Sabina. Le quiere porque es leal; le estima porque es ingenioso, y hondo, y a veces disfruta con ¨¦l, en las altas madrugadas, cantando rancheras de Jos¨¦ Alfredo Jim¨¦nez. "Y me gusta tambi¨¦n porque ama el whisky, como yo". Cuando le brind¨® la canci¨®n de cumplea?os, Gonz¨¢lez levant¨® una botella min¨²scula y se bebi¨® una dosis del licor escoc¨¦s.
Tanto Garc¨ªa Montero como Gonz¨¢lez destacaron de Sabina "la impertinencia, su resistencia a las convenciones, su capacidad para decir en una sola palabra lo que le parecen las grandes estupideces". Anoche se hallaba feliz, se le ve¨ªa; era su p¨²blico, su casa. Durante a?os, en su canci¨®n Pongamos que hablo de Madrid alud¨ªa al sur como el lugar donde deb¨ªa ser trasladado al morir. Ahora la misma canci¨®n acaba pidiendo que le dejen aqu¨ª, en Madrid, "donde viv¨ª".
El ¨²ltimo concierto de Sabina en Las Ventas fue el 6 de septiembre del a?o 2000. Seis a?os despu¨¦s pareci¨® conjurar, en el mismo sitio, la persistente nube negra que amenaz¨® su vida como una tormenta. A medianoche, cuando acab¨®, brillaba una primera luna.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.